[Crítica] «Lusers»: así vimos la nueva comedia con Carlos Alcántara

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Lusers viene a ser el gran intento de este año en lo que respecta al cine peruano de gran alcance comercial. La apuesta nuevamente va por el lado de la comedia, sólo que esta vez teniendo como valor agregado los aires sureños internacionales tanto en el elenco artístico como en el equipo técnico, pretendiendo refrescar así las ya conocidas caras del humor nacional

Si bien está aun por verse su rendimiento en la taquilla [N.E.: Lusers llevó cerca de 40 mil espectadores en su primer día], la película anuncia tener estreno confirmado en 9 países de la región.

Pasemos a la historia: en la primera secuencia nos encontramos ante la persecución hacia un nativo de parte de miembros uniformados acompañados de perros furiosos. El nativo, que lleva consigo una reliquia, termina por esconderla satisfactoriamente. El posterior descubrimiento de esta pieza, por parte de los tres protagonistas, se convierte en el detonante de la aventura en la cual gira la trama de la película.

Los treinta primeros minutos del filme transcurren serenos y entretenidos, casi ni se notan pues ahí se presentan a los personajes y a las circunstancias que los obligan a encontrarse en medio de una carretera camino al Mundial de Brasil 2014. La pasión del fútbol canalizada como argumento de la unión de tres países vecinos.

La empatía lograda con los personajes representados por Felipe Izquierdo (Chile) y Pablo Granados (Argentina) en esta primera parte al observarlos en su “zona de confort”, genera una desproporción notable con el último de ellos, el nacional Carlos Alcántara, de quien no sabe mucho más que sus amoríos y su singular “picardía” peruana, cualidades con las que difícilmente podría conectar el público e ilustrarse como personaje, al menos de la forma que son tratadas en este primer tramo de la historia.

La segunda secuencia –menor lograda en cuanto a argumento y tratamiento de la narrativa previamente mostrada-, termina por hacernos inclinar la cabeza hacia un lado y dejar que el signo de interrogación se manifieste. Si uno no le presta atención a los puntos anterior y posteriormente mencionados puede dejarse llevar tranquilamente y reír por ratos con los imprevistos a los que los personajes se ven sometidos surgidos a raíz, por ejemplo, del fallo de motor del vehículo que los llevaba rumbo a Brasil. Imprevisto detonante que los obliga a bajarse del carro y seguir a pie bosque adentro, decisión extraña teniendo una carretera por delante. Esta elección los sumerge en una realidad totalmente ajena a lo que están acostumbrados y con la que tendrán que lidiar para cumplir el objetivo de asistir a la final del Mundial.

Algo que no queda claro de esta comedia aventuresca y que termina por confundir, es el tono cómico. El inicio realista y natural bien logrado termina siendo transformado severamente por las secuencias posteriores, detonadas con el descubrimiento de la reliquia por parte de los protagonistas, y que tienen un tono opuesto a la primera parte. En estas escenas se apela quizás al absurdo de la situación y al exotismo del contexto en el que se encuentran, donde la aventura a través de lo “desconocido” cobra la mayor importancia. Es ahí donde debería residir la fuerza de la película ya que uniría el inicio con el final, homogénea y coherentemente unidos y sostenidos por un único código humorístico.

Específicamente, detalles en situaciones como por ejemplo cuando son raptados por los nativos, no saber el cómo ni el por qué, la contradicción de haber encontrado la reliquia a escasos metros de la carretera viendo en la primera escena la persecución selva adentro, los selfies del jefe de la tribu o la aparente vida de los nativos. Se podría seguir, pero el punto importante a mencionar es el cambio de tono y/o código que incorpora abruptamente el relato sin ningún tipo de justificación o argumento de por medio.

Más allá de los posibles fallos de la ópera prima del chileno Ticoy Rodriguez, la película destaca por sus elementos en cuanto a la producción (a cargo de la peruana Tondero Films y la chilena Bamboosa Producciones), por el despliegue geográfico, el manejo de grupos, extras y secundarios, el desafío de filmar la mayoría de las situaciones en la selva, el uso de drones, entre otros. La fotografía acorde a las necesidades y a la historia pero sobre todo la visión y el mensaje final.

La visión sobre el alcance transnacional del producto final, y el reto asumido de parte de los productores es digno de aplaudir, por apostar en alianzas, productos internacionales y porqué no, el mensaje de hermandad. Si bien el público es el que dictaminará el futuro de esta gran inversión peruano-chilena, se le reconoce a «Lusers» el intento de abrir el camino en Perú a producciones comerciales de vuelo internacional.


Esta entrada fue modificada por última vez en 3 de octubre de 2015 11:20

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