Asistir a un festival de cine es una de las actividades más gratificantes para cualquiera. Uno puede romper la rutina de las películas de Hollywood y enlatados similares, ya sea por cable o en multicines, y ver una variedad de obras muy distintas a los llamados blockbusters. En el caso del Festival de Cine de Lima, las películas en competencia son latinoamericanas, así que escuchamos palabras, jerga, giros y “dejos” variados, paisajes disímiles, ciudades diferentes e historias de varios géneros (e incluso multi género) con el añadido de que están contadas y elaboradas de formas muy diversas.
Por tanto, es zambullirse en un mundo de nuevas sensaciones, conocer otras realidades, vivir situaciones que se perciben de manera distinta (las mismas u otras), encontrar similitudes y divergencias, conocer qué tan lejos y qué tan cerca podemos estar con la gente de nuestro vecindario regional, con qué nos identificamos y con qué no. Si comparamos esta experiencia con nuestra televisión de señal abierta, equivale a realizar una higiene mental audiovisual; y si la comparamos con la cartelera local, pues en menos de una quincena podemos ver más (y casi seguro mejor) cine que en todo un año.
De otro lado, comentar todas estas películas ofrece el interés adicional de examinar las tendencias de sentido que preocupan a los realizadores latinoamericanos, las que a su vez pueden presentar novedades en materia de innovación y/o creatividad artísticas, así como asuntos y temas que constituyen preocupaciones sociales de diversa índole. Sin embargo, también pueden ser vistas como un entretenimiento, pero distinto, más rico y variado de lo habitual. Ver otros cines es ver las películas con otros ojos, el placer se incrementa, la sensibilidad se beneficia y nuestra vida se llena de sentidos que nos ayudan a construirla, que la enriquecen.
Además, en los festivales hay muchas otras películas, generalmente de varias partes del mundo, y el de Lima no es la excepción. Sin embargo, este balance del 19 Festival de Cine de Lima está referido únicamente a las obras en competencia de la categoría de películas de ficción. Ello porque este año me tocó participar como miembro del jurado de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI) y ello me limitó casi totalmente a esas 19 películas en competencia. Aparte, estoy publicando críticas específicas para la mayoría de títulos y algunas más de filmes que logré ver en paralelo.
Para esta evaluación he utilizado como criterio principal los valores cinematográficos intrínsecos de las películas y como criterios complementarios, la consideración de los filmes como productos de comunicación, allí donde las obras específicas se presentan como relevantes para este concepto.
Entre los primeros destaco el aporte al lenguaje audiovisual a través de la puesta en escena, que incluye los componentes de producción de sentido, las características dramatúrgicas, elementos estilísticos y otros aspectos que pueden ofrecer las cintas involucradas. Entre los segundos, considero aquellos que las películas pueden y/o desean transmitir como sentido del/al mundo, más allá de sus aspectos humanos individuales; es decir, factores sociales y culturales específicos.
Mi valoración personal se apoya en estos criterios, de los que luego se desprenden clasificaciones cuyo interés es ofrecer al lector una idea de las tendencias artísticas y socioculturales presentes en la cinematografía actual, en la medida de lo posible, ya que se limita a la muestra seleccionada por los organizadores del Festival. Y aunque he tratado de ser lo más objetivo posible, es inevitable que haya alguna influencia de mis preferencias personales en este aspecto. Por lo que recomiendo compararlo con lo escrito por otros colegas y no fijarse mucho tampoco en los premios, ya que –en algunos casos– es posible que sean resultado de compromisos inevitables.
“La Obra del Siglo” combina imágenes documentales sobre una central nuclear fantasma en Cuba, con un significativo manejo del color para un relato de la frustración profesional y conflictos de padres e hijos de tres generaciones. Mientras que “Paulina”, una película casi de tesis, es quizás la cinta de temática más polémica y gira en torno al aborto por violación.
Las demás obras presentadas también ofrecen una puesta en escena eficaz y si no las considero en el primer grupo es solo porque –en comparación con las ya mencionadas– son más acotadas en cuanto sus procedimientos audiovisuales; mientras que algunas tienen debilidades o excesos que las limitan como obras logradas del todo.
Así, tenemos obras de corte familiar y juvenil (“Segunda Madre”, “Casa Grande”, “Solos”), así como otras de temas o géneros específicos, como la adscripción a la tierra (“La Tierra y la Sombra”), el policial travesti-sentimenal (“Carmín Tropical”) o de contrabando de armas (“600 Millas”), la discapacidad mental (“La Pared de las Palabras”) o el terrorismo (“Alias María” y “La Última Noticia”).
“Segunda Madre” gira en torno a una empleada del hogar que decide ser autónoma a partir de la experiencia de su hija, una joven madre soltera; mientras que “Casa Grande” muestra la decadencia de una familia de clase alta carioca en la que el hijo adolescente transita su propio descenso social a través del primer amor y la solidaridad con el personal de servicio de la casa. Ambas cintas brasileñas exhiben una puesta en escena convencional para historias donde el contexto enfatiza moderadamente la desigualdad social. De otro lado, “Solos” es la única película que reflexiona sobre el cine (o un aspecto de este arte: el comercial) a través de un divertido viaje de jóvenes cineastas a la ceja de selva peruana en busca de un incierto público “no contactado” por el cine de Hollywood.
La guerra interna y el terrorismo en el Perú de los años 80 está representada por “La Última Noticia”, obra que describe con gran equilibrio el sufrimiento del periodismo independiente y la población en Ayacucho, Perú, situados entre dos fuegos: el grupo terrorista Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas. Mientras que “Alias María”, que al centrarse en los dilemas de (e imposiciones a) las mujeres guerrilleras de las FARC sobre la maternidad y el aborto, descuida la atmósfera de tensión que pretende mantener el interés del espectador.
Las cuatro películas en competencia producidas en Perú han constituido una grata sorpresa, no solo por su variedad estilística sino también por sus cualidades técnicas y artísticas que las colocan en un buen nivel competitivo. “Magallanes” destaca por sus buenos guion, ambientación y algunas actuaciones fulgurantes (Magaly Solier) y “Rosa Chumbe” por su todavía mejor ambientación, ambos con un aprovechamiento magistral de locaciones urbanas. “Solos”, por su parte, revela maestría en el logro de escenas de viva espontaneidad, mientras que “La Última Noticia” consigue un buen equilibrio de todos sus componentes dentro de una propuesta fílmica caracterizada por una corrección a prueba de balas.
Lean aquí la segunda parte y la tercera parte de este Balance del Festival de Lima 2015.
Esta entrada fue modificada por última vez en 5 de octubre de 2015 19:13
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