[Crítica] «John Wick: Capítulo 2», una secuela a la altura del primer filme


Si disfrutaron de la primera John Wick, se divertirán de lo lindo con esta segunda parte. Como cualquier secuela decente, «John Wick: Capítulo 2» expande el universo introducido en su predecesora, y nos presenta con todo lo que hizo del primer filme un éxito tanto en taquilla, como con la crítica especializada: acción exquisitamente coreografiada y filmada, un sutil humor negro, y buenas actuaciones. A diferencia de un «xXx», por ejemplo, «John Wick» no necesita ser completamente absurda para entretener, aunque nunca se toma del todo en serio.

Keanu Reeves está de vuelta como el asesino más temido del mundo. La película comienza con un pequeño homenaje a Buster Keaton (lo cual debería prepararnos para todo lo que el equipo de acrobacias desarrolló para esta historia), y con John cerrando algunos asuntos pendientes. Una vez finalizados, regresa a casa para, con algo de suerte, por fin descansar. Lamentablemente, sus asociados no lo permitirán. Un jefe de la mafia llamado Santino D’Antonio (Riccardo Scamarcio) llega a cobrarle una deuda a Wick, y cuando este se niega a cumplir con su parte del trato, Santino decide destruir su casa.

Sin embargo, tanto Wick como su perro sobreviven. John decide visitar al jefe del sindicato de asesinos al que pertenece (Ian McShane). Este le revela que la única forma de que lo dejen en paz, es repagándole la deuda a Santino. Esto significa asesinar a su hermana, Gianna D’Antonio (Claudia Gerini), un acto breve y sangriento que trae consigo consecuencias imprevistas: de pronto, Wick se convierte en el hombre más buscado en Nueva York, con una recompensa de $7 millones por su cabeza. Y como deben imaginarse, nuestro protagonista no se quedará con los brazos cruzados mientras asesinos como Ares (Ruby Rose) o Cassian (Common) lo buscan.

«John Wick: Capítulo 2» es un cóctel de testosterona, sangre, artes marciales, balaceras y adrenalina. Es la mejor película de acción que he visto en los últimos meses, y una de las mejores secuelas estrenadas en el Perú. El director Chad Stahelski sabe cómo filmar acción: su cámara no se mueve demasiado, los encuadres son presentados con claridad, y las peleas están coreogreafiadas de manera espectacular, favoreciendo los movimientos brutales estilo lucha libre, y las balaceras intensas con consecuencias muy sangrientas.

Esto resulta en una cinta verdaderamente emocionante. Sí, Wick es casi invencible; parece tener una puntería perfecta, y a pesar de que es atropellado mínimo cuatro veces a lo largo de la película, nunca parece estar demasiado adolorido. No obstante, la acción está tan bien planificada y filmada con gran estilo, que es casi imposible no sentir la tensión y la emoción tan necesarias para poder disfrutar de una historia de asesinos. De hecho, por momentos John Wick 2 se siente como un videojuego, en el que Reeves tiene que matar a la mayor cantidad de villanos posible, recogiendo municiones de sus cadáveres, y haciendo uso de un “cheat” de puntería perfecta. En filmes menores, esto resultaría en secuencias de violencia tediosas y aburridas, pero en este caso, funciona.

Al igual que su predecesora, John Wick 2 está llena de escenas para el recuerdo. El enfrentamiento final entre héroe y villano se lleva a cabo en una sala de espejos, lo cual me recordó mucho a Operación Dragón, con Bruce Lee. La muerte de Gianna D’Antonio es inesperada y sangrienta (aunque me causa gracia que Stahelski llene su película de sangre y vísceras, pero censure un cuerpo desnudo), la balacera en las catacumbas me mantuvo con la boca abierta durante quince minutos, y los combates con Ares y Cassian son intensos y realistas.

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Keanu Reeves es un actor con un rango limitado. En el papel incorrecto, puede ser terrible, pero cuando se le da el rol indicado, es muy efectivo. Reeves interpreta a John Wick como una máquina de matar, pero también como un ser humano con motivaciones sentimentales, y un arduo deseo por dejar el mundo de asesinos y mafiosos que parece no querer parar de perseguirlo. Ian McShane destaca como siempre; John Leguizamo tiene un rol más breve que en el filme anterior, y Riccardo Scamarcio no convence del todo como Santino (podría ser más intimidante), pero Ruby Rose (haciendo de una asesina muda) y Common representan lo mejor que tienen los “malos” por ofrecer.

No obstante, los actores secundarios que resaltaron más para mi fueron Laurence Fishburne y Peter Stormare. El primero tiene un rol limitado, interpretando a un hombre algo desquiciado que controla una red de vagabundos a lo largo y ancho de Nueva York (y sí, Stahelski incluye un gag muy sutil entre él y Reeves sobre Matrix), mientras que el segundo, como era de esperarse, interpreta a un mafioso de Europa del Este. Fishburne podría estar de vuelta para una tercera parte, con suerte, en un papel más importante. Dudo que Stormare vaya a regresar, pero siempre es un deleite verlo en pantalla (nadie interpreta personajes excéntricos europeos como él).

John Wick 2 es todo lo que uno esperaría de una secuela a la aclamada cinta de acción estrenada hace un par de años. La acción es de lo mejor que puede ver uno hoy en día en el cine, el desarrollo de este mundo de asesinos y mafiosos es intrigante, y las actuaciones —especialmente la de Reeves— son efectivas. La película concluye con un final abierto, el cual claramente da a entender que podríamos ver una tercera parte en unos años, pero es lo suficientemente satisfactorio como para que uno no sienta que ha visto una historia incompleta. Si le va bien en la taquilla, definitivamente estaría dispuesto a ver una entrega más —con tal de que mantengan este alto nivel de calidad. A veces, todo lo que necesitamos es ver a Keanu Reeves pateándole el trasero a medio mundo.

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