“Fences” representa un proyecto de pasión para Denzel Washington. Se trata de su tercera película como director, realizada casi una década despúes de la última, “The Great Debaters”. Basada en la obra de teatro del mismo nombre —ganadora de los premios Tony y Pulitzer— y escrita por el autor de la misma —August Wilson—, “Fences” es un drama intenso que impresiona por sus actuaciones. El filme recrea de manera fidedigna la situación política y social de la década de 1950, y aunque el traslado del teatro al cine podría considerarse muy literal, sí que funciona.
La historia se desarrolla en Pittsburgh, Denzel interpreta a Troy, un ex jugador de béisbol lleno de arrepentimientos, quien ahora trabaja como basurero, para regresar todos los días a casa, a los brazos de Rose, su esposa desde hace 18 años, interpretada por Viola Davis. Acostumbrado a consumir alcohol con frecuencia, Troy gusta de utilizar metáforas de béisbol para explicar sus teorías o contar historias.
Su mejor amigo y compañero de trabajo es Bono (Stephen Henderson), además tiene dos hijos —el menor, Cory (Jovan Adepo), no se lleva muy bien con su padre, y el adulto, Lyons (Russell Hornsby), parece siempre estar carente de dinero. La película sigue diferentes eventos, anécdotas y crisis en la vida de Troy, adentrándonos en estas relaciones y transmitiendo diferentes temas relacionados a los Derechos Civiles cambiantes para los afroamericanos en la época.
Troy es un personaje difícil, un protagonista con el cual es complicado relacionarse. Cree en el esfuerzo y en el trabajo duro, en criar a sus hijos de la mejor manera porque es su deber, pero no necesariamente en entablar relaciones cercanas con ellos, o empujarlos a seguir sus sueños. Sus arrepentimientos —no pudo convertirse en jugador profesional de béisbol debido a la discriminación contra los afroamericanos que existía cuando era joven— lo llevan a destruir las aspiraciones similares de Cory, negándose a creer que las cosas pueden haber cambiado, que su hijo podría tener una oportunidad. Su relación con Rose es menos complicada al inicio del filme, pero no carece de altibajos.
Sin revelar demasiado las sorpresas que trae consigo “Fences”, mencionaremos que cierto giro en la trama, relacionado a Troy, Rose y un tercer personaje que jamás llegamos a ver en pantalla, termina de caracterizar al personaje de Washington como alguien que no practica lo que predica, como un hombre que, incluso cuando comete los más grandes errores, se niega a aceptarlos, a disculparse. Resulta fascinante adentrarse en la vida de Troy precisamente porque es un personaje tan complejo, incluso por momentos carismático, y porque la actuación de Washington es impecable, pero es casi imposible ponerse en sus zapatos.
Denzel Washington ha interpretado a una gran variedad de personajes a lo largo de su carrera —desde los héroes de acción que interpretó para el fallecido Tony Scott, hasta figuras históricas como Malcolm X, Washington siempre ha sabido otorgarle cierta credibilidad, cierta intensidad a sus personajes. Su Troy es un hombre hablador, necio, alguien que claramente ama a su familia pero que comete errores debo a su inhabilidad para expresar emociones o aceptar culpabilidad. Es una gran actuación para un personaje difícil, hasta odioso.
La gran Viola Davis es excelente como Rose. “Fences” es la historia de Troy, básicamente, pero Rose es una presencia gigante en ella. Davis brilla en una escena de enfrentamiento emocional con su esposo en medio del patio trasero de su casa, momento que casi le ha garantizado una estatuilla dorada de la Academia a la experimentada actriz. Stephen Henderson resalta como Bono, Russell Hornsby es divertido como Lyons, y Jovan Adepo interpreta a Cory como un adolescente frustrado, un chico difícil que termina odiando su padre debido a las diferencias emocionales y de personalidad que existen entre ellos.
Como director, Denzel Washington logra capturar la atmósfera de los años 50 a la perfección —desde las actitudes de los personajes hasta la colorización de la imagen y el vestuario. Su estilo de dirección es cumplidor, “Fences” es una versión muy fiel, casi directa, del texto teatral al cine, por lo que se siente como si fuera el registro de una obra de teatro. Previsiblemente, hay mucho dialogo y poca acción, pero cuando el dialogo es tan bueno y las actuaciones tan efectivas, resulta casi imposible aburrirse.
“Fences” no es la más llamativa de las nominadas al Óscar a Mejor Película este año; se trata de un gran texto llevado a la pantalla grande de manera competente, pero no muy original. Las actuaciones son excelentes y el diálogo es casi hipnotizante. Y el epílogo de la historia, el cual probablemente funciona muy bien en el escenario, cuando es presentado de manera más sutil, simplemente no funciona en el cine. “Fences” es un drama potente pero fallido, el cual sin embargo no merece estar ausente de la cartelera local este año. Ojalá logre estrenarse en nuestros cines eventualmente.
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