[Crítica] «Creed 2»: Defendiendo el legado


Creed 2 no la tenía fácil. La primera “Creed” no fue solo una grata sorpresa para aquellos fanáticos —y no tan fanáticos— de la saga de “Rocky” que creían que iba a ser una secuela más, si no que también catapultó a su director y coguionista, Ryan Coogler, al “A-list” de Hollywood, permitiéndole dirigir filmes como la taquillera —y sorprendentemente “oscarizada”— “Pantera negra”. Además, considerando que aquella cinta contaba una historia completa, sin final abierto y sin nudos por resolver… ¿qué más podría quedar por contar en una segunda entrega?

Pero Hollywood es Hollywood, y como la primera “Creed” fue tremendo éxito de taquilla y de crítica, tenían que sacar una secuela. Esta vez, Coogler solo cumple el rol de Productor Ejecutivo, y de la dirección se encarga Steven Caple Jr., cuya filmografía está llena de cortometrajes. Desgraciadamente, se nota la ausencia de Coogler en “Creed 2”. No se trata de una mala secuela, pero sí de una cinta totalmente previsible, la cual sigue todas las convenciones del subgénero de película deportiva, para entregarnos una historia innegablemente emocionante y emotiva, pero carente de sorpresas. “Creed 2” se preocupa mucho por el legado de la saga de “Rocky” y por darle al público lo que quiere, y no tanto por desarrollar temas novedosos o permitirle madurar a sus protagonistas. Por ende, termina siendo una leve decepción, por más que se trate de una película competente y entretenida.

“Creed 2” maneja una estructura narrativa que se ha visto incontables veces en el cine de deportes. Al comenzar la película, Adonis Creed (Michael B. Jordan) se encuentra en la cima del mundo: es campeón mundial, está a punto de pedirle a su novia, la cantante Bianca (Tessa Thompson) que se case con él, y tiene al legendario Rocky Balboa (Sylvester Stallone) de entrenador. Pero las cosas cambian cuando el viejo rival de Rocky, Ivan Drago (Dolph Lundgren) llega a EE UU con su hijo, Viktor (Florian Munteanu) para cobrar venganza. Este último reta a duelo (de boxeo) a Adonis, y nuestro protagonista no puede resistir la tentación.

Desgraciadamente, se pelea con Rocky y se deja llevar por el odio, lo cual termina en una derrota que lo deja inesperadamente malherido. Consciente de que necesita una verdadera razón para pelear —fuera de la sed de venganza—, Adonis tendrá que encontrar suficiente motivación para enfrentarse de nuevo a Viktor, y defender el legado de su padre, Apollo Creed. Por su parte, Rocky tendrá que encontrar el valor para volver a hablar con su hijo, Rocky Jr., y Bianca tendrá sus propios problemas, tanto profesionales como personales.

El mayor problema de “Creed 2” es que, a los veinte minutos de haber comenzado la película, uno ya sabe cómo va a terminar. Sabemos que ciertas escenas no pueden llegar a ser tan importantes como la película nos quiere hacer creer —de lo contrario, el filme terminaría demasiado pronto—, y sabemos que, eventualmente, Adonis tendrá que enfrentarse a Viktor en una batalla final. La estructura del guión no es nada del otro mundo: el protagonista comienza en la cima del mundo, para luego ser derrotado; toca fondo, se motiva, se recupera, se vuelve a enfrentar a su enemigo, y encuentra la verdadera motivación para seguir viviendo con sus seres amados. Es una historia bien contada —ayuda que ya nos identifiquemos con los protagonistas, principalmente gracias a la primera película—, pero es absolutamente previsible y plana.

Lo cual es una pena, porque una de las razones por las que la primera “Creed” funcionaba tan bien, es porque agarraba algunas convenciones del género, y les daba un giro interesante, o al menos las presentaba de manera distinta. Obviamente sabíamos que Adonis iba a vencer todos sus obstáculos, y que eventualmente le haría honor al legado de su padre, pero ninguna de las contorsiones narrativas del primer filme eran presentadas de manera demasiado obvia. Además, Coogler demostró con aquella cinta que es un maestro de la manipulación emocional, capaz de desarrollar momentos verdaderamente emotivos. “Creed 2” me emocionó, sí (especialmente durante la pelea final), pero nunca al nivel de su predecesora.

En todo caso, por más que la película sean tan previsible y de corte tradicional, no se puede negar que está bastante bien contada. La historia se mueve a buen ritmo, las peleas están intensamente coreografiadas, y las relaciones entre protagonistas están bien definidas —la vida personal de Adonis se entrelaza de manera elegante con su carrera. No, el filme no cuenta con ninguna pelea en plano secuencia, y los golpes no se sienten tan crudos como uno esperaría, pero el simple hecho de que estos encuentros todavía generen tanta emoción y adrenalina definitivamente ayuda a aumentar la tensión. Si la primera “Creed” es una cinta de deportes sobresaliente, la secuela es el perfecto ejemplo de lo que se puede hacer con la fórmula del subgénero.

El Adonis Creed de Michael B. Jordan sigue siendo igual de interesante que en la primera película. Por más que esté pasando por un arco de personaje bastante tradicional, el trabajo de Jordan ayuda a que se sienta verosímil. Además, su impresionante condición física —parece un diagrama de libro de anatomía— ayuda al realismo de cada pelea. Por su parte, Stallone sigue demostrando que es el único que entiende a Rocky Balboa. Puede que no tenga tanto que hacer en comparación a la película anterior, pero su presencia sigue siendo todo un deleite, y su última escena cuenta como una excelente despedida para este clásico personaje. 

Tessa Thompson, una joven actriz que parece ser incapaz de dar una mala interpretación, resalta en un rol algo ingrato, y el Ivan Drago de Dolph Lundgren no hace más que abusar de su hijo, y mirar molesto a medio mundo. Por su parte, el Viktor Drago de Florian Munteanu es algo decepcionante. Podría haber sido desarrollado como una contraparte oscura de Adonis, una versión fallida y corrupta de nuestro protagonista, pero más bien es presentado como un ser casi incapaz de decir más de un par de oraciones seguidas. Es grande e intimidante, de eso no hay duda, pero el darle una personalidad más interesante hubiese ayudado a que sus enfrentamientos con Adonis sean más estimulantes.

“Creed 2” es una secuela servicial; hace lo que todo fanático de la franquicia quería que haga, ni más, ni menos. Es una película de boxeo totalmente previsible, llena de momentos en los que se supone el público tiene que pararse y aplaudir, así como referencias a las películas anteriores de la saga, desde “Rocky 2” hasta, por supuesto, la primera “Creed”. No obstante, palidece en comparación a esta última precisamente porque se resigna a seguir la fórmula del subgénero y nada más. “Creed 2” emociona porque está bien dirigida y bien actuada, y porque le tenemos cariño a estos icónicos personajes, pero no porque esté particularmente bien pensada. Es un desenlace decente para la saga, pero dudo que vaya a ser recordada como una de las entregas más sobresalientes.

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Una respuesta

  1. Avatar de Douglas Rubio

    «Creed 2” emociona porque está bien dirigida y bien actuada», suficientes motivos para ir a verla.

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