[Crítica] Festival de Sundance: Cha Cha Real Smooth – Navalny


Cerrando mi cobertura del Festival de Sundance 2022, comparto mis críticas de Cha Cha Real Smooth y Navalny. Ambas películas ganaron el premio del público en las secciones competitivas de Drama de Estados Unidos y Documental de Estados Unidos, respectivamente.

Cha Cha Real Smooth (2022)

Esta es es una encantadora y perspicaz comedia romántica que, a pesar de seguir ciertas pautas del género, también las subvierte y reinventa. Al centro del relato palpitan dos personas extraviadas que, al conocerse, establecen una poderosa conexión emocional que les da una brújula a sus vidas, aunque solo sea de forma temporal.

Andrew (Cooper Raiff) es un veinteañero que, tras terminar la universidad, trabaja desganadamente en el patio de comidas de un centro comercial. Cuando es contratado por unas entusiastas mamás judías para que anime los bar mitzvahs de sus hijos adolescentes, Andrew conoce a la treintañera Domino (Dakota Johnson) y su hija autista Lola (Vanessa Burghardt). De inmediato congenia con ambas y consigue otro empleo temporal: ser niñero de Lola.

Luego de su prometedora ópera prima Shithouse (2020), el director Cooper Raiff muestra en su segundo largometraje el devenir de algunos personajes que no saben muy bien hacia dónde orientar su vida ni a qué salvavidas aferrarse en medio del océano de responsabilidades y expectativas sociales. Con un humor refrescante y una sensibilidad transparente, explora sus dilemas, sus temores y su búsqueda de un lazo afectivo sincero.

Como productor, director, guionista y protagonista de esta película, Raiff se revela como un talentoso y polifacético cineasta joven, dueño de una voz distintiva y una tendencia a desafiar las expectativas al recorrer caminos alternos para sus personajes. Por su parte, Dakota Johnson exuda un carisma natural a pesar de la tristeza inherente de Domino, y la debutante Vanessa Burghardt está fantástica como Lola, ofreciendo un retrato inusualmente cálido de una persona con autismo.

Este documental ofrece una mirada punzante y reveladora sobre el poder avasallador de Vladimir Putin en Rusia, que se esparce como un insecticida que fumiga a su paso todo lo que le resulta incómodo. Con el dinamismo inquieto y el suspenso escalofriante de un buen thriller de espías, este film narra las causas y las consecuencias del fallido intento de asesinato que sufrió Alexei Navalny, el líder de la oposición, tras anunciar su postulación a la presidencia y convertirse de facto en el principal rival de Putin.

A través de entrevistas en profundidad a Navalny, así como miembros cercanos de su familia (su esposa y su hija) y su equipo de trabajo, conocemos distintas facetas y pensamientos de este hombre carismático, astuto y vanidoso. Como buen político, Navalny domina el arte de elegir las palabras precisas para elaborar mensajes que calen en su audiencia y que lo ayuden a crear la mejor versión posible de él.

Afortunadamente, el director Daniel Roher (Once Were Brothers: Robbie Robertson and The Band) no solo escucha atentamente a su protagonista y le permite explayarse sobre sus puntos de vista, sino que también encuentra el momento propicio para cuestionarlo por qué se ha aliado con sujetos y colectivos que profesan un nacionalismo extremo que podría desembocar en actos violentos. Desprevenido ante la pregunta, Navalny solo atina a responder que debe recibir toda la ayuda que pueda para lograr el objetivo de vencer a Putin.

Lo más fascinante del documental es la forma ágil y contundente en que narra el atentado que ocurrió a bordo de un avión, donde Navalny fue envenenado con una sustancia química muy potente que casi le ocasionó la muerte. En una escena tensa e impactante que supera a cualquier ficción, Navalny llama por teléfono a uno de los científicos que participó en el planeamiento del intento de asesinato y se hace pasar por un alto funcionario del Kremlin para obtener información que compruebe que Putin estuvo detrás de todo. Mientras asistimos impacientes a la detonación de la bomba que representa la confesión del químico, es inevitable preguntarse hasta dónde es capaz de llegar un hombre tan atornillado en el poder y tan embriagado con la luz de los reflectores que lo alumbran, que no puede permitir que nadie le haga sombra.


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