[Crítica] «Holy Spider» (Dinamarca, 2022), de Ali Abbasi


Basada en la historia real de un asesino de trabajadoras sexuales en la ciudad de Mashhad en Irán a principios de los 2000, “Holy Spider” es una experiencia tensa, por momentos desagradable, e innegablemente potente. Lo que tenemos acá es una película que se desarrolla como un thriller criminal, pero sin depender de un misterio central o de una investigación sobre la que el espectador sabe poco o nada. De hecho, la película no se demora en revelar la identidad del asesino de estas mujeres: un hombre de familia aparentemente común y corriente llamado Saeed (Mehdi Bajestani), que sin embargo está obsesionado con “limpiar” su ciudad, deshaciéndose de aquellas mujeres que él considera son impuras.

Es así que la película va entrelazando dos historias en paralelo. La del asesino, quien tiene que lidiar con sus propios demonios internos y con las sospechas de su familia (su esposa, su hijo y hasta sus suegros), y la de una reportera llamada Rahimi (Zar Amir-Ebrahimi), quien ha llegado a la ciudad exclusivamente para buscar pistas sobre estos asesinatos. Ella cuenta con la ayuda de otro periodista, pero desgraciadamente tiene que enfrentarse a todo tipo de obstáculos para poder seguir con su trabajo: los oficiales de policía que no la consideran como una profesional, los hombres que la acosan, y una sociedad aparentemente lista para perdonar a un asesino de mujeres, solo porque están de acuerdo con sus horribles justificaciones.

“Holy Spider” se adentra así en un mundo terrible; en una ciudad sagrada (término que es utilizado irónicamente para calificar al asesino en el mismísimo título del filme), pero que considera a las mujeres como seres inferiores, y a las trabajadoras sexuales como algo incluso peor. Resulta chocante ver la facilidad con la que Saeed es capaz de llevarse a estas mujeres en su motocicleta, para luego ahorcalas y deshacerse de sus cuerpos; la frialdad con la que sigue cometiendo estos crímenes una y otra vez, y el aparente desinterés que tiene la policía en encontrarlo, al menos hasta que Rahimi entra a tallar. Nadie se quiere involucrar porque, hasta cierto punto —y en algunos casos—, piensan lo mismo que Saeed mientras mata a estas personas.

Lo cual se hace incluso más evidente durante la segunda mitad del filme. “Holy Spider” está estructurado de manera curiosa, haciendo que acompañemos a Rahimi en su investigación y a Saeed en sus matanzas durante la primera mitad de la historia, para cambiar de estilo y de estructura durante la segunda. No quiero incluir spoilers, por lo que solo diré que esta segunda mitad de la película es despiadada en su interpretación de la sociedad en la que viven los personajes, mostrándonos a gente que no tiene problemas en apoyar a un asesino de dieciséis mujeres, y a un sistema gubernamental dispuestos a ejecutarlo… por más de que ellos también estén contribuyendo a un contexto extremadamente hostil hacia las mujeres.

Lo que la película nos termina diciendo, entonces, es que esto sucedió hace más de veinte años, pero que las cosas, desgraciadamente, no han cambiado mucho en el Irán contemporáneo (recordemos todas las protestas que se han llevado a cabo este año en aquel país, y que todavía siguen ocurriendo). Y también que, a pesar de que Saeed eventualmente fue atrapado (esto no es un spoiler, considerando que la película está basada en un caso de hace tanto tiempo), habrán muchos más como él. Hombres violentos y agresivos que odian a las mujeres, y que no tienen problemas a la hora de pegarles, matarlas, o hasta hacer demostraciones de violencia con sus propios seres queridos (por ejemplo, sus hermanas menores). Saeed no era más que un representante de toda una clase de hombres que, desgraciadamente, cuentan con todo tipo de cargos de poder y supuesto respeto.

Como muestra de esto tenemos la historia de trasfondo de Rahimi; una mujer independiente y trabajadora, que fue despedida luego de ser acosada por su jefe. Ella es la víctima, y sin embargo ella es la que se queda sin trabajo. Y lo que es peor: los rumores la tratan como “perra”, culpando a la víctima y no al victimario. O tenemos también a cierto oficial de policía que interactúa con ella; un acosador sexual que aprovecha una posición de poder para atacar mujeres sin percibir ningún tipo de consecuencia. Estos personajes viven en un mundo controlado y abusado por hombres; un mundo que, desgraciadamente, todavía existe el día de hoy.

Las actuaciones son todas de muy bien nivel, pero quienes destacan son, lógicamente, los dos protagonistas. Zar Amir-Ebrahimi ganó el premio a mejor actriz por este rol en el Festival de Cannes de este año, un reconocimiento totalmente justificado. Amir-Ebrahimi convierte a Rahimi en una representante del público en la historia, pero también en una mujer fuerte y de potentes convicciones, que intenta trabajar lo mejor posible en una sociedad que la menosprecia una y otra vez. Y Mehdi Bajestani convence en el rol de Saeed, humanizándolo a cierto punto, pero sin ayudar a justificar sus acciones o su punto de vista. De hecho, resulta perturbador verlo como un padre que claramente ama a su familia… pero también como un asesino despiadado de mujeres.

“Holy Spider” no es una película clásicamente entretenida. Nos adentra en un desagradable mundo de misoginia, agresividad, sangre y violencia sexual —claramente, no es el tipo de experiencia al que cualquier espectador le gustaría tener en cualquier momento. Sin embargo, considerando el buen trabajo que hace a la hora de desarrollar a sus personajes, y a este mundo que, tristemente, se siente todavía muy cercano, tampoco se puede dejar de recomendar. “Holy Spider” es un filme basado en un horrible caso real, que nunca romantiza ni justifica los actos de su asesino protagonista, y que más bien nos invita a cuestionar, reflexionar y reaccionar. Puede que la historia se lleve a cabo hace más de veinte años, pero no podría dejar de ser más relevante en nuestros días.

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