Críticas

[Festival Hot Docs] El castillo (Argentina, 2023)

El castillo es una simpática docuficción, del director y guionista argentino Martín Benchimol, que retrata la vida cotidiana de una madre y su hija adulta en una vivienda de arquitectura y entorno bastante peculiares. Justina Olivo trabajó desde niña como empleada doméstica para la señora acaudalada que vivió en lo que a primera vista parece un castillo, por su única torre con tejado cónico. Al no dejar descendientes y antes de morir, la dueña le cedió la propiedad a Justina bajo la condición de que nunca la vendiera. Lejos de ganar la lotería, Justina y su hija Alexia se vuelven empleadas permanentes de una propiedad ruinosa, desbordante y recóndita que además incluye animales de granja. El resultado es un Grey Gardens (1975) argentino menos histriónico, donde una mansión decadente pone a prueba la resiliencia y la armonía de sus nuevas inquilinas.       

La comparación con el icónico documental de los hermanos Maysles se hace inevitable por la relación materno-filial de sus protagonistas, por el trasfondo opulento de la vivienda, y por su estructura narrativa y tono cómico. Pero la fascinación y morbo por las parientes olvidadas y perturbadas de Jackie Kennedy no aplica para unas argentinas que nunca han sido, ni soñado con ser, ricas. Justina y Alexia son interesantes precisamente por encarnar lo opuesto. Mientras que Justina se comporta como una guardiana perpetua del legado de su jefa difunta e incentiva la misma devoción en su hija, Alexia tiende a refugiarse en videojuegos e internet mientras prepara en secreto su regreso a Buenos Aires. Aunque sus aspiraciones divergentes y peleas espontáneas evocan la dinámica disfuncional de las estadounidenses, Justina y Alexia nunca se dan al abandono ni terminan por humillarse mutuamente. El castillo en ese sentido es más entrañable y optimista que su antecesor.       

La fotografía también es otro punto que la desmarca de Grey Gardens. Mientras que los Maysles adoptaron una cámara móvil inestable compatible con su estilo cinéma verité, Benchimol opta por una cámara fija que extrae composiciones interesantes de las diversas perspectivas dentro y fuera del susodicho castillo. Ciertos planos picados y contrapicados del interior resaltan lo laberíntico y oscuro que es y confirman su connotación de prisión para las inquilinas. Benchimol tampoco interactúa con las mujeres ni hace que estás se dirijan a la cámara. La rutina de ambas y sus interacciones con terceros son las únicas formas que tenemos de conocerlas. La única intervención notoria e impertinente se da con la visita de los supuestos familiares de la dueña original del castillo. Aunque permiten apreciar mejor las diferencias entre madre e hija respecto a sus aspiraciones personales, los visitantes resultan poco convincentes en sus roles ficticios.         

Sin alcanzar la relevancia de Grey Gardens, El castillo resulta encantadora como documental sobre dos mujeres comunes y corrientes envueltas en una situación excepcional y engañosa. La representación lésbica latinoamericana de Alexia le da un valor añadido, especialmente en relación con una madre amorosa aunque exigente como Justina. Los planos finales resumen muy bien el espíritu modesto y risueño de una obra que rescata el valor de la familia por encima del de  cualquier herencia material, y que por ende vendría muy bien de programar para el día de la madre antes que cualquier ficción genérica hollywoodense.    

Esta entrada fue modificada por última vez en 2 de mayo de 2023 16:11

Gustavo Herrera Taboada

Máster en Estudios de Cine en la Universidad de Columbia. Máster en Gestión Cultural en la Universidad Carlos III de Madrid.

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