Inicialmente, “Garra de hierro” (The Iron Claw, 2023) parece ser una película más de deportes, al más puro estilo de la clásica “Rocky”. Después de todo, se centra en una familia —los Von Erichs— dedicada casi enteramente al mundo de la lucha libre, en donde tienen que esforzarse para salir adelante y destacar de entre tanta potencial estrella. Sin embargo, rápidamente la película dirigida por Sean Durkin (“Martha Marcy May Marlene”) demuestra ser algo más: una tragedia basada en hechos reales, en donde la muerte, el abuso y la obsesión son pan de cada día. Se trata de un enfoque relativamente novedoso que logra desarrollar una historia de forma innegablemente emotiva, permitiéndole a Zac Efron demostrar lo mucho que ha madurado como actor desde las épocas de “High School Musical”.
Esto es porque percibimos la mayor parte de la historia desde la perspectiva del personaje de Efron, Kevin Von Erich. El filme comienza a principio de los años 80, luego de que su padre, Fritz (el siempre infravalorado Holt McCallany, de “Mindhunter”) se ha retirado del mundo de la lucha libre, sin haber logrado su mayor objetivo: ganar el campeonato mundial de pesos pesados. Pero es precisamente esa obsesión la que lo lleva a criar a sus hijos no como chicos comunes y corrientes, sino como potenciales atletas. De hecho, ni siquiera le da vergüenza decirles, en una de las primeras escenas de la película, cuáles de ellos son sus hijos favoritos y cuáles no, dejando en claro que su lista de preferencia podría cambiar en cualquier momento.
Primero está Kerry (Jeremy Allen White, de la popular serie “The Bear”), quien estaba preparándose para las Olimpiadas, las cuales fueron eventualmente canceladas por razones políticas. De ahí, por supuesto, está el ya mencionando Kevin, quien está prácticamente listo para pelear por el campeonato mundial de pesos pesados. Luego, tenemos a David (Harris Dickinson, de “El triángulo de la tristeza”), quien al comenzar el filme recién se está metiendo en el mundo de la lucha libre, pero ganando terreno rápidamente. Y finalmente, está Mike (Stanley Simmons), quien está más interesado en la comida y la música que en las peleas. Es a través de estos personajes que somos testigos de una historia de tragedia, violencia, y padres poco empáticos, incluyendo a la madre de los Von Erich, la religiosa Doris (Maura Tierney).
Ahora bien, por más de que “Garra de hierro” esté basada en una historia real, vale la pena mencionar que el director-guionista Sean Durkin ha cambiado, movido, desordenado y exagerado eventos para que la narrativa de su película funcione mejor. Nadie debería confundir este film con un documental cien por ciento preciso. Por ejemplo, un hermano adicional (Chris) es omitido de la historia, y muchos de los eventos que se nos presentan en realidad sucedieron de otra manera o en otro orden, incluyendo algunas de las situaciones más trágicas. Lo importante, en todo caso, es que se mantiene el respeto hacia los personajes, así como la sensación general de lo que sucedió; el orden de los eventos y el paso del tiempo no son del todo importante para Durkin (por ejemplo, tanto McCallany como Efron lucen prácticamente iguales tanto al principio como al final de la cinta, por más de que hayan casi veinte años de diferencia entre ambos momentos), por lo que tampoco deberían serlo para nosotros.
Lo importante, en todo caso, es que en términos generales, el drama en “Garra de hierro” funciona para hacernos empatizar con el personaje de Kevin. A lo largo de la historia, él menciona que su familia está “maldita” porque siempre les pasan cosas terribles, pero poco o poco, uno comienza a entender que no se trata de una maldición, sino de las consecuencias de sus acciones. Las consecuencias de tener un padre obseso e irresponsable; las consecuencias de tener una madre que se hace la loca cada vez que pasa algo malo, y las consecuencias de tener hermanos enérgicos y amables, pero con demasiadas ganas de complacer a su padre. Son las malas decisiones, la negligente crianza y la violencia que los rodea, lo que finalmente hace que la tragedia los persiga a través de los años.
De todo el reparto, quien ha atraído la mayor atención es Efron, y con justa razón. La ex estrella de Disney Channel demuestra la clase de rango actoral que tiene, desarrollando a Kevin como un hombre que ha sido criado para pelear y esconder sus sentimientos, capaz de enamorarse (en este caso de Pam, una siempre impecable Lily James) y emocionarse, pero incapaz de llorar o mostrar debilidad ante su padre. Se trata de una interpretación sutil, que nos dice mucho a través de lo que no muestra, y que además representa un cambio físico importante para Efron, quien se ve inflado por lo musculoso que se hizo para el rol. Resulta injusto, entonces, que no haya sido nominado a los Premios Oscar por este papel, pero igual uno queda con la sensación de que tendrá más oportunidades similares en el futuro no tan lejano.
El resto del reparto está compuesto de excelentes actores, pero lamentablemente, ningún personaje está igual de bien desarrollado que Kevin. Como vemos la historia desde su perspectiva, percibimos, por ejemplo, a sus hermanos como figuras idealizadas (y eventualmente rotas), y no tanto como seres humanos tridimensionales. No obstante, tanto Jeremy Allen White como Harris Dickinson y Stanley Simmons dan interpretaciones notables, haciendo mucho con poco y transmitiendo una palpable sensación de camaradería. Por su parte, Holt McCallany está excelente como Fritz, interpretándolo como un hombre fallido y no como un villano de caricatura; capaz de amar y razonar, pero obsesionado con la victoria. Y tanto Lily James como Maura Tierney tienen roles pequeños pero importantes como Pam y Doris, respectivamente; son como miembros del público que solo se dedican a ver un espectáculo de dolor y negligencia.
Fuera del drama, no se puede negar que el contexto en el que se lleva a cabo “Garra de hierro” es fascinante, y Durkin lo utiliza eficientemente, revelando algunos “secretos” del mundo de la lucha libre, y dando a entender que, a pesar de que hay muchos elementos que son arreglados antes de una pelea, igual estos atletas se pueden pegar y herir de verdad. El dolor que los hermanos sufren es tanto psicológico como físico, y lo segundo muchas veces termina llevándolos a lo primero. Es así que los combates son presentados de forma brutal y directa, muchas veces con cámaras en mano dentro del ring, para que el espectador se sienta como parte de ellos. No obstante, y como ya se ha dicho, la peleas no son el foco de esta película; son la razón de ser de estos personajes, lo que los conduce a comportarse como se comportan, todo debido a cómo han sido criados y manipulados por Fritz.
“Garra de hierro” es el tipo de película que debería tocarlos de un modo u otro —ya sea por los eventos trágicos que suceden a lo largo de la historia, por el arco de personaje por el que traviesa Kevin, o incluso por lo que cualquier padre de familia o hermano podría reconocer en las interacciones entre protagonistas. Sí, es verdad que no todos los personajes secundarios están bien desarrollados, y que cierta escena en una versión del Mas Allá se siente muy fuera de lugar. Pero independientemente de aquellos defectos —narrativos y de personajes—, la película funciona como un drama competente y verosímil, centrado en la mejor actuación que Zac Efron ha dado hasta el momento. “Garra de hierro” no es una cinta de deportes más, y agradezco que Durkin y su equipo se hayan animado a hacer algo distinto y menos previsible.
Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de A24.
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