Las chicas son chicas
La primera película que he visto en la 10 Semana del Cine Ulima proviene de la India. Esta obra, titulada Girls Will Be Girls, es una ópera prima de la directora Shuchi Talati. Narra las peripecias amorosas de Mira (Preeti Panigrahi), una estudiante adolescente de una escuela de elite en el norte del país, con Sri (Kesav Binoy Kiron), un joven alumno recién llegado, y los conflictos que se generan con un entorno social doblemente opresivo –familia y escuela– en el que transcurre la acción.
A través de una mirada delicada y contenida, el filme explora las estrictas estructuras patriarcales que rigen la vida de las adolescentes escolares en la sociedad india. Aunque en el caso de Mira esta parece empoderada y respetada en la escuela, se muestra cómo es sometida a una vigilancia constante, tanto en su hogar como en el colegio, tanto por sus padres como por sus compañeros.
Hace muchos años, cuando estaba en el colegio, uno de los primeros libros que leí fue El avaro de Molière. Me gustó tanto que seguí con varias de sus comedias e incluso iba al teatro a verlas. En ellas, aparte de la sátira a tipos sociales universales, casi siempre aparecían personajes jóvenes que enfrentaban las restricciones impuestas por sus familias en la toma de decisiones amorosas.
Sin embargo, a diferencia de aquellas obras clásicas, aquí la represión y control están imbricados en el contexto patriarcal contemporáneo de la India, un país cuya población es casi cercana a la suma de la población de América y Europa juntas; por lo que este asunto del patriarcado debe tomarse en cuenta seriamente.
De forma similar, este tema es recurrente en producciones de otros países –como en las series y telenovelas turcas, por ejemplo– en las que esta estructura social opresiva, a menudo vinculada a la religión, está naturalizada y no es cuestionada como tal; de igual forma que en las obras de Molière en el siglo XVII.
Estas digresiones parecieran referirse a un pasado remoto o a lugares exóticos. No es el caso. En Perú, por ejemplo, el poder del fundamentalismo religioso es muy fuerte, intenta eliminar el Ministerio de la Mujer, se opone a la educación sexual y defiende explícitamente –desde los púlpitos y el Congreso– al patriarcado, su supuesto carácter “protector”, la subordinación de la mujer al varón y algunos clérigos evangélicos hasta justifican la violencia contra la mujer.
Dado estos entornos patriarcales, la película es cautelosa en el tratamiento de la sexualidad, presentándola de manera insinuada a través de detalles sutiles, como un leve roce de manos, o incluso implícitos; lo que pareciera estar hecho ex profeso, sugiriendo incluso una autocensura de la directora (lo que me recuerda similar tratamiento pero del asunto de la cancelación en Tár, el filme de Todd Field). No hay desnudos ni escenas explícitas, aunque ocurre el acto sexual y caricias diversas, las que se muestran de manera pudorosa, inicialmente con ternura mutua pero luego con cierta incomodidad para Mira.
La joven protagonista comienza a observar y cuestionar la realidad que la rodea, en el marco de su deseo de autonomía y capacidad de agencia. Este conflicto se va haciendo más complejo con la interacción con su grupo de pares (rechaza un aparente ofrecimiento de relaciones y matrimonio con uno de sus compañeros), con las autoridades de la escuela, con su madre Anila (Kani Kusruti, quien protagoniza el otro film indio en este festival, All We Imagine as Light) y con Sri.
De esta forma, a la estructura de vigilancia y represión sexual sobre ella y su amante, se superpone una vigilancia materna ambigua y ambivalente sobre la pareja; una de las formas posibles del pretendido carácter “protector” de patriarcado, aunque ejercido esta vez por la madre, siendo esta la parte magistral y más original del filme. Y, sobre este plano de sentido, se montaría una tercera línea de acción, la del castigo a la autonomía y agencia femeninas.
En consecuencia, estamos ante una cinta de iniciación sexual y aprendizaje de vida que inesperadamente– resulta ser por partida doble. El final, abierto y reflexivo, deja al espectador en suspenso y a las protagonistas aleccionadas; aunque lo relevante radica en el recorrido emocional y los desafíos enfrentados en un entorno patriarcal inalterado. Las actuaciones son destacables, especialmente la de la joven protagonista, cuya interpretación transmite los varios y dolorosos matices incrustados en los dilemas que enfrenta; a lo que se suman las buenas caracterizaciones del resto del elenco. Película muy recomendable.
Deja una respuesta