Con imágenes inéditas y archivos de la época, el documental Diego Maradona reconstruye el vertiginoso periodo que el futbolista argentino vivió en Italia tras fichar por el Napoli en 1984. El documental sigue su consagración en el Mundial de 1986, su transformación en ídolo absoluto en una ciudad marginada y la creciente presión mediática y personal que lo llevó al colapso.
Luego de haber visto por primera vez su documental más reciente sobre Roger Federer (Federer: los últimos doce días), revisar por segunda vez esta magistral cinta, ahora en pantalla grande gracias al Festival LimaDocs, me hace entender mejor qué es lo que hace que aquel otro documental falle. En el de Federer, si bien hay una interesante exploración sobre su trayectoria y el camino trazado, creo que el director Asif Kapadia se siente más limitado. Lo que hace allí no es más que seguirlo en ese trayecto, esperando a ver qué dirá sin mayor cuestionamiento.
Puedo entender que su enfoque tal vez no era ser incisivo. Sin embargo, si a eso le sumamos el, en mi opinión, pobre planteamiento cinematográfico, lo hecho en Diego Maradona sigue siendo muy superior. Si algo destaco de este documental es que, aunque el astro del fútbol es el centro de todo, el tratamiento que el cineasta le da no es el de una clásica figura emblemática a la que solo hay que conocer, quedándose con la lista de datos que se ven en todo lado.
Aquí Maradona, sabiendo la gran variedad de facetas que tiene, adopta la forma de un personaje caído en desgracia, uno que tuvo el mundo a sus pies y cuyo peso fue tal que perdió toda clase de dominio frente a lo que esa responsabilidad significaba. Básicamente, una clásica historia de ascenso y caída, teniendo este período en Nápoles como aquel tiempo que encapsula a la perfección todo lo que el fútbol ha significado en sus años de vida mediática.
Kapadia, mediante esas 500 horas de archivo disponible, construye con mucha precisión este relato, dándonos el mínimo indispensable de contexto al inicio sobre quién es Diego Maradona, para de ahí entrar de lleno a Nápoles, un lugar que se recalca lo olvidado que estaba, menospreciado por los mismos italianos. Por eso, la llegada de alguien así de importante tendría que cambiarlo todo.

Sin embargo, así como ese cambio puso a esta pequeña ciudad en el mapa y enalteció la figura del futbolista en el punto máximo de su fama, también impulsó lo peor de cada lado. El director disecciona ambas caras, trayendo las alegrías y penurias por igual, permitiéndonos gozar de momentos como el del “barrilete cósmico” a los ingleses en el Mundial de México o duros episodios como los vínculos con la mafia, los cuales, debido a poner en primer lugar sus convicciones como argentino, causarían que se vuelva un paria en la tierra donde supo ser un dios. Claro que eso sería momentáneo, porque en los últimos momentos del documental, luego de que todo haya pasado, tanto el propio protagonista (mediante el archivo y su narración en off) como el director caen en cuenta del peso de las acciones. Y si bien hay cosas que todavía deben repararse, el impacto causado no se borra.
Ahí está, a mi parecer, lo mágico de Diego Maradona como documental. Ya al inicio, la tesis planteada por Fernando Signorini, el preparador físico del futbolista, dejaba en claro lo que Asif Kapadia quería hacer con este filme: analizar la dualidad de tan complejo ser humano, invitándonos a ver esa batalla constante entre Diego (el hombre) y Maradona (el monstruo, el dios, el mito). Es verdad que no abordará al futbolista en todo su abanico de facetas de forma directa, como sí lo hizo el documental de Emir Kusturica (Maradona por Kusturica), pero creo que es esa manera en que, mediante el archivo, Diego es moldeado lo que demuestra su influencia y capacidad para llegar a toda clase de espectador, sin importar lo que lo componga a nivel emocional o ideológico.
Volviendo a lo dicho al inicio sobre el documental de Federer, si soy completamente subjetivo, puedo decir que así como no soy un entusiasta del tenis, tampoco lo soy del fútbol, siendo un factor que podría alejarme de este documental. Pero la diferencia, lo determinante, es el enfoque. Y si aquí tenemos a una figura tan rica en contradicciones, capaz de contar una infinidad de historias fascinantes y rodeado por tanta luz y oscuridad, era obvio que la calidad iba a crecer. Si además se tiene el talento suficiente para darle un rumbo claro a ese bólido que es Diego Armando Maradona, la grandeza está asegurada.
Deja una respuesta