Conflictos militares, problemas económicos y mucha incertidumbre fueron parte del contexto que rodeó el estreno de Exterminio (28 Days Later, 2002), hace ya 23 años. Poco ha cambiado desde entonces; más bien, se han sumado muchas otras preocupaciones que Danny Boyle busca retratar en su secuela, Exterminio: la evolución (28 Years Later, 2025), junto a su colaborador en el guion de la primera parte, Alex Garland (Ex Machina). Lejos de ser simplemente una continuación por legado o una repetición que desgaste el cine de zombis (los cuales, en esta saga, no necesariamente lo son), Boyle reinventa su propia cinta y utiliza el contexto postapocalíptico para hablar de temas más cercanos: el fascismo, la libertad, el amor y, sobre todo, la vida y la muerte que nos rodean.
El film utiliza el personaje de Spike (Alfie Williams), un niño que comienza a descubrir el pasado y el presente del mundo, como vehículo para observar distintas respuestas psicológicas ante un mundo de infectados. Desde el padre que lo ve todo como una misión de heroísmo y supervivencia (retratado también por una cámara dinámica e incluso experimental durante las muertes de los infectados), pasando por la madre al borde de una enfermedad que la mantiene confundida (representada mediante una inestabilidad visual y de montaje que simboliza su falta de cordura), hasta el apacible y por momentos lúgubre temple del doctor Kelson (Ralph Fiennes), donde la cámara adopta momentos de tranquilidad y movimientos más clásicos. Nos ponemos en los ojos de Spike, viendo cómo el peligro cambia a las personas de distintas maneras, y donde solo nos queda observar esos cambios.

Por otro lado, una de las ideas que plantea 28 años después, sin caer en el recurso fácil del melodrama, es la conciencia de la muerte como parte de la vida. Un término clave que se presenta es memento mori («recuerda que morirás»), que permite contrarrestar el miedo a la muerte, y sobre todo a la pérdida de quienes amamos. Y es que, dentro de los momentos de desesperación y agonía, Boyle también encuentra paz y reflexión, algo que sus protagonistas siempre descubren en sus momentos de catarsis.
También hay elementos que apuntan a una creciente idolatría hacia el Reino Unido por parte de ciertos grupos, aún aferrados a la ilusión de una monarquía, como si se tratara de un culto. Asimismo, se retrata de forma torpe y egoísta a las fuerzas armadas. Si bien se entiende el punto de vista de Boyle y su espíritu antibritánico, esta dimensión no se explora lo suficiente, y quizás sea algo que se desarrolle más a fondo en la siguiente entrega.
En palabras finales, 28 Years Later es una fresca resurrección de una saga que desde hace tiempo pedía un cierre más digno que el ofrecido por Exterminio 2 (28 Weeks Later, 2007). Aquí se toman muchas libertades dentro del propio universo, no solo para expandir la temática de los infectados, sino también para abordar problemas universales que han acompañado a la humanidad desde sus inicios.
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