Muchas estrellas del cine estadounidense han hecho de todo para conseguir la fama y el dinero que Hollywood les ofrecía. Han puesto en juego su tranquilidad personal, su vida familiar, han sufrido vejaciones y las han ocultado para ganarse un espacio en la meca del cine. Han soportado de todo con tal de figurar y mantenerse vigentes en las llamativas marquesinas de las salas de cine. Uno de los casos más emblemáticos al respecto es el de la hermosa actriz y cantante Marilyn Monroe (1926-1962), quien hasta el día de hoy sigue siendo materia de nuevos films, documentales y libros.
Monroe ha trascendido a la persona que fue, es una leyenda cinematográfica desde hace más de seis décadas. Tal vez la más grande estrella femenina que ha tenido Hollywood (en este punto no me refiero al talento actoral únicamente, porque en ese rubro destacarían mucho más Ingrid Bergman, Meryl Streep, Katharine Hepburn, Marlene Dietrich, Liv Ullmann o Elizabeth Taylor, por ejemplo). Monroe es un mito inmenso, por lo que cualquier cosa que se diga, escriba o filme acerca de ella será siempre insuficiente, parcial, debatible, controvertido.

En el año 2022, el australiano Andrew Dominik dirigió el film estadounidense Blonde, basado en la novela homónima de Joyce Carol Oates. Interpretar excelentemente a Marilyn le otorgó a la cubana Ana de Armas diversas nominaciones a mejor actriz para el Óscar, Globo de Oro y BAFTA. La vulnerabilidad emocional en el ámbito privado, la ingenuidad fingida ante el público, la capacidad de seducción frente a las cámaras fotográficas y de filmación, su adicción a las pastillas, así como la plena conciencia del magnetismo que su belleza generaba fueron captadas de manera muy convincente por Ana de Armas. Podría decirse que haber personificado a Marilyn Monroe es algo por lo que se le recordará durante mucho tiempo. Ni siquiera el actuar junto a Keanu Reeves en la reciente cinta de acción Ballerina (que tiene incontables escenas de peleas) debe haber sido tan retador para ella como actriz.
Respecto a Blonde, el film tiene un tono triste, donde periódicamente se encuentra a Marilyn absolutamente sola, a merced de los dolorosos hechos que le ocurren (o recordando angustiosamente los que le sucedieron en su penosa infancia), sin nadie que la defienda ni se preocupe por ella. Muchos primeros planos la muestran en sus bruscos cambios de ánimo, debido a los no pocos traumas sufridos en su niñez y vida adulta. Aparte, la ambientación de los años 50 y 60 y el vestuario de la época son correctos en el film. Y el uso de la música es puntual para momentos en los que a Marilyn le ocurre algo importante (mayormente cosas tristes y muy pocas positivas).

No resulta exagerado afirmar que Blonde es el testimonio extremo del costo de la fama. Porque Marilyn pierde demasiadas cosas a nivel familiar y personal a cambio del estrellato. Al final de la película, uno como espectador se pregunta si todas esas pérdidas y vejaciones valieron la pena para ella como ser humano. Lo más probable es que no.
Entre el reparto encontramos a Adrien Brody (dos veces ganador del Oscar a Mejor Actor), quien interpreta al reconocido dramaturgo Arthur Miller, el tercer esposo de Marilyn, quizás el que más la entendió. Mientras que Bobby Cannavale personifica al famoso beisbolista Joe DiMaggio, que fue el segundo esposo de la rubia, con quien tuvo más problemas y solamente se mantuvieron casados nueve meses. Ambos actores dan el temperamento necesario a sus personajes. Además, la actriz Julianne Nicholson interpreta de gran manera a Gladys, la perturbada madre de la protagonista.
Tal vez la película falle en que a Marilyn, ya en su etapa adulta, mayormente se le ve desprotegida de todo, víctima del poder político y del fuerte machismo de la época, así como presa psicológicamente de sus traumas. Cuesta un poco creer que alguien con su nivel de fama, su gran inteligencia (se dice que su IQ era de 165) y el buen dinero que ganaba actuando en el cine no pudiera pagar a una o varias personas para que la protegiesen diariamente.
A pesar de este detalle que afecta un tanto la credibilidad del guion, esto no quita el hecho de que la vida de Marilyn Monroe ha sido una de las más duras que haya tenido cualquier actriz de Hollywood. Y, como vemos en algunas escenas, el enorme peso del personaje Marilyn la llevaba, como persona, a preguntarse quién era en realidad la que vivía esa existencia atormentada y triste: si la actriz icónica a nivel mundial o la niña Norma Jean Baker que nunca pudo ser feliz porque su madre esquizofrénica Gladys Pearl Baker trató de matarla varias veces, o porque su padre Charles Stanley Gifford nunca se hizo responsable de ella ni quiso conocerla (aunque en el film parece que se da un intercambio epistolar entre Marilyn y su padre, pero esto no es un hecho real). Lamentablemente, la fama no puede ocultar y menos borrar el infierno que han sido las vidas de algunas personas, como la de la legendaria Marilyn Monroe.
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