[Crítica] «Pequeñas cosas como estas» (2024): secretos a voces


Basada en el libro del mismo nombre de Claire Keegan, Pequeñas cosas como estas es un drama íntimo que mucho nos dice con la ausencia de cosas. Con la ausencia de comentarios, de emociones, de reacciones, y hasta de cierta gente que debería tener una vida normal como parte de la sociedad. Llevándose a cabo en la Irlanda de 1985, el filme comparte elementos narrativos con la devastadora Las hermanas de la Magdalena (2002), del también actor Peter Mullan, pero esta vez centrándose en un outsider que, gradualmente, descubre lo que sucede en el interior de una Lavandería de la Magdalena. Es así que la cinta termina por homenajear a las vidas perdidas en estas instituciones, a través de una historia fría e inquietante.

El gran Cillian Murphy (Oppenheimer) interpreta a Bill Furlong, padre de familia y dueño de una empresa de repartición de carbón en un pueblo en Irlanda. Se trata de un hombre común y corriente que vive con su familia en una humilde pero cálida casa. Su esposa es la ama de casa Eileen (Eileen Walsh), y sus cinco hijas son Kathleen (Liana Dunlea), la mayor; Joan (Giulia Doherty), Sheila (Rachel Lynch), Grace  (Aoife Gaffney) y Loretta (Faye Brazil). Son, pues, una familia aparentemente normal, que vive el día a día con tranquilidad, formando parte de las costumbres locales, y relacionándose con normalidad con sus vecinos.

Es a través de una serie de flashbacks, sin embargo, que nos vamos enterando de los traumas con los que cuenta Bill. En ellos, nos remontamos a los años 50, en donde un muy joven Bill (Louis Kirwan) vive en una hacienda junto a su madre, Sarah (Agnes O’Casey), su casi padre putativo, Ned (Mark McKenna), y la privilegiada dueña de la propiedad, la Sra. Wilson (Michelle Fairley, de Juego de tronos). Es ahí donde vemos como el niño tiene una existencia complicada, y cómo se ve marcado por un terrible suceso que lo obliga a quedarse a vivir únicamente con la Sra. Wilson, siempre pensando en lo que vio y lo que no se atrevió a hacer.

Pero lo que sucede en el presente es lo que lo obliga a revivir estos sucesos del pasado. Un día, mientras lleva un envío de carbón a una Lavandería de la Magdalena local, Bill se encuentra con una niña (no tan coincidentemente) llamada Sarah (Zara Devlin), y cuando la devuelve a su hogar, termina interactuando con la Hermana Mary (la gran Emily Watson). Es ahí que Bill se da cuenta de lo que está pasando: las monjas aparentan rescatar a niñas como Sarah para darles una mejor vida, pero en realidad las utilizan como mano de obra gratuita, haciéndolas trabajar en terribles condiciones, tanto así que una se le acerca al hombre, rogándole que se la lleve de ese lugar. Considerando lo que Bill ha vivido a lo largo de los años, ¿se atreverá a ayudar a la joven Sarah, o decidirá ignorar lo que sucede en la Lavandería, al igual que el resto del pueblo?

Pequeñas cosas como estas es un filme introspectivo, que se concentra en lo que Bill piensa y siente pero no se atreve a decir, y en cómo estos conflictos internos lo obligan no solo a reconsiderar los eventos de su infancia, sino también la forma en que vive el presente. Bill es, después de todo, un hombre de pocas palabras, más de trabajo manual que de conversación compleja, que además se está alejando emocionalmente de su abnegada y gentil esposa. Claramente está pasando por algo, pero se niega a contárselo a nadie, más bien dándose cuenta de cómo, a pesar de haber pasado por una tragedia de niño, en el presente hay chicas que están pasando por cosas incluso peores.

No obstante, por más de que este sea un filme callado y centrado en lo que no se dice y se esconde, cuenta con una escena de conversación que resume muy bien su tesis. En ella, vemos a Bill conversando con Eileen en su cuarto, de noche. Ella le dice que hay cosas que deben ignorarse, y que deberían concentrarse en sus propios asuntos. Él, por su parte, no puede evitar ser gentil con los demás —al inicio, lo vemos dándole unas monedas a un niño perdido en la carretera, por ejemplo—, ni sentirse culpable por lo que ha visto en la Lavandería. Sabe que si actúa, se meterá en problemas —algo que también le dice su amiga, la dueña de un pub—, pero a la vez, no puede quedarse de brazos cruzados. Lo que todo el mundo en el pueblo decide ignorar, él no puede dejar de considerar.

Como se deben imaginar, Cillian Murphy hace un excelente trabajo como Bill. El reparto secundario es impresionante —destacan Emily Watson como la perturbadora Hermana Mary y Michelle Fairley como la amable Sra. Wilson—, pero Pequeñas cosas como estas le pertenece a Murphy. El talentoso protagonista de Exterminio trabaja mucho con su rostro, el cual es frecuentemente encuadrado de costado, entre las sombras, como si el hombre estuviese escondiéndose de alguien o de algo, avergonzado. Murphy utiliza su expresión corporal y la frialdad aparente del personaje para construirlo como una figura misteriosa, que mucho esconde y poco dice, y que no puede batallar contra su propia culpa. Se trata de una interpretación silenciosa pero potente, que ayuda a que los temas centrales de la cinta se entiendan sin problemas.

Si tengo una queja respecto a Pequeñas cosas como estas, sin embargo, es sobre el final. Evidentemente no quiero incluir spoilers, por lo que solo diré que esperaba que algo más sucediese al final de la película; estaba esperando que el guion de Enda Walsh lidie con las consecuencias de cierta decisión que Bill toma, o que al menos nos muestre las reacciones de otros personajes hacia la misma. Pero no. Lo que el filme hace es concluir con un clímax potente, pero que me dejó con más preguntas que respuestas. Y no creo ser el único; al terminar la proyección, se notaba que el resto de la sala estaba igual de insatisfecho que yo, por más de que les haya gustado la película. En pocas palabras: el final es muy repentino, lo cual podría dejar a ciertos espectadores con una incómoda sensación de vacío.

Fuera de eso, la película funciona como un drama íntimo, verosímil, que además se lleva a cabo en épocas navideñas como una suerte de comentario sobre la hipocresía de la Iglesia; sobre como durante las celebraciones del nacimiento de Jesucristo, o mientras hablan en misa sobre la bondad y el amor, algunos de sus miembros pueden estar utilizando y abusando de niñas que ya de por sí habían tenido una vida dura y sufrida. Cillian Murphy da una excelente interpretación, y aunque la experiencia en general se puede llegar a sentir tan fría como la estación en la que la historia se lleva a cabo, al menos debería servir para crear algo de consciencia sobre este tipo de situaciones. Agradezco haber visto Pequeñas cosas como estas en el cine, especialmente en una época en la que este tipo de estrenos son cada vez menos frecuentes.


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