Andinizando el rock
Ahora que muchos hablan del éxito de Lenin Tamayo y el Q-pop (pop en quechua), debería conocerse que ya muchos años antes hubo varios peruanos bilingües que fusionaron ritmos modernos con temas ancestrales del llamado Perú profundo. Uno de ellos fue Freddy Ortiz y su grupo Uchpa, quienes empezaron mezclando blues rock con letras quechuas y con el transcurso del tiempo han logrado una original y profunda fusión cultural.
Antonio Rodríguez Romaní, cineasta que el 2015 dirigió el largo documental Avenida Larco, la película (no confundir con el musical del mismo título dirigido por Jorge Carmona), asume el reto de contar en 87 minutos la historia de Uchpa con todos sus altibajos y sus logros, y lo hace con éxito. Para empezar tiene el acierto y la suerte de elegir a Freddy Ortiz como el punto de partida de su historia: en un documental de tipo testimonial, siempre es clave contar con un personaje rico, tridimensional que tiene mucho que revelar, y Ortiz es uno de esos grandes personajes, sin lugar a dudas.

Desde los primeros minutos Rodríguez Romaní nos presenta su hoja de ruta: testimonios centrados en Ortiz, alternadas con tomas de la sierra sur del Perú y con las del concierto que Uchpa (palabra quechua que significa «cenizas») realizó en el gran Teatro Nacional el 2015. Y desde el testimonio inicial, en el departamento de Ortiz, ya sabemos que el director no se va a limitar a contarnos el lado musical o artístico del fundador del grupo, sino que nos va a mostrar también al ser humano, con sus virtudes y defectos, alegrías y tristezas, con sus triunfos y sus ansiedades.
Otro acierto del film es emprender un viaje a las raíces del personaje. Con el mismo Freddy Ortiz sirviendo de guía, Rodríguez nos hace subir a su camioneta y escuchamos sus historias, sus anécdotas, penurias y preocupaciones en planos muy bien encuadrados y un sonido que registra cada palabra sin mayor ruido.
Vamos llegando luego a varios pueblos de la sierra sur del país, donde el cantante revive sus recuerdos y nos va mostrando sus referentes e influencias, como en el encuentro que tiene con dos cantantes de harawis quechuas, con el guitarrista que le enseñó las melodías del blues, con danzantes de tijeras o más adelante con ‘Chimango’ Linares, un reconocido maestro del violín ayacuchano.
También somos testigos de los reencuentros que Ortiz tiene con sus ex compañeros de colegio, con sus compañeros de la Policía, con quienes le tocó vivir algunos de los momentos más duros de la guerra contra Sendero Luminoso. Es inevitable no conmoverse con estos encuentros, con los hechos algunos terribles que vivieron durante los enfrentamientos, y como el mismo Freddy Ortiz comenta lo han marcado de por vida.

Somos testigos también de las distintas formaciones que tuvo la banda: tanto en su etapa inicial en Ayacucho con su amigo Igor Montoya y con aquella formada en Lima donde destacan el guitarrista Marcos Maizel y el bajista belga Bram Willems, antiguo compañero de colegio de Ortiz, quien también habla quechua de manera fluida. Todos estos testimonios son mostrados en el momento preciso, y tienen la duración exacta como para que despierten siempre el interés y no lleguen a cansar. Además están hábilmente combinados con material de archivo, cuando la banda empezó a llamar la atención en Lima y aparecieron en reportajes televisivos y periodísticos.
Si a esto agregamos una factura técnica impecable con tomas aéreas que nos muestran la gran belleza de los paisajes de la sierra sur peruana y las tomas cercanas y panorámicas del concierto en el Gran Teatro Nacional, el resultado es un trabajo redondo, muy logrado que emociona y corrobora que la enorme riqueza cultural de este país es una realidad innegable.
Finalmente, cabría agregar que el documental también nos muestra la evolución de Freddy Ortiz y Uchpa, que al comienzo era más una banda que tocaba rock blues en quechua, para mostrarnos ahora a una agrupación que es una fusión casi total, un espectáculo que ha incorporado a danzantes de tijeras, violines, arpas y otros instrumentos andinos a su propuesta.
Como el mismo Ortiz dice en algún momento: “No queremos rockear al ande, queremos andinizar el rock” y definitivamente, Uchpa va en ese camino.
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