Festival de Lima: «La vida de Chuck» (2025), la última despedida


El estadounidense Mike Flanagan es uno de los referentes más interesantes del cine de terror actual, llamó la atención desde sus primeros trabajos como Absentia y Oculus, y luego se consagró con producciones como Hush y Doctor Sleep (la secuela de The Shining). También ha producido miniseries basadas en clásicos del terror como La mansión embrujada, o La maldición de la casa Usher, o la interesante Misa de medianoche.

Por eso llama la atención que por primera vez elija, para su más reciente film, un material que no es de terror, por mucho que se base en una obra del gran Stephen King, el más reconocido escritor norteamericano del horror. Se trata de La vida de Chuck, un relato corto cuyo personaje central es Charles Krantz (Tom Hiddleston), un contador de casi 40 años cuya vida es examinada en tres partes que son contadas de manera retroactiva, es decir: del final hasta cerca del principio.

Inicia entonces con la parte 3 que lleva por título «Gracias Chuck», en la que el protagonista apenas sí aparece. En esta parte vemos un mundo que se va desmoronando de a pocos, con la internet desapareciendo, la tierra abriéndose y hundiéndose por todos lados y la gente suicidándose en masa. Hasta que en algún momento cuando ya se ve que el fin es inevitable, todo se vuelve más calmado a medida que van apareciendo avisos de agradecimiento a Charles Krantz.

La segunda parte titulada «Buskers Forever», tiene como eje central a Chuck, a quien el narrador lo presenta como un contador que ha llevado una vida tranquila y siempre ha sido fiel a su esposa. De pronto una baterista ambulante que está tocando en una esquina toca una pieza inspirada en él, y Chuck de inmediato responde empezando a bailar. Una multitud empieza a rodearlo y Chuck saca a bailar a una joven que se está contoneando con su música y cuyo nombre es Janice (Annalise Basso). Juntos inician lo que es una danza perfecta, mágica, que emana gran energía, una química innegable y una alegría contagiante.

Esta parte a pesar de ser la más breve, es la más lograda, y está filmada, coreografiada y musicalizada para ser inolvidable. Es imposible no sentirse atraído y emocionado por este baile en apariencia improvisado, si la película vale la pena, es justamente por esta escena.

La primera parte se llama «Contengo multitudes», título inspirado en un poema de Walt Whitman y se centra en la vida del Chuck niño y luego el adolescente. Quien a pesar de haber perdido a sus padres desde muy pequeño, lleva una niñez tranquila al lado de sus abuelos (Mark Hamill y Mia Sara), y esta es la única parte que se relaciona indirectamente con el terror. 

La película presenta en todo momento un tono optimista, positivo de afirmación vital que va con el estilo de la fotografía (que casi siempre usa tonos brillantes y coloridos, y por la música, que evoca atmósferas etéreas. Si bien no se trata de lo mejor de la obra de Flanagan, la película se deja ver y además del tono optimista, por las grandes actuaciones de los actores mencionados y otros secundarios como Karen Gillian, Kate Siegel (habituales del director), Chiwetel Ejiofor, Carl Lumbly y Samantha Sloyan.


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