Si hay algo que El resplandor (The Shining, 1980), de Stanley Kubrick, basada en la novela del mismo nombre de Stephen King, ha logrado demostrar con el paso del tiempo, es que la forma en que el arte es percibido puede ir cambiando. Inicialmente considerada como una considerable decepción, tanto por la crítica como por el público y hasta el mismo King, la cinta es ahora considerada como una de las mejores historias de terror jamás narradas, y una de las mejores películas de Kubrick. No obstante, no olvidemos que El resplandor fue originalmente nominada a dos Premios Razzie (¡!), y que no fue exactamente un mega éxito de taquilla.
Sin embargo, el tiempo lo puede todo, y con el paso de los años, la película fue comenzando a ser reevaluada. Lo que antes era considerado como exagerado o carente de tensión, empezó a ser percibido como una excelente demostración del tipo de atmósfera que Kubrick podía desarrollar con su cine. Y aunque King recién comenzó, por fin, a apreciar la película luego de la salida de la sorprendente secuela dirigida por Mike Flanagan, Doctor Sueño (2019), por lo menos ya no se dedica a criticarla cada vez que puede. Especialmente, además, luego de que su adaptación para televisión (considerablemente más fiel a la novela) terminase siendo un fracaso rotundo. El resplandor tuvo un inicio accidentado, pero hoy en día, es mucho más que un simple clásico de culto.

Se podrían analizar las diversas razones por las que el consenso hacia el filme fue mutando con el tiempo. Pero me parece más útil, más bien, concentrarnos en el texto en sí, especialmente ahora que El resplandor ha sido reestrenada en cines en su impresionante restauración en 4K. La cinta nunca ha sido vista así de bien, con una calidad de imagen prácticamente perfecta, colores vivos y apropiadamente saturados, y un trabajo de remasterización sonora que hace destacar, incluso hoy más que nunca, la banda sonora de orígenes variados. La película claramente funciona cuando se ve en casa, pero el poder disfrutarla en la pantalla grande es una experiencia aparte que ningún cinéfilo debería perderse.
Pero regresemos a la película en sí. Lo que tenemos acá es una historia sobre las consecuencias del aislamiento prolongado (con lo cual mucha más gente se podrá identificar ahora, en un mundo moderno postpandemia del covid), la mezcla entre lo psicológico y lo sobrenatural, y hasta las consecuencias de una mentalidad machista en el matrimonio y la familia. Le agregan a este cóctel una pizca de comentario sobre el tratamiento hacia la población nativa en los Estados Unidos, y El resplandor se convierte en una experiencia rica que da gusto analizar. A nivel superficial, es una cinta increíblemente tensa y llena de suspenso, pero si funciona hasta hoy, es porque la forma es utilizada para complementar el fondo. Porque las técnicas de Kubrick y su equipo son utilizadas para decirnos algo, ya sea de manera explícita o implícita.
Un desquiciado Jack Nicholson interpreta a Jack Torrance, un ex profesor de colegio convertido ahora en novelista que obtiene un interesante nuevo trabajo: se va a vivir seis meses al Hotel Overlook con su familia, dispuesto a pasar el invierno cuidando dicho lugar. Es así que, al inicio del filme, se muda al hotel en medio de la nada —o bueno, en medio de unas montañas— junto a su amable (pero algo frágil) esposa, Wendy (Shelley Duvall), y su pequeño hijo, Danny (Danny Lloyd). Pero no tienen que pasar mucho tiempo en el Overlook para que las cosas comiencen a salirse de control. Danny ve apariciones perturbadoras, Jack comienza a perder la cordura, y Wendy tiene que lidiar con todo aquello, mientras se encarga del trabajo de mantenimiento del hotel en lugar de su esposo.

Fuera de la premisa básica, El resplandor cuenta con elementos narrativos interesantes propios de la novela de King. El título de la cinta, por ejemplo, hace referencia al poder con el que cuentan tanto el joven Danny como el cocinero del hotel, Halloran (Scatman Crothers): pueden percibir y hasta interactuar con el pasado y con el futuro, comunicándose entre ellos sin la necesidad de hablar. Y mucho se dice sobre el pasado del hotel; específicamente, de un incidente en el que el ex cuidador de dicho lugar, Grady (Philip Stone), cortó en pedazos a su esposa y a sus pequeñas hijas, para luego suicidarse. Estos elementos aparentemente sobrenaturales son los que le otorgan algo de color a la historia, pero también contribuyen a la sensación de que nada está bien en el Hotel Overlook.
No obstante, gracias al tono más bien ambiguo de la película, muchos de los elementos sobrenaturales de El resplandor no terminan por sentirse particularmente fantásticos. Más bien, Kubrick parece querer hacer dudar a sus espectadores, sin dejar muy en claro cuál es la naturaleza de los sucesos extraños con los que se encuentran sus protagonistas. ¿Son visiones propagadas por el «resplandor» de Danny, o verdaderas apariciones sobrenaturales? ¿Está la familia Torrance verdaderamente rodeada de espíritus de intenciones turbias, o están viendo cosas, más bien, que se encuentran dentro de su mente? Cualquier opción es válida, y Kubrick parece deleitarse en dejarlo todo bien ambiguo.

Algo similar se puede decir sobre el final de la película. La interpretación más común es que Jack resulta ser la reencarnación del cuidador del hotel, razón por la que tiene una fuerte sensación de déjà vu al entrar al lugar, y por la que los espíritus lo reconocen inmediatamente. Pero también hay aquellos que piensan que, para el final, el hotel termina absorbiendo a Jack, manteniendo su espíritu encerrado para siempre. No importa qué interpretación elijan; el punto es que El resplandor cuenta con uno de los desenlaces más satisfactorios y chocantes de cualquier película de suspenso. La imagen de Jack congelado en medio del laberinto de plantas cubiertas de nieve afuera del hotel siempre me termina asustando, por más que, obviamente, ya sepa de su existencia y lugar en la narrativa.
¿Pero de qué trata El resplandor, realmente? A mí me gusta interpretar la historia como la de un hombre inherentemente machista, que nunca aguantó a su esposa y que es tentado y corrompido por el hotel y sus espíritus. Se establece desde un inicio que Jack tuvo problemas con el alcohol, lo cual resultó en un incidente de agresión hacia Danny años atrás. Los fantasmas aprovechan esto, tentándolo con alcohol en una sala de baile en el hotel, y haciendo que se corrompa más, demostrando así su verdadera naturaleza: violenta y desequilibrada. Las escenas que Jack comparte con Wendy hacia el final, además, justo antes de que quiera matarla, nos muestran a una pareja completamente dispareja. Ella es una mujer normal de buenas intenciones, mientras que él es un tipo lleno de odio e impaciencia, que supuestamente está en el hotel para escribir una novela, pero que no hace más que jugar con una pelota de tenis, y eventualmente, escribir la misma frase una y otra vez con su máquina de escribir en cientos de hojas.
Interesante, pues, que El resplandor termine siendo una historia de abuso. Abuso psicológico (y eventualmente físico y psicótico) por parte de Jack hacia Wendy. Y agresión hacia Danny, por más que su padre diga que en realidad lo quiere, y que sería capaz de hacer cualquier cosa por él. Es por todo esto, además, que agradezco que Wendy sea caracterizada como, básicamente, la única persona “regular” en la historia y que, a pesar de verse vulnerable y llorosa, termine siendo una excelente “chica final”. Y no solo eso: es ella quien verdaderamente cuida de Jack, quien se encarga del hotel en sí (mientras su esposo finge escribir), y quien intenta comunicarse con el mundo exterior. Muchos juzgan a Wendy por la actuación llorosa de Duvall, pero a mi parecer, el personaje es inesperadamente fuerte y resiliente.

Lo cual no es una crítica a la actuación de Duvall. De hecho, considero que ese contraste entre la resiliencia del personaje y el dramatismo de su actuación —expresiva, tanto a nivel facial como corporal— funciona. Convierte a Wendy en un ser humano común y corriente, víctima de los roles de género de los años 70 y 80 y el machismo de su esposo. La locura de Jack, interpretado por un excelente Jack Nicholson, además, ayuda a justificar las reacciones de su esposa. Si Jack y Wendy nunca se sienten como una pareja creíble, es porque ya comienzan la historia rotos y distanciados, con el fantasma del recuerdo del incidente con Danny siempre persiguiéndolos. A King, en particular, no le gustaba que Nicholson interpretase a Jack como alguien desequilibrado desde un inicio, pero para efectos de lo que esta adaptación hace, funciona.
Mención aparte, además, para Danny Lloyd, quien da una fascinante actuación infantil. Creíble y expresivo, su Danny es el verdadero protagonista de El resplandor. Es él quien cuenta con el poder que le da su nombre a la película; es él quien sueña con el hotel y sus sucesos terribles (incluyendo la famosa imagen del mar de sangre saliendo por un ascensor), y es él quien comienza a ver cosas extrañas en dicho lugar: los fantasmas de las hijas de Grady, en particular, se han convertido en personajes icónicos, tanto así que la imagen de ellas dos paradas frente a cámara se ha convertido en un cliché ridículamente parodiable.

De hecho, El resplandor cuenta con tantos planos y diálogos icónicos, que resulta complicado listarlos acá. Además de las niñas y el ascensor, tenemos la imagen (algo) inexplicable de un espíritu teniendo sexo con un tipo vestido de oso (razón por la que alguna gente, mitad en broma mitad en serio, argumenta que Kubrick inventó a los furries); a Jack diciéndole “¡aquí está Johnny!” (haciendo referencia al Tonight Show de Johnny Carson) a Wendy a través de un hueco en una puerta; al plano cenital de la maqueta del laberinto; a Wendy defendiéndose de Jack con un bate en las escaleras del hotel, y por supuesto, al infame y ya mencionado plano de Jack congelado en la nieve. Puede que no todo el mundo sea fan de El resplandor, pero su importancia histórica y cultural es prácticamente innegable.
Esto último se ve reflejado, también, en cómo fue hecha la película. Esta fue una de las primeras producciones estadounidenses en usar el steadicam, un estabilizador de cámara que le permite al operador realizar planos en movimiento extremadamente suaves y fluidos. Notablemente, su inventor y operador, Garrett Brown, fue llamado por Kubrick para realizar los planos que siguen a Danny mientras maneja su carrito por el hotel. Esto resultó no solo en planos que pocos años atrás hubiesen sido imposibles de hacer, sino también en escenas que contribuyen a la atmósfera de soledad y aislamiento del Hotel Overlook. Un edificio, además, que a nivel arquitectónico y de diseño no tiene sentido alguno, con pasillos enredados e interiores que contradicen los exteriores. Esto es consecuencia de haber grabado gran parte del filme en los estudios Elstree, en Inglaterra, pero también es parte de la propuesta de Kubrick, en donde el hotel es un personaje más, confuso y aterrador.
Mucho más se podría escribir sobre El resplandor. Sobre cómo su banda sonora, chirriante y escalofriante, terminó por influenciar el estilo de música que se sigue usando hasta el día de hoy en películas de terror. Sobre cómo se termina sintiendo tan perturbadora sin hacer demasiado, incluyendo una sola (y triste) muerte explícita. Y sobre cómo se puede interpretar como una metáfora del genocidio de los nativos norteamericanos, con un hotel de corte occidental (pero lleno de adornos y arte nativo) habiendo sido construido encima de un cementerio indígena, aplastándolo y borrándolo. El resplandor es muchas cosas, pero en sentido estricto, es una experiencia altamente inquietante y expertamente realizada, que más de cuarenta años después de su estreno original, no podría sentirse más relevante. Vayan a verla al cine; no importa cuántas veces la hayan disfrutado en casa, verla en pantalla grande y en su remasterización en 4K es una experiencia francamente invaluable.



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