Dir: Taylor Hackford | 152 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Jamie Foxx (Ray Charles)
Kerry Washington (Della Bea Robinson)
Regina King (Margie Hendricks)
Estreno en Perú: 27 de enero de 2005
Película que lo tiene todo para la gala del Oscar, una anécdota de superación y éxito en el sistema norteamericano en la tradición más políticamente correcta y más aún, considerando que el protagonista es el gran Ray Charles, a pesar de ello el biopic no pasan de ser glamoroso y enumerativo.
El director Taylor Hackford (Santa Bárbara, California, 1944) ya nos había entregado algunas de sus visiones sobre la música que debe haber inundado su adolescencia. Como productor de La bamba (la exitosa película biográfica sobre Ritchie Valens) y como director del documental Chuck Berry Hail! Hail! Rock’n’ Roll (sobre el eterno forjador del frenético ritmo).
Ahora con la mayor satisfacción del mundo presenta su largamente acariciado proyecto de llevar a la pantalla la vida de su ídolo y amigo de los últimos años. Ray Charles (Jamie Foxx) nos es presentado, como la tradición dicta, en todas sus facetas. Ray es aquel muchacho que viaja de la rural Georgia rumbo a las tierras del sueño y el pecado donde su talento lo llevará a superar toda dificultad (su temprana ceguera y su afición a la heroína)
La película no deja de lado cuanto detalle de la vida del músico se encuentra (muchos de los datos fueron conseguidos del propio Ray). Pero el hecho de ser meticuloso no garantiza una buena película. La estrategia de un film como este es ser lo suficientemente llamativo y lucir lo mas funcional posible para dejar a los espectadores satisfechos, cosa que han conseguido.
Así presenciamos una cinta rauda pero de pocas ideas en el interior para darle vida: el consabido regreso a la infancia buscando las raíces de los dilemas de cada momento difícil en la vida del protagonista (el recuerdo del pequeño hermano o los principios de su invidencia). Terreno trillado a pesar de la intención de humanizar a sus criaturas. (Mejores resultados le dieron los flashbacks a Hackford en Dolores Clairbone, probablemente su mejor película). Y por supuesto, luego vienen todos aquellos momentos de picardía alrededor de la dolce vita que disfruta -con sus coristas incluídas.
Por todo ello nos encontrarnos ante una película hecha con corrección pero a fin de cuentas sin demasiado vuelo. Sin embargo lo que se gana a los fans del músico (me considero uno) son los momentos guiados por los acordes de sus clásicos, tal vez los únicos momentos en los que de verdad la película se contagia de la efervescencia de lo que muestra. Así desfilan una tras otra “What’d I Say”, “Hit the Road Jack”, “Georgia on My Mind” y otras tantas.
Esta película termina por engrosar la lista de biopics que no pasan de lo glamoroso y enumerativo. Pero considerando lo irregular que es Taylor Hackford (Devil’s Advocate, Proof of Life son algunas de sus “joyitas”) es meritorio el empeño puesto en este proyecto.
Jorge Esponda.
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