Cuentos de otoño (1998)


Conte d’automne

Conte d'automne

El francés Eric Rohmer es un maestro, y esta excelente cinta de insólito estreno lo demuestra. En su cine, al menos el previo a L’Anglaise et Le Duc, el director se vale de una puesta en escena aparentemente despojada para desarrollar historias de un cierto estilo naturalista aunque muchas veces no estén exentas de ciertos tonos y giros propios de la intriga. La suya es una visión entrañable y muy cuidadosa del ser humano en su mundo o ambiente si se quiere más realista.

En Conte d’automne (capítulo final de su «Ciclo de las Estaciones») tenemos como protagonistas a dos amigas de edad mediana: Magali (Béatrice Romand) e Isabelle (Marie Rivière, la protagonista de la también formidable Le Rayon Vert), viven en la provincia cerca de a las orillas donde fluye el Ródano, la primera es dueña de un pequeño viñedo y la segunda de una librería. Magali se siente sola y la segunda la ayudara a encontrar a alguien. Trama que dicha tal cual no tiene mucha diferencia con miles de cintas, pero que dicha tal cual tampoco dice mucho acerca de la puesta en escena ni el tratamiento ni mucho menos de la esencia del arte de Rohmer.

En sí la película se presenta como una comedia de situaciones o juega con los elementos de esta para entregarnos nuevamente un observación minuciosa de ese universo de conductas y sentimientos tan característicos en su cine. Aquí presenciamos una historia que podría ser o no artificiosa, pero la cotidianeidad con la que es revestida elimina cualquier sensación de este tipo, a Rohmer le preocupa describirnos mas bien el entorno y como este afecta de una manera u otra a sus personajes, que nuevamente son féminas, sus preferidas, son personajes desarrollados de manera muy elaborada aún dentro de esa apariencia de cierta ligereza, sueñan dentro de la rutina diaria con vivir algo nuevo, la llegada de un hombre, o los preparativos de la boda de una hija, episodios o momentos que lo trastocan todo siquiera por un breve instante en la tranquila agenda diaria, pero a pesar de ello son mujeres que saben muy bien que va y no va, que es lo que puede funcionar o no. Esa dualidad entre lo práctico de la vida diaria y sus fantasías por algo novedoso y revolucionario en sus vidas, es lo que fascina al viejo pero sabio director quien encariñado por sus personajes nos lo hace sentir con sutil pero igual de magnifica intensidad.

Relato de costumbres o juego transparente acerca de la vida afectiva, Conte d’automne tiene un poco de todo eso, no nos presenta el supuesto otoño en sus vidas o al menos no de manera grave o desencantada, nos presenta un otoño que por el contrario es solo un cambio para sus damas una muda de piel, un nuevo período de siembra y cosecha como la de los viñedos que vemos en la película, mas auténticamente francés que eso no hay.

Jorge Esponda

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