Soy Cuba (1964)

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Hubo una vez un pequeño país que demostró que las utopías eran posibles, que los sueños de revolución y cambio podían cumplirse. A esta isla en medio del caribe llegaban intelectuales del mundo entero para dar su apoyo y para contagiarse del ímpetu que se vivía.

Esta isla era, por supuesto, Cuba, que aceleradamente cambiaba y se modernizaba. Entre los visitantes se contaba gente relacionada al cine (Cesare Zavattini, Agnes Varda, Andrzej Wajda, Vanesa Redgrave) pero el que dejó más huella fue un ruso que poco antes habia ganado la Palma de Oro en Cannes: Mijail Kalatozov, que arribó a Cuba en 1961 dispuesto a producir una película que alabara las virtudes de la revolución naciente y mostrara al mundo el milagro cubano.

La película se hizo a un costo altísimo para la época y con un tiempo de rodaje descabellado, fueron casi dos años en los que un numeroso equipo plasmó la visión de Kalatozov sobre la revolución cubana.

Pero entonces sobrevino la catástrofe, una vez estrenada Soy Cuba, tanto en La Habana como en Moscú causó la misma reacción: estupor, incomprensión y rechazo, la estética y planteamiento del filme no concordaban con los aires de la época. A la semana el film fue retirado y archivado. Y así permaneció oculto por décadas.

Hasta que a partir de los noventas la película fue emergiendo lentamente del olvido, en 1994 Martin Scorsese tuvo ocasión de verla y quedó maravillado, por lo que junto a Francis Ford Coppola se propuso difundirla. Ahora tenemos la oportunidad de ver una copia totalmente remasterizada a partir de los negativos originales, con una excelente calidad de imagen y sonido.

¿Pero de qué trata este filme, protagonista de tan particular cuento de hadas?

Es en esencia una fábula dividida en cuatro historias, donde una y otra vez se presenta el abuso y dominio de la dictadura de Batista y sus socios norteamericanos. Así por ejemplo en una historia vemos a una hermosa cubana que se prostituye ante ricos turistas yanquis, luego un campesino y su familia pierden su cosecha de caña ante la prepotencia de las compañías extranjeras, en otra historia un grupo de estudiantes luchan en las calles contra la policía del régimen y en la parte final observamos la campaña de los barbudos en las montañas de Sierra Maestra.

Sin embargo la principal razón por la cual Soy Cuba ha trascendido es la manera como Kalatozov cuenta las historias. Aquí debemos señalar que se advierte una relación con el trabajo de Sergei Eisenstein, pero Kalatozov va más allá pues se vale de la cámara y de una monumental puesta en escena, con secuencias que convocan a miles de extras, para entregar una visión lírica, de una épica formidable que a la larga sirve tanto para hablar del caso cubano como de cualquier nación en lucha contra la opresión.

El trabajo del fotógrafo Sergei Uruzevski es excepcional, tanto por la composición de los planos como por lo intrincado de los movimientos de cámara, muchos de ellos insuperables aún hoy en día. Por ejemplo hay una secuencia donde la cámara empieza acompañando un cortejo fúnebre en primer plano, luego se eleva hasta lo alto de un edificio y atraviesa balcones para entrar en una fábrica de habanos, luego sale por la ventana y «vuela» por encima de la multitud que acompaña al féretro, un plano secuencia simplemente alucinante. Lo mismo puede decirse de la música, variada y marcando cada momento, con una voz en off femenina que recita los versos del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko «Soy Cuba, soy el casino, los moteles, las barras y los burdeles, pero también las manos de este niño y de este viejo»

A pesar de su grandilocuencia y abierto espíritu de propaganda, este monumental film deja una huella imborrable en las retinas, solo cabe añadir que recomendamos la visión del documental de Vicente Ferraz, Soy Cuba, el mamut siberiano que arroja luces sobre su proceso de gestación y rescata la palabra de muchos de los involucrados en su construcción.

Cuba no es más la isla de las utopías y los sueños de muchos derivaron en pesadilla. Soy Cuba es una instantánea suspendida en el tiempo, que ha quedado como reflejo de los ideales de la gente que la concibió. Hay que ver esta cinta de culto, más de una vez si es posible.

Luis Ramos

Luis Ramos

Comunicador social y cineasta. Con más de veinte años de experiencia en cine, televisión y medios alternativos. Especializado en temas de derechos humanos, adolescencia y culturas indígenas. Próximo a estrenar su primer largometraje documental "Saramama, el espíritu del maíz"

Ver comentarios

  • Soy Cuba"... la vi el domingo, ke puedo decir, tiene las tomas mas alucinantes ke he visto en mi vida, la fotografia es excelente, es komo un sueño, se siente komo un sueño... Muy buena

  • Yo vi la película hace unos 5 meses en perú! y puedo decir que es maravillosa!
    más de una lágrima, más de un suspiro, más de mil sentimientos de rebeldía y mucha verdad, eso es lo que inspira semejante documental!
    se los recomiendo a todos y todas!
    me he robado parte de este blog pal mío pero con derechos de autor :)
    un abrazo

  • SOY CUBA...DE DONDE CRECE LA PALMA...
    NO HE VISTO LA PELÍCULA, POR LO LEIDO ME PARECE SUPER INTERESANTE.
    Sin embargo, me animo a decir lo siguiente: No es que los ideales idílicos hayan devenido hoy en pesadillas. Los diablos, las fieras salvajes, no se sienten satisfechos de ver que el zaguán del cielo se va abriendo. Por eso, para impedir el acceso de màs mortales, construyen trincheras, zanjas, muros ideològicos y econòmicos, que buscar ahogar a los guajiros, que pretenden que los herederos del Che mueran de inaninción... y no se rinden los sitoiados, no se arredran ante el cerco, no flaquean ante el asedio. Han querido introducir decenoas de cabvallos de troye, pero no han podido sorprender a la gengte ... porque está en vigilia permanente. En la pequeña isla no hay gigantes Héctor que representan a la Multitud. Cada uno de los cubanos son San Son, Aquiles, Héctor, juntos. Como los de la vieja Grecia, cada cubano se ha formado para ser grandes y por esa sacra grandeza que es sinónnimo de libertad, belleza, justicia y paz, están dispuestos a morir hoy como esa mujer llamada Celia Hart que se ha atrevido a enfrentarse a tiburones stalinistas y orcas yanquis.
    Después de verla haré otros comentarios, para recordar una vez más el millón de cubanos reunidos en la Plaza Martí en 1967, cogidos de la mano, sollozando y cantando La Internacional. Veré la cinta y reconoceré los cañaverales, Santa Clara, la playa Varadero, los helados Copelia, la guagua recorriendo las calles, la Escuela de los mejores.

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