El profesor de música de mi colegio está emocionado. Acaba de instalar un moderno sistema de reproducción de video llamado Laserdisc. Los alumnos, cómo no, comparten su entusiasmo por los avances de la tecnología e, incrédulos aún, escuchan las predicciones del maestro, que se atreve a anunciar un futuro dominado por los discos y por el internet.
El LaserDisc (previamente llamado Disco-Vision, Laser DiscoVision, LaserVision) es el primer sistema de almacenamiento en disco óptico comercializado y se utilizó, principalmente, para reproducir películas.
Una mezcla de esfuerzos entre el inventor David Paul Gregg y la MCA/Philips, el formato Laserdisc se lanzó al mercado en el año 1978, dos años después de la primera reproductora VHS y cinco antes de la llegada del CD, que, de hecho, está basado en la tecnología LD.
Comparado con el VHS, que presentaba una resolución horizontal de 240 lineas, el LD contenía 400, brindando así una mejor imagen para una película que, inclusive, podías «recorrer» capítulo por capítulo, en un modo bastante similar al presentado ahora por el DVD, con su famosa selección de escenas.
Sin embargo, la presentación del LD no era del todo amigable. Eran pesados, tenían 30 cm de diametro (casi como un disco de vinilo), no tenían capacidad de grabación y, a la mitad del visionamiento, aparecía un cartelito azul que provocaba una natural desidia: «Por favor, dele vuelta al disco para continuar con la película».
El profesor de música de mi colegio está emocionado. Se acaba de enterar que su hermana, que vive en los Estados Unidos, ya tiene una cuenta e-mail y que, además, podrá quemarle música, ya que las primeras computadoras con grabador de CD han llegado a Lima. Muy calmado, pone stop a la ópera que estamos viendo en el reproductor LD y, cuidadoso, guarda la enorme placa en su estuche original. Lo que no sabe es aquella hermosa experiencia de discos grandes y torpes no será una celebración masiva, al menos aqui en nuestra ciudad.
Esta web usa cookies.
Ver comentarios
Miguel: no somos viejos, somos experimentados. Vivan los discos grandes y torpes, caracho!
gracias Luis Carlos por recordarnos lo VIEJOS que estamos, ja!