Críticas de la semana: Alexandra, Diane y sus amores


Esta semana los críticos locales diversificaron sus comentarios hacia varias películas de la cartelera, destacando entre ellas la El proyecto de Alexandra, un thriller de pareja que toma el elemento sorpresa -a partir del cumpleaños de uno de los personajes – para desencadenar una venganza extrema.

Alexandras project

Alonso Eyzaguirre de Perú 21 reflexiona sobre la película australiana:

La venganza de Alexandra es una exposición sutil de las tensiones que afligen la existencia de esta mujer dentro de su hogar. Ya desde los primeros minutos queda claro que algo sucederá, y que no será muy bueno para Steve -sensación a la que contribuye la banda sonora-. A partir de ello, el director Rolf De Heer juega con la tensión del espectador al presentar una serie de planos detalles indicativos de la perturbación que experimenta la protagonista, filmados en el interior de una casa fríamente ordenada, donde apenas los rayos del sol pueden filtrarse por las persianas.

En El Dominical, del diario El Comercio, Ricardo Bedoya comenta sobre la misma cinta, que pasa desapercibida en la cartelera local.

Es un juego de crueldad, una incitación voyerista y un mecanismo de suspenso: los espectadores sabemos que viene una representación violenta, pero eso no lo sabe el personaje. Para él, el video tiene las características de la «película casera» primero, de la felicitación grabada después, de la cinta íntima para ser intercambiada entre cónyuges, de la confesión privada y, más tarde, de la exhibición obscena, de la representación gore, del exhibicionismo sádico, del juego de poder.

Otra de las películas que ha ocupado a los críticos ha sido Fur, retrato de una pasión protagonizada por Nicole Kidman a quien podemos ver en más de una cinta de nuestra cartelera por estos días.

Fur

Mónica Delgado, en Páginas del diario de Satán, desarrolla su crítica sobre la polaridad que encontramos en la cinta de Shainberg sobre la fotógrafa Diane Arbus:

Fur es demasiado redonda, lo que demuestra cierta fórmula retórica aplicada, en la medida en que Shainberg, el mismo director de la peculiar La secretaria, construye un personaje protagónico que se mueve en polaridades (Luminoso/oscuro, vigilia/sueño, velloso/desnudado, represión/liberación). Tal como lo señala el título, (Fur, pelaje) vamos a transitar desde la exuberancia de las formas y modales (nos ubicamos en Nueva York de los años cincuenta donde prima el modoso mundo del american way of life) hasta el desarraigo de un campo nudista. Desde lo frondoso hasta la completa desnudez. Desde lo grotesco y barroco hasta la analogía de limpieza que da la idea de nacimiento.

Federico de Cárdenas en el suplemento Domingo del diario La República, coincide observando la representación de dos mundos marcados:

Es una recreación de la fábula de la Bella y la Bestia, una historia de amor entre dos seres diferentes a los que une su atracción por lo barroco y bizarro. Por otro, es un relato iniciático en el que poco a poco y mediante momentos simbólicos (la llave, el cruce de umbral, el baño lustral al que invita Lionel a Diane, etc.) la protagonista penetra en un mundo que no es el suyo –y que recuerda la entrañable Freaks (1932), obra maestra de Tod Browning– y al que acepta en su monstruosidad física sin ningún tipo de prejuicio, al punto de presentarlo a su esposo, padres e hijas pequeñas e invitarlo a compartir su espacio doméstico (la escena en que descienden desde una trampa ubicada en el techo es muy lograda).

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