La brújula dorada (2007)

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The Golden Compass
Dir. Chris Weitz | 113 min. | EEUU / Reino Unido

Intérpretes: Dakota Blue Richards (Lyra Belacqua), Nicole Kidman (Marisa Coulter), Daniel Craig (Lord Asriel), Ben Walker (Roger), Eva Green (Serafina Pekkala), Jim Carter (Lord John Faa), Tom Courtenay (Farder Coram), Sam Elliott (Lee Scoresby), Christopher Lee (Primer alto consejero), Derek Jacobi (Emisario magisterial)

Estreno en Perú: 5 de diciembre de 2007

Siguiendo los pasos de las sagas de la Tierra Media y de Narnia, los personajes de este mundo se definen como reinterpretaciones de la cultura ancestral (predominantemente occidental), un espacio atemporal plagado de anacronismos y avanzadas sofisticaciones al mismo tiempo. Esta aventura épico-infantil no tendría nada de malo y hasta sería bastante digerible si no arrastrara ciertas pretensiones que desafortunadamente provienen de su fuente. Con toda esa tanda de información soltada de manera solemne a tan sólo unos minutos de iniciado el filme, caemos en cuenta de que nos encontramos ante una obra superada por sus adornos.

La brújula dorada es una adaptación de la primera de tres novelas del escritor Philip Pullman, que a su vez es la enésima recreación de las intrigas y los paisajes descomunales y coloridos de las fantasías representadas por el icónico J.R.Tolkien. Siguiendo, pues, los pasos de las sagas de la Tierra Media y de Narnia, los personajes de este mundo se definen como reinterpretaciones de la cultura ancestral (predominantemente occidental), un espacio atemporal plagado de anacronismos y avanzadas sofisticaciones al mismo tiempo. Por supuesto que las curiosidades que iremos encontrando en el camino serán expuestas con motivo de una gigantesca conspiración a la cual deben contrarrestar las fuerzas de lo correcto, lideradas por Lyra, la pequeña pero aguerrida protagonista que siguiendo el ejemplo de Frodo, Harry Potter, los Pevensie y Luke Skywalker, se convertirá en la única esperanza. A la vista, esta fórmula sigue degenerando como obvio resultado de la operación de sacar copias de copias.

Esta aventura épico-infantil no tendría nada de malo y hasta sería bastante digerible si no arrastrara ciertas pretensiones que desafortunadamente provienen de su fuente. La historia intenta ser la versión más atrevida o polémica de tantas otras alegorías de las que se ha surtido el imaginario popular. Esto no quiere decir que a nivel conceptual no resulte interesante: aquí nos introducimos a un mundo donde las almas literalmente andan con uno, convertidos en seres zoomórficos representantes de la particular personalidad de cada uno y a los que conoceremos únicamente como “demonios”. Ninguno puede sobrevivir sin el otro, como si fuera el encuentro en un mismo plano de los infiltrados de The Matrix con su respectiva encarnación virtual. Su thetan, como dirían los cienciólogos. Literalmente estos demonios fungen de consejeros, amigos y cómplices, apenas unidos a sus contrapartes por algo tan etéreo e incomprensible que el sistema, representado por el “Magisterio” (suerte de gran iglesia), ha tratado de conservar como gran misterio de orden religioso por medio del autoritarismo. El plot entonces estalla cuando Lord Asriel (Craig) descubra la posible respuesta de lo esencial a través de una partícula fundamental llamada sencillamente “polvo”.

Con toda esa tanda de información soltada de manera solemne a tan sólo unos minutos de iniciado el filme, caemos en cuenta de que nos encontramos ante una obra superada por sus adornos. A Lyra la rodea todo un mundo de enormes palacios victorianos y vehículos ultrafuturistas, en medio de los cuales habrá de caer antes que nadie de los oscuros planes que comienza a desarrollar el Magisterio, para evitar que se develen las verdades que significarían la debacle de su credibilidad y por lo tanto de su poder. Alusiones no muy sutiles que han hecho soltar nuevos berrinches al Vaticano pero que valgan verdades no valen tanto la pena. Lo cierto es que todas las referencias siempre están desviadas ante la prioridad de capturar al público más pequeño de la casa al cual no se preocupan de ocultarle estas intenciones sino todo lo contrario (y peor) banalizándolas al límite como referencias baratas. Ya no importa que los personajes luchen por liberarse de esa opresión de las jerarquías religiosas o de dudosas «buenas intenciones» o por dar rienda suelta a lo que sus «demonios» les digan. Aquí lo que vale es hacerles los juguetes o personajes asequibles para el merchandising.


De todo ello se reviste el recorrido de Lyra y su demonio juguetón, yendo con su aletómetro (la brújula dorada del título) por los distintos parajes de su planeta entre los Gipcios marineros, las brujas aéreas y los osos del hielo preparándose también para la batalla contra las autoridades y sus métodos. Entre ellos se encuentran presentes desde atemorizantes líderes (Derek Jacobi y Christopher Lee), seductores partidarios como la señora Coutler, un papel frívolo de Nicole Kidman, que a pesar de su rostro estelar sólo se pasea en el filme sin gravitar más de lo que le tenga reservado la saga. El director Chris Weitz parece emular a su tocayo Columbus y se dedica a reelaborar la ficción de Pullman como un desinflado espectáculo dominguero en el que todo posee la ligereza del mentado “polvo”: la elaboración del periplo de Lyra (no hay que culpar a la entusiasta actriz debutante) en una sucesión mecánica de los pasajes y las presentaciones de los personajes, la representación de los momentos de gran despliegue (que no lo son tanto y tienen apenas al combate de los osos como único momento llamativo) y el impostado (hasta vergonzoso) anuncio de la continuación de las próximas aventuras del grupo formando rumbo a atar los cabos sueltos desperdigados por doquier y que se cortan abruptamente tras esa promesa que causa tanta expectativa como el andar de una hormiga.

Lejos de ser todo un «polvo» para el espectador, a esta película le hubiera servido mucho la brújula de Lyra más que a ningún otro personaje. Al final queda como una olvidable representante de ese buscado cine «mágico» que deja a Las crónicas de Narnia como un prodigio de narración tenso y envolvente. ¿Quién aparte de sus fans podría haberlo dicho alguna vez?

Esta entrada fue modificada por última vez en 29 de marzo de 2008 19:00

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