Noviembre de 2007.
Makete Percy, el agradecimiento Achuar se dejaba oír en la misma frontera con Ecuador, en la lejana Chicherta a la que habíamos llegado tras 5 días de jornada desde Lima. Es que acababa de acontecer un inesperado calidísimo recibimiento para una película peruana en pre-estreno. Inesperado porque no estaba pensado proyectarla a un público como los Achuar de Chicherta, que jamás habían asistido al cine y que además no hablaban ni entendían el castellano que se hablaba en Amor en los andes, título provisional del filme que el actor y director Percy Pacco acababa de mostrar gracias al pequeñísimo proyector a base de LED que operaba perfectamente con nuestro generador eléctrico. Fue la primera proyección de varias que hicimos en esta y otras comunidades de esos lejanos parajes a los que viajamos para concluir un documental sobre la lucha de los indígenas Achuar por defender sus territorios concesionados por el Estado a empresas petroleras. Se generó una interesante experiencia cinematográfica intercultural en un territorio realmente «virgen», aún, para el ecran.
El trabajo audiovisual con pueblos indígenas de la amazonía peruana es algo delicado, teniendo en cuenta que la visión del director puede tener desencuentros con la visión de los indígenas y la imagen que éstos quisieran proyectar. Un caso histórico ocurrió con los awajun y wampis del río Santiago, cuando decidieron expulsar de sus territorios al equipo de filmación de la película Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982) debido a que la película ensalzaba a un asesino de indígenas como se lee en sus manifiestos de esa época. Conversando con nuestro querido amigo Jorge Vignati, asistente de dirección de Herzog, escuchamos otra versión que habla de coyunturas electorales y acciones demagógicas de un sector de dirigentes awajun. Lo cierto es que hay muchas otras experiencias en que se manifiestan confluencias de intereses como lo ocurrido con Jorge Sanjinés del grupo Ukamau en Bolivia o también con el director brasileño Zelito Viana con Avaeté, película sobre las matanzas promovidas por fazendeiros (hacendados) sobre diversos pueblos de la amazonía brasileña y que llevó al exterminio de varios de ellos.
Pero el tiempo pasa y las cámaras también cambian de manos, por eso en el continente existen experiencias diversas de apropiación del cine y video por parte de indígenas quienes dan su propia versión de la historia con un lenguaje y estética propia. De esta forma se rompe lentamente el monopolio de la verdad desde perspectivas etnocéntricas occidentales y se diversifica el panorama audiovisual, enriqueciendo las posibilidades narrativas del cine con múltiples aproximaciones sobre las realidades humanas, históricas, sociales y culturales.
Retomando lo ocurrido con los Achuar, nuestra presencia allí era para concluir La travesía de Chumpi, un documental protagonizado por un niño que se ve envuelto en una aventura buscando proteger el principal santuario Achuar que el Estado peruano ha concesionado a empresas petroleras. Faltaban algunas pocas escenas y esta vez regresamos con un equipo curtido en estas experiencias de cine con pueblos indígenas, nuestro amigo Percy Pacco y también con Álvaro Zavala, el «castor andino», uno de los principales representantes del video arte en el Perú.
La tecnología actual no sólo está creando aparatos de pequeño tamaño y costo reducido, también desarrolla ingenios ahorradores de energía como los proyectores a base de LEDs, diodos emisores de luz de bajísimo consumo de energía que se han hecho muy populares en las linternas de mano y ahora se emplean para equipos de proyección multimedia, reduciendo significativamente la energía requerida para hacerlos funcionar. Por eso, en este viaje, cuando mi amiga inglesa Aliya me prestó este aparatito del tamaño de una handycam, se abrían frente a nuestros ojos nuevas posibilidades para compartir imágenes con una población indígena que nunca tuvo la oportunidad de experimentar la sensación cinematográfica de la pantalla grande. Armados con una laptop, un parlante con amplificador que nos prestaron en las comunidades y un motorcito de 1 KW replanteamos nuestra técnica habitual de trabajo que consiste en compartir al final del día las imágenes grabadas para que la población se sienta más cercana al rodaje. Ahora ya no recurriríamos a una pantalla pequeña, contábamos con una pantalla grande donde seguramente la gente tendría otras lecturas de nuestro trabajo.
Para este viaje al territorio achuar seleccioné varios videos. Llevé los filmes que me obsequiaron Vincent Carelli y Mari Correa, los conductores del proyecto Video Nas Aldeias quienes en los últimos veinte años han capacitado a indígenas de la amazonía brasileña para producir obras que hablan sobre su cultura y dilemas contemporáneos reflejados tan maravillosamente en el clásico Carta de los Niños Ikpeng al Mundo y recientemente en Pirinop, Mi Primer Contacto, documental premiado en la última Mostra Amazónica del Filme Etnográfico llevada a cabo en Manaus, Brasil. Por el Perú llevé Hombres del Marañón (Raúl Gallegos) y Tambogrande: mangos, muerte y minería (Tito Cabellos y Stephanie Boyd). Calculaba que podíamos pasar un video cada noche y repetir los títulos que hubiesen gustado más, ese era el plan para esta nueva experiencia de rodaje.
La primera noche de proyección fue el viernes 9 de noviembre a las 8 de la noche. Asistencia masiva, como esperábamos, unas 50 personas que es la cantidad de gente que habita en Chicherta. Primero proyectamos una edición de hora y media con las escenas registradas en el primer viaje de rodaje de nuestro documental en proceso La travesía de Chumpi, una importantísima retroalimentación a tener en cuenta para la edición final. Pidieron ver otro, luego otro y otro. A la 1 de la madrugada ya casi no teníamos videos que mostrar. Toda una vida de aislamiento involuntario, alejados del resto de la sociedad nacional y del mundo, parecían subsanarse en esas 5 horas de proyección ininterrumpida donde nosotros también teníamos un papel. Nos hubiésemos amanecido de no ser porque a las 3 de la madrugada se inician los rituales del Wayus, cocción preparada con una planta del mismo nombre que les hace regurgitar limpiando el cuerpo de impurezas y despejando la mente para tomar las decisiones importantes del día, las que se discuten a esas tempranas horas de la madrugada.
Desde el primer momento, las risas y los comentarios matizaban los diálogos de la película hablada en castellano. Las escenas de humor y amor eran comprendidas como si estas dimensiones humanas fuesen las más flexibles y las más accesibles dentro de las particulares cosmovisiones de mundos con paradigmas diferentes. Claro que sabemos que esto es una ilusión, pero en ese momento tratábamos de interpretar lo que cada Achuar estaba leyendo sobre una historia que hablaba de amor y venganza en un contexto andino rodeado de nieve y costumbres desconocidas hasta ese momento. Algunas breves intervenciones del intérprete ayudaban a esclarecer ciertos diálogos claves, pero esto se produjo sólo un par de veces a nuestro pedido. Todo fluyó libremente y al final los comentarios directos e indirectos, debidamente traducidos, proporcionaron al director Percy Pacco nuevas ideas que incorporará en la versión final a estrenarse próximamente. La siguiente noche, por unanimidad, los Achuar exigieron que se les proyecte nuevamente la película puneña y la sorpresa fue mayor cuando en otra comunidad a dos horas de Chicherta nos exigieron ir para proyectar la historia de Santiago, el protagonista. Las canoas y los remos habían sido muy eficaces para propalar el acontecimiento de «la película» y la presencia del protagonista en la cuenca del río Huasaga, allí, con ellos.
(Fernando Valdivia es comunicador social y documentalista, director de Teleandes.)
Esta entrada fue modificada por última vez en 21 de junio de 2011 22:43
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