Dir. Fernando Meirelles | 120 min. | Canadá – Brasil – Japón
Intérpretes: Julianne Moore (Esposa del doctor), Mark Ruffalo (Doctor), Alice Braga (Mujer con lentes oscuros), Maury Chaykin (Contador), Danny Glover (Hombre con el parche), Gael García Bernal (Bartender), Joe Pingue (Taxista).
Ceguera va directo al grano. Un día en una ciudad populosa, durante un semáforo en rojo, un conductor pierde la vista sorpresivamente. La historia prosigue en su sórdida lógica. La persona que presta ayuda al conductor y, luego, el oftalmólogo a quien recurrirá, resultan también infectados por esa ceguera que es como “estar sumergido en un mar de leche”. Pronto los infectados serán puestos en cuarentena en una especie de hospital abandonado. La esposa del oftalmólogo (la siempre eficiente Julianne Moore) será la única persona inmune a la infección pero que fingirá estar ciega para acompañar a su marido.
En los últimos años han pasado por nuestra cartelera varias películas que plantean escenarios apocalípticos en los que la humanidad, despojada primero de «civilización» y luego de toda esperanza, retorna a sus instintos primitivos en los que prima la ley del más fuerte. Películas como El fin de los tiempos (2008) o Hijos del hombre (2006), entre otras, vienen a replantear viejas inquietudes del cine pero adaptadas a este contexto (el cambio climático, las crisis económicas globales, la guerra de Irak, etc.) nuevamente sensible a estas fantasías de degradación del ser humano como especie.
En este sentido tenemos Ceguera o Blindness (2008) de Fernando Meirelles, director de Ciudad de Dios (2002) y El jardinero fiel (2005) que se presenta como un «thriller filosófico» donde la sociedad humana se desintegra a causa de una extraña epidemia: la «ceguera blanca». Se trata de una adaptación de Ensayo sobre la ceguera, obra maestra del Nobel portugués José Saramago quien, temeroso de que su obra cayera en malas manos cinematográficas, negó con anterioridad varios ofrecimientos de adaptación, incluyendo inicialmente al mismo Meirelles. Las condiciones impuestas por el autor fueron que los hechos ocurrieran en una ciudad no reconocible, ni que se establezca relación alguna con un régimen político en particular, prevaleciendo de esta forma la naturaleza alegórica del relato.
Ceguera va directo al grano. Un día en una ciudad populosa, durante un semáforo en rojo, un conductor pierde la vista sorpresivamente. La historia prosigue en su sórdida lógica. La persona que presta ayuda al conductor y, luego, el oftalmólogo a quien recurrirá, resultan también infectados por esa ceguera que es como «estar sumergido en un mar de leche». Pronto los infectados serán puestos en cuarentena en una especie de hospital abandonado. La esposa del oftalmólogo (la siempre eficiente Julianne Moore) será la única persona inmune a la infección pero que fingirá estar ciega para acompañar a su marido.
El mayor reto que se planteó Fernando Meirelles en su conversión de la literatura en cine fue traducir en imágenes una historia donde los personajes carecen de visión. Según declaraciones del director: «En la mayoría de películas todo está basado en los ojos. ¿Cómo logras involucrar al espectador con los personajes cuando no puedes ponerlos en la misma posición visualmente?» Su solución, aunque desaprobada por un sector de la crítica, fue introducir al público en el mundo de la ceguera mediante la desintegración de la imagen: cuadros desenfocados, fundidos en blanco, encuadres «incorrectos» y la separación de la imagen del sonido. Afortunadamente, a mi parecer, esos recursos no representan un estorbo para el entendimiento de la historia, por el contrario aportan al clima de confusión del filme y dan consistencia cinematográfica a esta historia tan metafórica.
Otro valor de Ceguera es su elenco de actores, en especial Julianne Moore, que lleva sobre sus hombros la mayor parte de la acción, con un personaje cuya condición de vidente equivale también a mucha paciencia y preocupación por los demás. Gael García Bernal tiene un pequeño papel de villano al que se le ocurre la ironía de cantar una canción de Stevie Wonder en el campo de cuarentena de los ciegos. Mark Ruffalo, el oftalmólogo, otro de los desafortunados ciegos, se muestra entre la desesperación por su situación de dependencia y la necesidad de mantener la cordura en medio del caos.
Esta entrada fue modificada por última vez en 22 de octubre de 2008 5:36
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