Intérpretes: Ellen Page (Juno MacGuff), Michael Cera (Paulie Bleeker), Jennifer Garner (Vanessa Loring), Jason Bateman (Mark Loring), Allison Janney (Bren MacGuff), J.K. Simmons (Mac MacGuff), Olivia Thirlby (Leah), Eileen Pedde (Gerta Rauss), Rainn Wilson (Rollo), Daniel Clark (Steve Rendazo), Darla Vandenbossche (Mamá de Bleeker)
Estreno en España: 1 de febrero de 2008
Estreno en Perú: 5 de diciembre de 2008
El filme ha sido pensado para dar una respuesta práctica al problema de quedar embarazada a los 16 años. Su gran aporte consiste en presentar el problema sin una pizca (o casi) de discriminación ni marginación social. Todas estas simples peripecias serían casi imposibles de imaginar en familias y sociedades más conservadoras y autoritarias; donde la joven podría ser marginada en su colegio y presentada como un mal ejemplo por sus maestros/as y, quizás, hasta por una buena parte de sus compañeros/as. Coherente con este planteamiento, digamos, pragmático, el filme “bypassea” otros aspectos muy reales del contexto político y social.
Juno es una película encantadora, aunque su tema es más bien un importante problema social: el embarazo adolescente. El cual es tratado casi como si fuera un cuento de hadas, aunque un poco complicado. Se trata de un relato un poco naif que podría llegar a ser empalagoso sino fuera por sus entretenidos diálogos que convierten lo que podría ser un trago amargo en un ameno paladeo de situaciones entretenidas y actuaciones convincentes; sobre todo de la protagonista.
El filme ha sido pensado para dar una respuesta práctica al problema de quedar embarazada a los 16 años. Su gran aporte consiste en presentar el problema sin una pizca (o casi) de discriminación ni marginación social. En el colegio, sus compañeros y hasta el mismo padre adolescente aceptan el embarazo de la protagonista; al tiempo que ni sus profesores ni sus padres la castigan, ni es expulsada, ni nada por el estilo; lo que no sería el caso en país como el Perú o incluso en muchos lugares de los propios Estados Unidos. Juno es vista más bien como una simpática excéntrica debido a su aspecto físico cuando el embarazo ya esta avanzado; y ella misma, así como sus amigas, se burlan un poco de los malestares y padecimientos del proceso. Más aun, desde el inicio ella se plantea el dilema de abortar o seguir adelante hasta el parto, asistiendo a un servicio de atención para mujeres en su condición; y decidiendo, finalmente, entregar su futuro hijo en adopción, buscando una familia en las páginas de avisos clasificados de un diario local.
Todas estas simples peripecias serían casi imposibles de imaginar en familias y sociedades más conservadoras y autoritarias; donde la joven podría ser marginada en su colegio y presentada como un mal ejemplo por sus maestros/as y, quizás, hasta por una buena parte de sus compañeros/as. No hablemos ya de los caros, largos y engorrosos procesos de adopción. El filme, en cambio, elude dar un juicio sobre la situación de la protagonista, quien es presentada como una chica asertiva, con iniciativa propia y suficiente seguridad para enfrentar la situación. En esa línea, recibe el apoyo de su mejor amiga, de su padre y de su madrastra. Los diálogos chispeantes permiten a estos personajes burlarse un poco de los prejuicios sociales implícitos en la situación; al punto que en la conversación con la abogada de los padres adoptivos Juno le propone una solución “a la antigua”, es decir, sin compensaciones monetarias y con el menor papeleo posible.
En lo que sigue de la cinta, Juno irá adquiriendo la suficiente experiencia para entender las dificultades de una relación de pareja madura, para la cual ella –conscientemente– no se siente preparada; pese a lo cual logra finalmente resolver la relación con el padre biológico de su hijo. Esta es la parte más convencional del relato.
Es interesante comparar esta película con Paranoid Park, de Gus van Sant, ya que ambas son producciones de bajo costo, tratan de la adolescencia, están dirigidas a ese público y comparten el dato de la presencia de mujeres que tienen la iniciativa sobre los varones, incluyendo la iniciación sexual (aunque en el caso de Van Sant estos dos últimos componentes son secundarios, con respecto a Juno). Veamos, entonces, las diferencias.
Mientras una cinta presenta el punto de vista de una mujer, la otra, la de un hombre. Juno es extrovertida, asertiva, carismática y tiene agencia, mientras que Alex es introvertido, reservado, “raro” y un tanto dependiente. En tal sentido, la primera asume el problema y lo resuelve, mientras el segundo se queda paralizado ante el suyo; verdad es que hablamos de asuntos de diferente entidad: el de Juno, dar vida, el de Alex, quitarla.
Pero las diferencias se ahondan cuando vemos el planteamiento de ambos directores. Mientras el vehículo de significación principal en Paranoid Park son los elementos formales, en el caso del filme de Reitman lo es el plano narrativo y, especialmente los diálogos. Todo lo que Alex deja sin decir, lo expresa Juno con encantadora verborrea, la cual mezcla constantemente detalles aprendidos en el colegio, clichés de adulto y rezagos de la mentalidad infantil, todo ello amalgamado en un eficaz manejo del slang; lo que abre un mayor espacio de significación (aunque, claro, varias cosas se nos escapan). Sin embargo, la principal diferencia es que Juno representa –pese a su frescura y desenfado– el punto de vista del adulto sobre la adolescencia, mientras que Paranoid Park construye el punto de vista del adolescente sobre sí mismo. De igual forma, mientras la primera nos ofrece un discurso y una solución ya digeridos, por oposición, la segunda problematiza al protagonista y, encima, traslada el dilema planteado al público. En ese sentido, la dosis de provocación implícita en la cinta de Reitman queda mediatizada por su tratamiento audiovisual (que no narrativo) convencional, en comparación con la propuesta de Van Sant, con un planteamiento más polémico, ya que la innovación opera en ambos niveles, el del lenguaje y el dramatúrgico.
Sólo queda imaginar qué hubiera pasado si Alex y Juno se hubieran conocido. Dados sus caracteres tan disímiles es posible que se hubieran casado, componiendo esas parejas en las que la mujer se convierte en una cotorra dominante y posesiva y el marido, un nerd indiferente y aburrido, con tendencias asesinas. Pero eso ya sería otra película, que podría estar a cargo de Felipe Degregori, eximio conocedor de la problemática juvenil.
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