Miradas ocultas (2006)


alone_with_her_verAlone With Her
Dir. Eric Nicholas | 78 min. | EEUU

Intérpretes: Colin Hanks (Doug), Ana Claudia Talancón (Amy), Jordana Spiro (Jen), Jonathon Trent (Matt)

Estreno en Perú: 15 de enero de 2009

A lo largo de hora y veinte minutos, vemos una puesta en escena elaborada a base de una perspectiva fría, distancia. Todo ello a pesar de servir a los propósitos más febriles de Doug, el stalker que instala toda una red de vigilancia alrededor de Amy esa guapa chica mexicana y algo contrariada por sus propios deseos insatisfechos. Pero la ligera extrañeza que causan las imágenes de video a lo largo del metraje debe ser el mayor punto de interés de este juego que intenta sacar conclusiones importantes, cuando no revulsivas, a falta de sorpresas.

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Desde su propia concepción, esta película delata su cariz independiente. Un ejercicio de suspenso que se pretende al mismo tiempo ser un llamado de alerta ante las posibilidades criminales y morbosas abiertas por la tecnología a la par que todos sus beneficios diurnos. Apariencia curiosa que consigue mantener la atención del espectador a pesar de lo escueto de sus situaciones y giros, la de Alone With Her es una opción casi estudiantil pero que aún así no deja de ser refrescante en medio de una saturación de repeticiones en el medio. El casi novato director Eric Nicholas se propone reelaborar con una conciente sencillez, aquella vertiente experimental del género que tiene a Hitchcock como la referencia más “a punta de lengua”.

A lo largo de hora y veinte minutos, vemos una puesta en escena elaborada a base de una perspectiva fría, distancia. Todo ello a pesar de servir a los propósitos más febriles de Doug, el stalker que instala toda una red de vigilancia alrededor de Amy esa guapa chica mexicana y algo contrariada por sus propios deseos insatisfechos. Como en todas las alusiones metalingüísticas del cine y por extensión a los medios de comunicación, la perspectiva del voyeur es compartida por la de un extraño ente superior que se encuentra encima de todas esas maquinaciones, y se dedica únicamente a entregarnos visión desapasionada de los hechos. A ello no se escapa el propio y enamorado perpetrador (Colin Hanks esforzándose por seguir los pasos de su padre Tom).

alone_with_her_ver 2Pero la ligera extrañeza que causan las imágenes de video a lo largo del metraje debe ser el mayor punto de interés de este juego que intenta sacar conclusiones importantes, cuando no revulsivas, a falta de sorpresas. Fuera del formato elegido, el transcurso de la historia es por demás convencional y previsible. El plot a la “atracción fatal” en si no basta y conciente de ello el director se propone sazonarlo con todas las ideas importantes ya mencionadas en un inicio. Pero lejos de asumirlas como propias, lo único que parece buscar es que aparezcan tan “puestas” que puedan seducir a algún festival. Opción mezquina y que resulta insuficiente a la vista de solo unas advertencias al inicio.

Con todo lo elemental que es, a la premisa no le faltaban posibilidades. No podríamos haber esperado que sea un tratado sobre los usos y costumbres del hombre y los artilugios tecnológicos como los que presentaban Godard o Wenders, pero al menos del primero saca una que otra referencia al vuelo: la mirada de Doug es también la de un curioso chiquillo, lúdico y hasta juguetón, especialmente en sus encuentros iniciales con su presa. Amy (Ana Claudia Talancón) luce por momentos como Ana Karina asediada por su interlocutor y secreto director. Pero tal vez la referencia más cercana sea por la recordada Sexo, mentiras y videoclip. En ella la invasión de cámaras y reproductores eran presentadas en toda su masificación, una notoria fuente de trastornos de la conducta “convencional” se venía con ellos y que mejor que esos aspirantes a cineastas para representarlo.

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El amo y señor Doug se permite -y nos permite- apreciar con insólita comodidad todas las rutinas, placeres y baños de “la dama de su ficción”. Pero lo que no sabe el mismo es que el omnipresente creador por encima de él nos permite también ver sus torpes avances, sus enfermizas reacciones y su perpetuo patetismo. Esa posibilidad servida para un juego de espejos (o lentes) se ve frustrada por el conformismo de un realizador que no es capaz de jugar ni siquiera con al improvisación dentro de su básica intriga. No queda sino asumirla como un ensayo un tanto costoso. Un verdadero mirón habría hecho de esto una fantasía masturbatoria.

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