Pero durante un tiempo Marilyn intentó buscar un espacio dentro del cine no pornográfico. Esa oportunidad llegó de la mano del emergente David Cronenberg quien la convirtió en protagonista de la malsana fantasía sexual de Rabia. El papel se mantenía en el borde de lo libidinoso y lo terrorífico: una mujer sufría un accidente automovilístico y a partir de este se convertía en el centro de un espiral de enfermedad y muerte regulada por una monstruosa cicatriz que cobraba voluntad propia. Con este film de culto bastante restringido concluyó la época dorada de su carrera puesto que ya se avecinaba la era del video y el estilo underground del film no le hizo méritos para acceder al otro cine que siempre soñó. Con todo Chambers fue un icono del cine para no pocos, papel que asumió con sencillez todos estos años que fue celebrada y entrevistada. Aquí la tenemos una vez más en su mejor película:
(Vía La Jornada)
Esta entrada fue modificada por última vez en 15 de abril de 2009 6:24
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