En Belén, la gente es feliz a pesar de su pobreza. Lo es, además, pese a todos los pronósticos, profecías, malos augurios que le chantan, diariamente, con manía oenegista y empeño digno de conciencias políticamente correctas (que se ensucian los zapatos sólo para la galería), sus alarmantes índices de pobreza e inseguridad. Belén, uno de los barrios más emblemáticos de Iquitos, sobrevive, entre otras cosas, al sonido intenso que emana de sus confines. Mucho de ese sonido es música. Contagiosa, pujante, rítmica.
Raúl Llerena Vásquez es de Belén. Y además, uno de su personajes más notorios. Más conocido como Ranil (una combinación de los nombres Raúl y Nilsa, su esposa), ha sido durante mucho tiempo uno de los íconos de varias oleadas musicales, políticas, sociales y culturales en su barrio. Acaba de candidatear, por Acción Popular, para tentar la alcaldía del distrito, con poca fortuna. No es la primera vez que lo intenta. Tampoco podamos decir a ciencia cierta que sea la última. Porque hay algo característico en él: una fuerza – mágica o alucinante – para poder seguir vivito y coleando, en la cresta de la ola. En otras palabras, un talento innato para caer bien parado.
La última aventura de Ranil lo ha llevado a ser el protagonista del futuro documental Our Man in Iquitos (Nuestro hombre en Iquitos), producido por The Brooklyn Vitagraph Company y la Barbes Pictures. Un documental sobre la carrera hacia la alcaldía y el legado de Ranil en la televisión y la radio de su localidad. Pero al mismo tiempo un recorrido por la historia musical de un pueblo a partir del testimonio de uno de los pioneros de la cumbia psicodélica amazónica. Finalmente, un mapeo audiovisual de una ciudad tan deslumbrante como desconcertante.
Ranil representa, sin duda, los rasgos típicos de un personaje singular. Belenino de nacimiento, graduado como docente en Lima, vuelve a Iquitos a ejercer su profesión, pero adicionalmente dedicarse al periodismo. Algo sin embargo, había en él que lo llevó inmediatamente a abrazar lo más intenso de los tiempos que corrían: los nuevos estilos musicales.
La carrera musical de Ranil es amplia, llegando a grabar más de 36 temas en los antiguos discos de 45 revoluciones y LPs de larga duración. Ranil empieza tocando música criolla en el grupo Los Paisanos. Posteriormente, cuando llegan los setenta y el boom de la música lisérgica, se da cuenta, con el ojo astuto para detectar olas en cualquier circunstancia, que lo tropical empieza a imponerse. Se empieza a hablar de la “música amazónica”.
Este estilo empieza a golpear con fuerza a partir de los años setenta, una “mishturada” (mezcla) entre la cumbia colombiana, samba brasilera y la pandilla loretana. Su estilo musical es un remix intenso entre música occidental, sonidos andinos, bases rítmicas caribeñas, presencia funky, y sesiones de guitarra heavy psych-surf. Los riffs guitarreros de la música de Ranil son memorables, complementados ocasionalmente de cuerdas melódicas y percusión frenética.
Así, juntos al legendario grupo belenino Los Silvers, Ranil inicia una carrera como productor. En la segunda mitad de los setenta, y ya emocionado con el negocio, decide formar su primera agrupación, llamada “Ranil y su Conjunto Tropical”, compuesto por una suerte de dream team musical loretano. Algunos de los más importantes músicos que pasaron por la agrupación fueron Limber Zumba -que venía de Los Silvers- , Betto Gaviria y Emilio Piña. El fundado, decide, además, incursionar como productor discográfico, formando el sello “Llerena”, que lanzó al mercado local una docena de long plays y varios discos 45 RPM.
Paralelamente, Llerena fue consolidando su poder al agenciarse de una señal de radio y, pronto, en televisión UHF. Poco a poco, la fiebre psicodélica rítmica amazónica fue decayendo ante otros estilos, y la crisis económica inmoviliza un poco el negocio discográfico. Sin embargo, a pesar del descalabro comercial, Ranil se consolida como una suerte de azote de la corrupción loretana, y, al mismo tiempo, un émulo de Augusto Ferrando, especialista en realizar concursos para regalar.
La personalidad de Ranil siempre fue extrovertida, aguda, irreverente. Algunos fans de la época cuentan que hizo una versión cumbiambera de nuestro Himno Nacional y que incluso la llegó a presentar por radio, antes de ser censurada por el gobierno militar de turno. No pude descubrir si esta historia fue efectivamente cierta o no, pero conociendo al personaje en cuestión no me extrañaría que en efecto hubiese pasado.
El espectacular cortometraje Radio Belén, dirigido por Gianfranco Anicchini en 1983, muestra un poco el desarrollo de Ranil como una suerte de predicador y hombre orquesta del movimiento de Belén a través de las ondas de su radio, que usualmente se transmiten, hasta hoy, en un circuito reducido, y por altoparlantes colocados en los principales puntos del barrio. En ese entonces en una casita flotante sobre el río.
Desde 1996, la radio se ha convertido en televisión y se ha mudado a tierra firme, a unas dos cuadras, de su ubicación original. La señal televisiva se transmite actualmente desde el canal 15 de Iquitos. En una original y muy divertida crónica para Caretas, hace 10 años, Fernando Vivas se adentra dentro del mundo de Ranil, entre focos de 100 watts que le revientan en la cara a sus invitados, cámaras vhs, transmisores remachados y backings que se montan y tapan uno al otro según el programa que se le ocurre al dueño conducir.
Ranil no puede seguir riendo cuando evoca a “La campesinita”, su proyecto de telenovela. “Encontré a Mirna, una linda chica de Belén, de 17 añitos. Me he quedado lelo cuando me dijo que no tenía problema en salir desnuda porque quería mostrar el bello cuerpo que la naturaleza le había dado. Fuimos con un chico a una cabaña para que hagan una escena de amor y éste cuando la vio calatita le dijo ¡hola! No pues, tiene que haber cariño, le dije, y repetimos. El chico se animó y le metió lengüita al pezón y luego se acomodaron así nomás inglishvering (de ficción). La historia era muy bonita: la chica huérfana llega del campo donde su familia adoptiva en Iquitos y se enamora de un motocarrista shegue y afasi (nerd, perdedor), mal visto por su tutor. Las hermanas son unas pishkotas (perdidas) que regresan todas mordidas y chupadas de la discoteca y le hacen la vida imposible…”. La recesión obligó a abortar a “La campesinita”.
El mundo de radio RF ha sido retratado también en el cortometraje Hijas de Belén (2005), dirigido por Javier Corcuera. Desde ese entonces, salvo sus apariciones esporádicas en la tele y la radio, o sus permanente e infructuosos intentos por llegar a la alcaldía, Ranil se había mantenido al margen de los grandes escenarios. Sin embargo, el nuevo movimiento de interés y estudio o difusión de la música amazónica lo puso en el ojo curioso del mundo.
Hace poco, el 30 de julio, en la ciudad alemana de Berlín, Ranil ofreció un concierto de Cumbia Amazónica acompañado del grupo Chicha Libre de los Estados Unidos. El evento, según el diario Pro & Contra, convocó a más de 200 loretanos y un número mucho mayor de alemanes en la Casa de las Culturas del Mundo.
Desde entonces, Ranil ha vuelto a la palestra. Primero, a través de un disco recopilatorio,Ranil’s Jungle Party, editada por el sello independiente gringo Masstropicas Records, y finalmente con el documental Our Man in Iquitos.
El proyecto documental está producido por Olivier Conan, creador de la Barbes Records y frontman del proyecto musical Chicha Libre. Será dirigido por David Teague, realizador de premiados documentales como Intifada NYC y Our House, así como de algunos videoclips de David Bowie y Laurie Anderson. Ya se encuentra en proceso de rodaje en Iquitos y se estima que esté listo en post-producción a mediados del próximo año.
En medio de ello, el protagonista es, como no podía ser de otro modo, Ranil, un hombre que representa quizás los vaivenes más importantes de la cumbia psicodélica – y el desarrollo histórico – urbano-amazónica.
Sin duda, nuestro hombre en Iquitos.
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