“El árbol de la vida”: Malick y nuestros orígenes

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Terrence Malick es un cineasta con mucha personalidad, férreo defensor de su vida pública y privada, de aquellos cuya trayectoria está íntimamente ligada al número de películas que ha dirigido, las cuales se cuentan, literalmente, con los dedos de una mano. Casi podríamos referirnos a él como un ermitaño místico, consagrado a la misión de hacer películas.

La familia feliz, en "El árbol de la vida"

Famoso por Days of Heaven (película perfecta, que debería verse en todas las escuelas de cine) y “La delgada línea roja” (uno de los mejores retratos fílmicos sobre la guerra), la propuesta de Malick ha incluido su debut, “Malas tierras” (o Badlands) de 1973, y El nuevo mundo, del 2005. Con “El árbol de la vida” suma su quinto largometraje en casi tres décadas. Esa relativa austeridad no ha mellado en absoluto el carácter único, personal y fundamental de su cine, uno de los más celebrados y prestigiosos a nivel mundial.

No es difícil resumir “El árbol de la vida” desde una línea narrativa central: en los Estados Unidos de la década de los pasados años 50, Jack es un niño en medio de una familia tradicional de la clase media, en la que se mueven los más diversos comportamientos y sentimientos que, en el fondo, son el espíritu colectivo. La madre (la evanescente Jessica Chastain) representa bondad, mientras el padre (un extraordinario Brad Pitt) representa la severidad y el pragmatismo. A través de un difícil equilibrio, en el que el infante va descubriendo las más diversas caras del mundo, se presenta una evolución que se concentra brevemente en el adulto Jack (un afectado Sean Penn), que busca respuestas sobre su origen y su devenir.

En medio de esta secuencia, el cineasta apuesta por ingresar a su terreno, en el que se mueve con extraordinaria eficacia: el de la prédica. Malick apuesta por las imágenes para sugerirnos una evolución que va marcando, además, contrapunto con la historia de Jack y los suyos. Para ello, trama una osadía mayor: contarnos la historia de nuestra existencia desde los postulados más disímiles, mezclando biología, ciencias naturales, filosofía y, claro está, un deleite místico de reflexiones, frases, puntos de vista que lo acercan con el discurso y con la letanía, pero también con el reencuentro del hijo pródigo con la fe, del converso que ha visto la luz, con el ser humano que ha buscado respuestas toda la vida y al fin las ha encontrado.

Es complicado encajar, como ya dijimos, a este trabajo de Malick en un género específico. Yo preferiría tomarlo como un ejercicio de simpleza, en que todos los planteamientos tienden a la pureza, al arte en su estado natural. Porque “El árbol de la vida” conmueve y emociona, pero también genera sentimientos encontrados, en que a veces el dolor y la pérdida se confunden con la euforia y el enojo. Malick no siempre acierta en hacernos sentir como suyas sus ideas o sus pastiches, que suenan en contadas ocasiones como pastiche de un demagogo con extraordinario talento manipulador. Pero en esa manipulación, en ese esfuerzo brutal por hacernos creer lo que él cree, Malick compone sin remilgos una propuesta estética extraordinaria, un triunfo de la cinematografía sin adjetivos.

“El árbol de la vida” viene precedido del triunfo en el último Festival de Cannes y su nominación como mejor película en los Premios Óscar. Sin embargo, su asimetría narrativa, sus postulados ideológicos, su estilo visual le confiere aquella naturaleza singular, por momentos extraña, que tiñe cada escena del filme con una pátina metafísica, trascendente en el más amplio sentido de la palabra, que se comunica con la naturaleza, que toca aspectos filosóficos propios de los tiempos globalizados y amplía su estructura de un modo sorprendente, deslumbrante, finalmente ecuménico, que coquetea con Dios y con la ilustración y al fin, emerge del mundo como un propuesta incomparable, propia de un cineasta tan alucinado, alucinante y vital como Malick.

The Tree of Life. Dir. Terrence Malick | 141 min. | EE.UU. | 2011

Intérpretes: Brad Pitt (Sr. O’Brien), Sean Penn (Jack), Jessica Chastain (Sra. O’Brien), Fiona Shaw (abuela), Irene Bedard (mensajera), Hunter McCracken (Jack joven), Laramie Eppler (R.L.), Tye Sheridan (Steve).

Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Emmanuel Lubezki.

Estreno en Perú: 26 de abril de 2012.
Estreno en España: 16 de setiembre de 2011.

Esta entrada fue modificada por última vez en 30 de abril de 2012 12:38

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