«El padrino», crítica de Desiderio Blanco de 1973

The Godfather, de Francis Ford Coppola

Con el reestreno en nuestro país de la versión restaurada de The Godfather, en formato digital, revisamos lo que se decía en la prensa cinematográfica en Perú de los años 70, cuando se estrenó el ahora clásico de Francis Ford Coppola.

Nos encontramos así con este texto de Desiderio Blanco, uno de los referentes de la crítica cinematográfica peruana quien, para sorpresa de muchos ahora seguramente, recibió con bastante dureza a «The Godfather» por aquellos años. Léanlo a continuación:

The Godfather
Al Pacino y Marlon Brando en The Godfather.

El padrino

«El padrino» es un típico producto de la publicidad. Una gran campaña, lanzada por todos los medios de comunicación, es capaz de crear valores y calidades inexistentes, a fuerza de afirmar su existencia. En realidad, si analizamos detenidamente la campaña, nunca se habla de valor o de calidad; se habla simplemente de aceptación del público, de éxito de taquilla, de millones de espectadores y, en algunos casos, de la calidad de la actuación. Pero el publico ingenuo infiere el valor y la calidad a partir de la aceptación masiva, sin detenerse a analizar la naturaleza del producto que se le ofrece.

Y en este caso, el producto es realmente pobre y limitado. «El padrino», como película, no supera el nivel de una producción mediocre dentro de la cinematografía americana del momento. Con las mismas características, exceptuada tal vez la duración, se pueden presentar otras tantas películas con el mismo derecho a ser consideradas representativas del cine norteamericano. La mediocridad de un filme como «El padrino» hay que atribuirla básicamente, a las limitadas posibilidades de un realizador como Francis Ford Coppola, quien hasta la fecha no ha dado de sí más que películas del sistema estandarizado, sin aportar elementos de originalidad que permitan reconocer sus obras entre el conjunto anónimo de la producción común. Ni El camino del Arco Iris (1968), ni Dos almas en pugna (1969), ni siquiera Ya eres un hombre (1966) ofrecen rasgos de interés que justifiquen esperar algo más que un resultado mediocre al salir de las manos de Francis F. Coppola. «El padrino» no rectifica esta situación.

Existen en el desarrollo de la película dos secuencias de cierto interés cinematográfico: el asesinato en el restaurante y el bautismo en la catedral. En la primera se logra crear una tensión dramática con elementos muy simples, pero eficaces. En la segunda, los acontecimientos sangrientos se insertan en el rito del bautismo con sarcasmo e ironía, a base de un montaje sonoro lleno de invención y sutileza. El resto desaparece en el tedio más prolongado y en la rutina más trivial.

Ni el encuadre descubre posibilidades poéticas ni el montaje crea relaciones inéditas entre las imágenes. El ritmo se hace fatigoso, arrastrado, lento. Coppola no se acerca al mundo de la maffia con actitud crítica ni con actitud poética: es el artesano ilustrador de un relato, a través del cual se ha pretendido crear un tipo de dios todopoderoso, que dispone de la vida y de la muerte de sus protegidos, al que se le piden favores que puede conceder o denegar. Pero este personaje libresco mantiene sus rasgos literarios, es decir, abstractos.

The Godfather, de Francis Ford Coppola

Don Corleone es una entelequia, rodeada de sombras, aislado del mundo que lo rodea, actuando a distancia. En ningún momento manifiesta por medio de las imágenes de Francis Ford Coppola lo que realmente es, su personalidad más profunda. Si el personaje no supera el esquematismo más abstracto, la actuación le sirve de soporte adecuado. No se puede hacer elogias de una actuación (la de Marlon Brando en este caso) por el simple hecho de que a un actor le obliguen a llevar una mandíbula ortopédica y le resquebrajen la voz en forma artificiosa. La actuación de Brando es tan impostada que sobrepasa los límites del documento cinematográfico para inscribirse en la simbólica del teatro.

La película se alarga innecesariamente en episodios tangenciales, como son todas los que se desarrollan en Sicilia. Y por atender a lo anecdótico se descuida lo esencial. Estarnos casi tres horas en compañía de un grupo de personas y al término de la proyección no nos queda la más mínima huella de su presencia en nuestra retina. Ni siquiera el episodio de la muerte de Don Corleone logra un acercamiento a la humanidad dolida de este personaje, que se esfuma como una sombra de retablo entre las peripecias de un relato farragoso.

La transmisión del poder dentro de la familia tampoco logra convencer, carece de fuerza y de magia, a pesar de que la imagen final anuncia la repetición del ciclo vital del padre, al hacer sensible al espectador esa separación entre el joven Michael (nuevo Don Corleone) y el otro mundo, representado por su esposa.
A la película de Coppola le falta profundidad y poesía para acercarse a un universo tan denso y trágico como es el de la maffia. Las grandes obras del género señalan la diferencia con este producto de la cultura de masas, estandarizado y homogenizado para servir a los gustos más diversos. Pero la publicidad tiene mas poder que la reflexión y el análisis y «El padrino» seguirá su carrera triunfal.

(Publicado en la Revista Oiga, 1973)

The Godfather (1972)
Reestreno en Perú: 29 de noviembre de 2012
Revisen las funciones, solo en Cineplanet.

Bonus: Pueden leer también esta crítica escrita por Jorge Esponda el 2007.

Yapa: El crítico Ricardo Bedoya también le dió duro a «El Padrino» cuando se estrenó en Lima. Así lo recuerda ahora: «Tampoco aprecié El padrino, ni El exorcista, pero allí acaso el rechazo fue producto de mis propias carencias e ignorancia. No quiero decir que fue culpa de mi juventud porque, como dice La secretaria de Hitler, “la juventud no es disculpa de nada”. Vi El Padrino como un episodio frustrado de la saga clásica del cine de gangsters cuando las evidencias apuntaban a un retrato familiar de la decadencia, en clave elegíaca. Por buscar a James Cagney dejé pasar a Visconti. Aunque, valgan verdades, y no por guardar una necia fidelidad a lo que fui y sentí hace más de treinta años, aún creo que El Padrino es una película sobrevalorada. Prefiero El Padrino 2 y el 3 y, en la obra de Coppola, La conversación, ¡Apocalipsis ya!, La ley de la calle (Rumble Fish) y hasta The Rain People».

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2 respuestas

  1. Avatar de Guillermo Zapiola
    Guillermo Zapiola

    Blanco exagera, pero no está esencialmente equivocado. EL PADRINO es una película sobrevalorada. Convencional, demasiado larga, un poco demasiado solemne, narrada con innegable solidez, con una estupenda banda sonora y un elenco desparejo cuyos extremos son la excelencia de Pacino y la insufrible «machhietta» de Brando, con un promedio de competencia en el resto. Es bastante mejor EL PADRINO II, con sus dos historias que se entrecruzan y refuerzan la idea de la corrupción del «american dream», su mayor agudeza crítica, y la enorme ventaja de no tener que soportar a Brando.

  2. Avatar de Carlos Alberto
    Carlos Alberto

    Que papelon. Por lo menos Bedoya ha sido capaz de rectificar su primera opinion. Pero el otro tio si que estaba en nada. La pregunta seria ¿por que? ¿Era una pelicula adelantada a su epoca que no podia descubrirse a la critica demasiado anclada en su contexto? Aunque tambien hay criticos sobrevalorados que un un momento de su carrera pierden el rumbo y creen que lo que dicen es absoluto y no quieren saber nada de lo nuevo que aparece ahi a su modo de ver solo para molestarlos. Yo no habia nacido, ni se mucho de cine como para opinar, pero ahora no parece una pelicula precisametne vanguardista, y no por eso deja de ser una obra maestra. Recien tendre la oportunidad de verla en un cine, ire sin falta.

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