Life Itself, el documental sobre el gran crítico Roger Ebert, dirigido por el aclamado Steve James (“Hoop Dreams”), ha sido muy difícil de comentar para mí. Por un lado, y objetivamente, es un documental imperfecto, en gran parte superficial, y por momentos exageradamente sentimental. Pero por otro lado, siendo un gran fanático de Ebert (leí sus reviews por años, desde que estaba en secundaria hasta su muerte, y poseo varios de sus libros), no pude evitar ser movido por las imágenes que contiene esta producción. Puede que “Life Itself” no funcione del todo como un documental tradicional, pero como un tributo a Ebert, como una crónica de sus últimos días y como una celebración de todo lo que representaba, dudo que puedan encontrar algo mejor.
“Life Itself” estuvo en preproducción mucho antes de que Ebert falleciese el año 2013. De hecho, la ideal inicial del documental era simplemente contarnos sobre la vida de Ebert, desde sus primeros años hasta el presente, pero cuando le dijeron al crítico y a James que el primero tenía poco tiempo para vivir, en vez de cancelar el proyecto, decidieron cambiarlo un poco. Acercaron un poco más la cámara, llenaron el producto final de imágenes mucho más íntimas, de momentos más incómodos. Viendo “Life Itself”, me sentí por momentos como un vouyerista, quizás viendo momentos de la vida de alguien que no debería estar viendo. Pero así es como Ebert lo quiso -James nos presenta con algunos e-mails que intercambió con el crítico mientras filmaban- y así es como presentan sus últimos días: con la verdad, y sin sentir vergüenza.
La estructura del documental es bastante tradicional. James usa diferentes recursos para presentarnos las diversas facetas de la vida de Ebert, desde imágenes de sus últimos días en el hospital y en su casa, hasta fotografías antiguas de cuando trabajaba de joven como periodista y salía a tomar a bares con sus amigos. Adicionalmente, el documental también nos proporciona entrevistas con amigos famosos (como Martin Scorsese, quien es el productor ejecutivo del documental), familiares, amigos, y compañeros de trabajo. Por otra parte, durante el recuento de sus días trabajando con Gene Siskel en televisión, James utiliza algunos bloopers, los cuales, además de ser muy graciosos (y un poco incómodos), nos adentran más en su relación.
Porque la relación entre Siskel y Ebert definitivamente es uno de los puntos más importantes en el documental. Todos los que tuvieron la oportunidad de ver el programa “Siskel and Ebert At the Movies” sabían de sus épicas discusiones sobre películas, sobre sus fuertes desacuerdos y sobre el interesante contraste entre el intenso Siskel y el más calmado Ebert, pero lo que logra Life Itself, gracias a entrevistas con la viuda de Siskel, con Chaz Ebert, esposa de Roger, y extractos de las memorias de Ebert (también llamadas Life Itself) es humanizar a Siskel, y dar a entender que, a pesar de que muchas veces se odiaban, a fin de cuentas eran muy buenos amigos. Como dijo Siskel alguna vez, “Roger es un cabrón… pero es mi cabrón”.
Y ese fue otro aspecto que me gustó mucho del documental. A pesar de que, en general, se siente más como un tributo a la vida de Ebert que un documental imparcial, Life Itself logra presentarlo no como una figura perfecta, si no más bien como un ser humano lleno de fallas. Por ejemplo, se muestra claramente que Ebert era pretencioso y algo estúpido de joven, frívolo en sus relaciones, pedante y creído con otras personas. Además, también se toca (algo superficialmente, debo admitir) su alcoholismo, el cual él mismo termina voluntariamente al unirse a Alcohólicos Anónimos. Es también ahí donde conoce al amor de su vida, Chaz, quien finalmente terminó salvándolo de la soledad. Es interesante el que Chaz se presentada como una suerte de salvación para Ebert, pero se hace evidente que ambos se amaban tremendamente, especialmente en las entrevistas con ella. La relación de ellos dos, igual que la de Siskel, es uno de los puntos focales del documental.
El recuento de los primeros años de Roger y de su transformación en el crítico de cine más importante (o quizás más famoso) de los Estados Unidos es fascinante, pero es la presentación de sus últimos días la que logra evocar una reacción emocional mucho más fuerte. No hay imágenes de sus últimos seis meses (el lugar donde se estaba tratando no dejaba que entren cámaras), pero sí llegamos a verlo en el hospital, ya sin su mandíbula inferior, escribiendo en su blog, hablando con la ayuda de una voz artificial en su computadora, interactuando con Chaz y sus hijastros y sus nietos. Las escenas donde la enfermera le succiona la garganta (un procedimiento ya común durante su tratamiento) son incomodísimas en su intimidad, y las reacciones de Roger y Chaz cuando se enteran de que el cáncer ha regresado son conmovedoras. Debo admitir que me costó acostumbrarme a las primeras escenas con el Roger más reciente; el verlo sin mandíbula, sin poder hablar, sólo comunicándose a través de su laptop me causaba perturbación y tristeza, pero no creo que esa haya sido la reacción que James y Ebert buscaban. La idea es presentar la enfermedad, e incluso la muerte, de manera natural y casual, como algo que es parte de la vida; como algo de lo que uno no debe avergonzarse.
La cinta puede ser a veces un poco muy sentimental, concentrándose más en las reacciones a la enfermedad de Ebert, o tratando de causar respuestas en su público a través de escenas desgarrantes. (Una de ellas, por ejemplo, involucra a un Ebert que ya casi no puede caminar tratando de subir las escaleras de su casa). Esto podría considerarse un poco manipulador, y hasta irrespetuoso hacia Ebert, pero yo no lo veo así. El crítico quería que cada aspecto de su vida, incluso hasta el final, fuese presentado tal y como sucedió, por más doloroso e incómodo que fuese. Es cierto, Life Itself se concentra, por partes, más en lo emocional que en lo factual, pero las emociones son parte de la vida de cualquier persona… ¿por qué habría de eliminarlas?
Pero lo más importante del documental es que nos presenta a un Ebert que claramente amaba las películas, que comenzó a ser crítico porque le gustaba escribir, pero que terminó siéndolo toda su vida porque tenía una pasión sin igual hacia el cine, hacia los actores y directores y artistas que se involucraban en la creación de filmes. James nos presenta todas las facetas de la vida de Ebert, desde lo más académico (sus presentaciones en festivales, por ejemplo, y sus relaciones con otros directores y críticos) hasta lo más emocional, como su relación con Chaz y con Siskel. Ebert sufrió mucho durante sus últimos meses de vida, pero nunca se rindió porque su voz, su verdadera voz, seguía viva a través de sus reviews y de su blog. Yo lo leí hasta el final, y su último post, titulado A Leave of Presence, terminó siendo una conmovedora y memorable despedida.
Estoy seguro que los fanáticos de su trabajo, como yo (me gustaría pensar que Roger Ebert es la inspiración más grande en mi trabajo, pero siendo honesto dudo que pueda siquiera acercarme a su nivel) disfrutarán inmensamente de este documental; es una revelación, un acercamiento a la vida de un hombre fascinante del cual solo conocíamos su trabajo (ya sean sus reviews, o incluso el guión que escribió de “Beyond the Valley of the Dolls” para Russ Meyer). Y aunque quizás a aquellos que no estén tan familiarizados con su trabajo no les afecte tan profundamente, creo que también podrán disfrutar de esta efectiva crónica de un hombre que era tan buen crítico como persona. Roger Ebert ya no podrá seguir escribiendo, pero como los fallecidos directores de películas clásicas, vivirá siempre en mi memoria.
El sitio web RogerEbert.com sigue en línea; ahí podrán encontrar una base de datos de todas sus críticas, así como nuevos comentarios escritos por periodistas elegidos por él mismo antes de su muerte.
El documental Life Itself está disponible en Netflix.
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