Expectativas. San Andreas (o como la han llamado en Latinoamérica: Terremoto: La Falla de San Andrés, supongo que para crear una relación con la clásica película de los 70) es el tipo de filme que depende mucho de las expectativas. Si uno va a verla esperando una buena película; bien escrita, impecablemente actuada, inteligente, realista y con un mensaje profundo, pues la va a pasar mal.
Pero si uno va a verla sabiendo que no será más que una simple película de desastres, medio tonta pero entretenida, algo ridícula pero tensa, entonces hay mucho con qué divertirse. Si tuviese que analizar este filme en base a su guión, a su dirección o incluso a su verosimilitud, me costaría mucho recomendarla. Pero eso no tendría sentido. “San Andreas” es el tipo de película que se recomienda en base a un solo criterio: la diversión. Nada más. Entretenimiento puro y simple. ¿Y lo es? Pues en este caso tengo el agrado de decir que sí.
La trama no es particularmente complicada, aunque me gustó que sigamos tres diferentes narrativas, dos de las cuales tienen más relación entre sí. La primera tiene a Ray (Dwayne Johnson) como protagonista. El musculoso actor interpreta a un experto en rescate, quien se encuentra en medio de su divorcio con Emma (Carla Gugino), cosa que no hace feliz a su hermosa hija, Blake (Alexandra Daddario). Los ex esposos se encuentran en Los Ángeles mientras su hija viaja a San Francisco para comenzar la universidad, cuando la falla de San Andrés comienza a colapsar, causando terribles terremotos en ambas ciudades. Es debido a esto que Ray tiene que, primero, rescatar a Emma, para que luego los dos se embarquen en un viaje (primero en helicóptero, luego en avión e incluso en bote) para rescatar a su hija.
Mientras tanto, Blake se hace amiga de un chico británico llamado Ben (Hugo Johnstone-Burt) y su hermano menor Ollie (Art Parkinson), quienes la acompañarán a buscar un lugar a la mayor altura posible para ser rescatados por Ray. Predeciblemente, el amor florecerá entre Blake y Ben, mientras tratan de sobrevivir a las catástrofes que les esperan en una ciudad medio destruida y en medio de los terremotos más fuertes de la historia.
Por último, también tenemos al sismológico Lawrence (el gran Paul Giamatti), quien logra crear un sistema para predecir los terremotos y por lo tanto se dedica a advertir a la gente, junto con la ayuda de un equipo de televisión que convenientemente había ido a entrevistarlo a Caltech, sobre los desastres que se avecinan.
Primero lo primero: visualmente, “San Andreas” es impresionante. De hecho, se trata de la película de desastres más impactante que haya visto hasta ahora. El director Brad Peyton, junto con su equipo de artistas, ha logrado crear la representación más realista de un terremoto hasta el momento, usando en su mayoría, efectos especiales digitales que se ven muy verosímiles y escalofriantes. Edificios que se caen, ciudades enteras que se estremecen, zanjas que se abren en medio de las pistas… todo se ve espectacular, y nunca tan caricaturesco como en 2012, de Roland Emmerich (la última película de desastres que recuerdo haber visto). El poder disfrutar de estas secuencias ya dependerá de cada miembro del público; después de todo, es posible que le resulten demasiado catastróficas y le hagan recordar eventos terribles de la vida real.
Otra diferencia entre esta película y la anteriormente mencionada “2012”, es que “San Andreas” logra manejar un buen nivel de tensión y de suspenso, a pesar de no ser particularmente creíble todo el tiempo (una escena que involucra a ‘La Roca’, Gugino y un tsunami gigante se me viene a la mente). La cinta está dirigida de manera clara y concisa, usando planos aéreos muy efectivos para demostrar la escala en que suceden los terremotos, y priorizando la destrucción e incluso, muchas veces, el sufrimiento de la gente que se ve afectada por estos sucesos, para causar una reacción en su público. La película es por momentos graciosa (especialmente cuando involucra a Daddario y los dos hermanos), pero felizmente es, en general, bastante seria (a diferencia de, nuevamente, 2012), lo cual ayuda a que nos preocupemos por los protagonistas y nos pongamos tensos y nerviosos cada vez que se encuentran en situaciones peligrosas.
Las actuaciones son bastante decentes. Dwayne Johnson no tiene más que enseñar sus músculos y demostrar que es el rescatista más valiente que existe, y predeciblemente, hace todo esto muy bien. Quizás falla un poco en las escenas más emocionales, pero teniendo en cuenta el tipo de cinta que es, no me molestó mucho. Como Emma, Carla Gugino es muy buena poniendo cara de asustada, y me gustó que, a pesar de que su ex esposo es el experto, no haya sido caracterizada como la esposa inútil o la típica damisela en peligro. Lo mismo puede ser dicho de la maravillosa Alexandra Daddario, quien se pasa la mayor parte de la película salvando a los dos hermanos británicos (aparentemente aprendió mucho de su padre) hasta que ella tiene que ser rescatada por Ray.
Como Lawrence, Paul Giamatti logra un personaje creíble y honesto, lo cual es impresionante considerando que el actor probablemente aceptó este trabajo únicamente porque tenía deudas que pagar. Por otra parte, Ioan Gruffudd (Los Cuatro Fantásticos) está desperdiciado como el cobarde nuevo novio de Emma; se trata de un papel trillado y tonto, pero felizmente no aparece por mucho tiempo.
¿Qué más se puede decir de una película como “San Andreas”? Los efectos especiales son de primera clase, las secuencias de desastre son tensas y realistas e impresionantes, las actuaciones son cumplidoras, la historia es predecible y está llena de clichés (los padres divorciados se amistan en medio de un desastre, el nuevo novio de la mamá es un cobarde, dos chicos se enamoran en medio del terremoto, los celulares tienen señal en los sótanos…), y el desenlace es ridículamente patriota (tiene una bandera estadounidense gigante y todo). No es una película sutil en lo absoluto, pero siendo honestos, ¿alguien esperaba sutileza de una película de terremotos protagonizada por ‘La Roca’? San Andreas es el tipo de cinta que se tiene que ver con un balde gigante de canchita; no es más que escapismo puro y simple, diversión sin muchas pretensiones. Véanla en 3D, y véanla sin muchas expectativas, y probablemente pasarán un buen rato.
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