Desde el estreno de la opera prima de Enrica Pérez entendí la película como un film de autor, que mostraba el punto de vista de una cineasta narrando tres historias sobre la mujer peruana en las tres regiones del Perú (costa, sierra y selva), e invité al público a verla. Esto no significaba que la promocionase como una buena película, solo propuse que era interesante que el cine nacional nos ofrezca más opciones que ¡Asu Mare! o Macho peruano que se respeta, películas simplonas hechas para la taquilla.
Reafirmo lo dicho pues creo que hay un cine de búsqueda más personal, y eso lo encontramos en Climas. Un colega discrepó conmigo, para él “Climas” era un film convencional. Pero el cine de autor puede tener una narrativa del tipo que muestra “Climas” o quizás aristotélica, lo demuestran películas como Taxi Driver de Martin Scorsese, El rayo verde de Eric Rohmer, o La ley del deseo de Pedro Almodóvar, que cuentan con una puesta en escena muy personal, y además son consideradas películas independientes por su bajo presupuesto.
Climas es una película de autor e independiente, fue realizada gracias al aporte de diversos premios. Ganó el Concurso de Largometrajes de Conacine en 2010, luego ganó el apoyo a la coproducción del Programa Ibermedia en 2011, y por último completó su postproducción gracias al premio de Cine en Construcción de Toulouse, Francia.
Climas desde el título denota un ser escueto, presentando una trilogía como las tres franjas de la bandera del Perú. Empieza con la historia de Eva (Claudia Ruíz del Castillo), quien como el personaje bíblico, va en busca del pecado, una ávida adolescente de tez canela, fémina que despierta su sexualidad en la calurosa selva. La historia está ambientada en la exótica y sexual región selvática, el color rojo y la puesta en escena cálida plantean un erotismo a flor de piel de la adolescente que busca iniciarse con el tío foráneo que llega de visita. Consumado el acto, la historia termina en medio de un clima húmedo y tropical.
Sin conexión alguna pasamos a la costa, en esta segunda historia nos presentan a Victoria, (Fiorella de Ferrari), nombre que emana realeza. Ella es una mujer de alta sociedad que abortó y que teme volver a hacerlo; este es un personaje inexpresivo, que oculta emociones, que vive en la moderna Lima gris, frente al mar, rodeada de gente de tez blanca como ella. Así como el color más claro de la bandera del Perú, muestra una falsa transparencia.
Y finalmente, por arte de magia blanca quebramos la conexión burguesa limeña y terminamos en la sierra, pasando a una comunidad remota de un pueblo desolado donde vive Zoraida, (María Unocc), nombre que no me dice mucho. Es la mujer abandonada en la profunda serranía; ella es una anciana, analfabeta y modesta, que recibe a su hijo, un ex presidario ladrón. Y así cerramos con el color rojo del llanto de sangre de una madre sufrida que recibe al vástago.
La lectura es falsamente ecléctica: en la selva, la adolescente muere por tener sexo, así sea con el tío; mientras que en la costa la protagonista transita una vida de opulencia pero a la vez carga con la culpa del aborto; y por último en la sierra se combina la pobreza extrema de una anciana y la llegada del hijo ladrón, a quien no veía hace años.
Toda la propuesta de Climas está llena de arquetipos, es esquemática y manipulable en su totalidad. Por otro lado la dirección de fotografía, a cargo del uruguayo Arauco Hernández (Gigante, La vida útil), nos ofrece postales que no colaboran en la narrativa, sino solo muestran los escenarios, pintándolos bellos, para fomentar quizás el turismo.
Climas en resumen presenta una factura visualmente falsa, en temperatura, atmósfera, ambiente, circunstancia y estado. Es así, entonces que realizar una película de autor no implica que el resultado sea el mejor.
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