«Radioland Murders»: un divertido misterio creado por George Lucas que vale la pena redimir

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Radioland Murders (Asesinatos en la radio, 1994) es una película que quise ver por años. No tanto porque me llamase la atención el reparto o el concepto, sino porque, al ser un fanático acérrimo de Star Wars, siempre he estado interesado en la filmografía de George Lucas. Y sí, sé que el creador de la famosa saga galática no es el director de Murders, pero la idea definitivamente fue de él, y su cargo como productor de la cinta fue innegablemente importante.

El punto es que después de mucho tiempo, por fin conseguí la película en DVD (todavía no está disponible en HD, y dudo que lo vaya a estar en el futuro cercano) y logré verlo hace unos días. Considerando que no conocía a una buena parte del reparto, ni mucho del trabajo de su director, Mel Smith, no sabía qué esperar… por lo que fui gratamente sorprendido.

No, «Radioland Murders» no es una gran película, necesariamente. Entiendo por qué fue un fracaso comercial y por qué fue destruida por la crítica: es una cinta que maneja un sentido del humor bien a la antigua, combinando actuaciones casi hiperactivas con diálogo rapidísimo y slapstick (humor físico), situada en una época y lugar con los que la mayoría de nosotros no nos podemos identificar. Es un filme curioso; apunta a un público muy específico (gente que sea capaz de disfrutar una historia que combina el misterio con el humor, la nostalgia con lo ridículo) y sin embargo tuvo un costo relativamente alto debido a su extenso uso de efectos digitales (impresionantes para la época).

Pero viéndola ya muchos años después de su estreno, y con expectativas bajas, puedo decir que logré disfrutar de «Radioland Murders». La película es bastante encantadora; las actuaciones, aunque exageradas, son buenas, y logra divertir a pesar de que muchos de los gags y chistes verbales que nos presenta no funcionan. Es imperfecta y caótica, pero a la vez simpática y sonsamente simple.

La película se desarrolla en los años 40, cuando la radio era el medio de comunicación masiva más popular, y la televisión todavía no se masificaba. Nuestros protagonistas son Penny (Mary Stuart Masterson) y Roger Henderson (Brian Benben). Ella es la secretaria principal en WBN, una nueva estación de radio que planea competir con todas las cadenas importantes. Él es un escritor de radionovelas, buscando que Penny lo perdone porque cree que la engañó con otra. La historia se desarrolla en una sola noche, la noche de estreno de la radio, de hecho, en la que se llevarán a cabo una serie de eventos absurdos, mientras los personajes tratan de encontrar a un asesino que está matando a los trabajadores de la radio de uno en uno.

Penny y Roger están rodeados de un grupo colorido de personajes secundarios que se verán involucrados en el misterio. Scott Michael Campbell interpreta a Billy Budget, el botones encargado de llevar mensajes y guiones entre las diferentes áreas de la radio; Michael Lerner es el Lugarteniente Cross, quien se encarga de investigar los asesinatos; Ned Beatty interpreta al General Walt Whalen, dueño de la WBN; Brion James (a quien siempre recordaré por sus apariciones en Blade Runner y El Quinto Elemento) es el malhumorado patrocinador de la radio; Stephen Tobolowsky (a quien hemos visto en Groundhog Day y Memento) es Max Applewhite, el ingeniero de sonido, y Jeffrey Tambor (varios años antes de hacerse conocido) interpreta a Walt Whalen Jr, hijo del General y el director de los shows.

Ah, y cómo olvidarnos de Christopher Lloyd (el Doctor Brown de «Volver al Futuro»), quien interpreta a Zoltan, el diseñador de sonido excéntrico, y que filmó todas sus escenas en un solo día (la única condición que tenía para aparecer en la cinta).

Siendo la comedia uno de los géneros más subjetivos que hay (no todos se ríen de lo mismo), hay que tener bien claro el tipo de humor que maneja «Radioland Murders» antes de verla. En caso contrario, es muy posible que no disfruten de la cinta. Si no les gusta el slapstick, los gags que aparecen rápida y furiosamente, los gritos, los saltos, los diálogos veloces y los juegos de palabras, pues no les gustará esta película. Pero si le tienen algo de nostalgia a las comedias de los años 30, algo más inocentes (aunque hay una escena con senos desnudos en esta película) y más absurdas, pues creo que sí se reirán.

Lo cual no quiere decir que la cinta sea un éxito total, claro está. Quizás el mayor problema que tiene es que le arroja los chistes y los gags físicos a su público con demasiada anticipación, haciendo que sus personajes no tengan tiempo para respirar y los conozcamos mejor. La trama, las relaciones entre cada personaje y sus conflictos, son todos presentados de manera casi apurada, lo cual le da una sensación de caos a la película y hace que nos sintamos perdidos por un buen rato. (Al menos durante los primeros diez o quince minutos del filme).

El misterio de los asesinatos es uno de los focos narrativos de la película, pero no termina de cuajar. Pude adivinar la identidad del asesino mucho antes de que «Radioland Murders» la revele, aunque debo admitir que el giro narrativo igual me sorprendió (quizás porque no esperaba estar en lo correcto… no me sucede muy a menudo). El clímax, el cual involucra a un par de personajes escalando la antena de la radio (porque si una antena de radio aparece en una película, puedes apostar que alguien va a terminar escalándola) es impresionante a nivel técnico y visual, pero se siente algo desprendida del resto del filme. Es muy serio, reemplazando el humor con «suspenso».

Si hay algo que la participación de Lucasfilm garantiza en una película, es que va a verse muy bien… y eso es precisamente lo que sucede con «Radioland Murders». La toma inicial, un tracking shot que comienza en el cielo, pasa por sobre la fachada de la radio, y termina en la puerta, es impresionante, al igual que el anteriormente mencionado clímax en la antena y algunas escenas en interiores (que supuestamente involucraron el uso de paredes digitales). El soundtrack es excelente y apropiado para la época; le tengo una particular debilidad al jazz estilo big band.

Radioland Murders me sorprendió; creí que iba a ser un desastre, como la mayoría de críticas me habían advertido. Lo que encontré al verla, sin embargo, fue una película irregular pero muy divertida, llena de líneas de diálogo inteligentes, momentos muy graciosos y actuaciones llenas de energía. Es un filme algo ruidoso (muchos de sus personajes se pasan varias escenas gritando) y quizás ingenuo, pero no pude evitar dejarme llevar por sus encantos, por muy limitados (o poco memorables) que sean. Mary Stuart Masterson es creíble como la heroína fuerte y trabajadora, y Brian Benben es memorable como un hombre desesperado pero valiente. (Verlo acá me dio ganas de buscar su filmografía. Es algo pobre, lamentablemente. Merecía más).

Si les atraen las películas de época, el humor a la antigua, la música de los años 40, o ver a una serie de actores de los 80 y 90 (que ya casi no aparecen en grandes producciones) actuar como locos mientras tratan de develar un misterio ridículo… pues disfrutarán de «Radioland Murders», al igual que yo. Simplemente véanla con bajas expectativas; para un floja tarde de fin de semana, en la cual uno no tiene ganas de ver algo complicado y profundo, no está del todo mal.

Esta entrada fue modificada por última vez en 18 de octubre de 2015 14:20

Sebastián Zavala

Cineasta, docente, y crítico de cine. Miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica y la OFCS - Online Film Critics Society. Cofundador y editor en FotografíaCalato.com y NoEsEnSerie.com, y crítico de Cinencuentro.com, MeGustaElCine.com, y Ventana Indiscreta.

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