Sobre la «No Ficción» de «Como en el cine»

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Las mejores historias siempre serán aquellas que se quedan resonando dentro de uno, dejándote preguntas e inquietudes que alimentarán futuras conversas con los amigos o reflexiones en solitario. Algo de esto me sucedió hace unas semanas semanas al leer y ver los últimos trabajos de Alberto Fuguet, su película Invierno y sobre todo su novela “No Ficción”; reflexiones que volvieron a mi cabeza en estos días al ver Como en el cine, el primer largometraje de Gonzalo Ladines.

Una de las cosas que más me atrajo y me atrapó de estas historias fue su capacidad para trazar -con mucha habilidad por parte de ambos autores- una delgada línea entre la ficción y la realidad, y llevarnos a los lectores/espectadores de un lado y del otro de esta tenue frontera, entreteniéndose con nosotros en ese trance.

Fuguet lo hace desde el título mismo en “No Ficción”. En este relato, un descarnado y visceral diálogo entre dos amigos/amantes -un exitoso escritor/cineasta y su ex mejor amigo, asistente de dirección- Alberto coquetea con el lector, haciéndonos preguntar todo el tiempo si lo que leemos es inventado o real. Nos preguntamos cuáles personas o eventos sobre los que estamos leyendo fascinados y con algo (bastante) de morbo, son Alberto y su mundo real, y cuáles son más bien clásicos personajes del imaginario fuguetiano. Uno sonríe cada vez que encuentra alguna ‘pista’ o guiño dejado por el autor para que el lector, supuestamente, ate cabos entre la realidad y la ficción.

Llego a la última página de “No Ficcion”, y lo primero que hago es rebobinar mentalmente los otros libros y películas de Fuguet, intentando darles una nueva lectura a los personajes y las historias que ahí nos presentó. Regreso por ejemplo a Invierno, la extensa película por capítulos que gira alrededor de la vida y muerte de un exitoso joven escritor. Las referencias autobiográficas ahí también abundan, o al menos eso es lo que uno capta. Pero, ¿realmente importa? ¿Es necesario saber en qué lado de la frontera ficción/realidad nos encontramos para poder disfrutar plenamente la obra que tenemos en frente?

En Como en el cine, Gonzalo Ladines hace lo propio. En un tono mucho menos dramático, más bien tragicómico cuando no hilarante, Gonzalo también recurre a su propia historia de vida, en este caso para armar una divertida película que está llena de elementos, personajes y sucesos tomados de la realidad. Trastocados, exagerados o quizá plasmados tal cual sucedieron. Quién sabe.

Así, vemos que varios de los personajes que nos presenta Ladines parecen haberse prestado algún elemento de la biografía y personalidad del autor: la inseguridad y nerviosismo del cineasta en ciernes, la tupida barba del guionista y su devoción por libros cinematográficos, los chistes del cómico loser de stand-up, los lentes hipster del famoso director de cine.

El acabose de este enredo entre el mundo real y el imaginario que nos plantea «Como en el cine» se da en el personaje llamado Manuel Godoy, un actor que en la película protagoniza “Solo amigos”, un corto basado en la vida de Nico/Gonzalo Ladines, corto que en realidad se llamó Rumeits, interpretado por el actor Manuel Gold, quien también protagoniza “Como en el cine”.

Este juego constante es el que, creo, nos ayuda a que como lector o espectador nos sintamos más identificados con estas historias, y podamos adueñarnos de ellas, interpretarlas y completarlas como mejor nos plazca.

Y en ese ejercicio de interpretar o completar, recuerdo el soundtrack de estas películas. Tenemos a “Invierno”, que encuentra un leitmotiv en “Más o menos bien», inmenso tema de los argentinos «El mató a un policía motorizado». Ahí la canción parece hablar por Alejo, el protagonista ahora ausente, aconsejándole al compañero que dejó atrás: “Amigo, no llores por las noches, es hora de buscar lo esencial”.

Lo curioso es que esta misma canción, que en “Invierno” tiene una carga muy fuerte, muy emocional y trágica, suena también al final de “Como en el cine”, solo que aquí con un tono más optimista, dándole un cierre estupendo a la película. La canción acompaña esa «disolvencia esperanzadora» de la que hablaba Nico (el Ladines de la ficción) al referirse a los finales perfectos que solo suceden en las películas.
Esta sensación la siento resumida en estas líneas de la canción, que bien podría ser cantada por el personaje de Gisela Ponce de León (y por media sala de cine, me atrevo a adivinar):

“Ma’, no te preocupes tanto
todo va a estar más o menos bien.
Pa’, necesito un poco de plata
para que todo siga más o menos bien…”

Finalmente, qué son sino las historias más que reflejos de la realidad, la del autor y la del lector/espectador. Y uno entra y sale de ellas constantemente, esperando, que en efecto al final todo resulte más o menos bien. Como en las películas.

Esta entrada fue modificada por última vez en 28 de junio de 2018 12:38

Laslo Rojas Contreras

Editor de Cinencuentro.com. Miembro de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica, APRECI.

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