«Mindhunter» y la psicología de personajes


Una serie original de Netflix y producida por David Fincher, uno de los directores más interesantes y prolíficos de los últimos años en EE UU, «Mindhunters» es un tributo a las obsesiones narrativas de Fincher y a la historia de los thrillers de asesinos del siglo 20.

Nos encontramos en EE UU de la era post verano del amor. La serie abre con una secuencia donde el protagonista Holden Ford (Jonathan Groff) tiene que convencer a un sujeto de no matar a la gente que tiene como rehén en un rincón oscuro de la ciudad. La escena nos dice mucho del personaje principal y de cómo está fundada la trama. El agente especial Holden trata de convencer al sujeto, pero para hacerlo tiene que tomar algunas decisiones, una de ellas es evitar que su esposa se acerque a tratar de calmarlo porque podría ser peor. Por unos segundos parece que Holden va a lograr convencerlo y curiosamente camina hacia una luz cenital – su momento había llegado- pero lamentablemente falla en su intento y el personaje se vuela la cabeza frente a él. A continuación se quita la sangre de manera muy alterada de su camisa y replica que él sujeto pensaba que era invisible tratando de entenderlo más que cuestionarlo frente a sus superiores.

Esta serie nos atrapa gracias a que describe no solo lo retorcido e interesante de la psicología de los delincuentes, sino por cómo baila con la psicología de los detectives que tratan de entenderlos. Al mismo tiempo nos recuerda cómo se construye un personaje desde el punto de vista del guion y cómo se crea un personaje verosímil y coherente dentro de una historia.

Si bien la primera temporada de «Mindhunters» trata de un par de policías que investigan asesinos y tratan de entenderlos para que, en última instancia, descubran el perfil de asesino en serie y acuñen el término, es en realidad la búsqueda de su forma de pensar lo que enriquece la trama, sumada al peligro constante de más asesinos alrededor. El compañero de Holden, Bill Tench (Holt McCallany) es lo opuesto o casi lo opuesto a él. Se trata de un sujeto pragmático que está en otro momento de su vida debido a los problemas en su matrimonio y su desgaste por la edad. Ya no siente los ideales que te trae la juventud, sino vive un momento muy difícil e intenta hacer lo mejor que puede de las circunstancias. Es genial que ambos personajes se junten, porque de cierta manera se complementan y ellos lo entienden a un nivel subconsciente. No solo se necesitan como socios sino que ambos tienen lo que al otro le falta y eso hace que su dinámica sea creíble a pesar de tener peleas y discrepancias -en realidad gracias a eso-. Lo que presenciamos es una especie de unión del género policial con el de una road movie, en la que los personajes pueden separarse de sus realidades para construir esta división de investigación que es a la vez su refugio y su pasión personal.

Con esto volvemos al episodio piloto. Holden se encuentra en una biblioteca haciendo un trabajo de investigación y luego lo vemos como pez fuera del agua en un bar. Nada de esto es gratuito, en los primeros 30 minutos Fincher, quién dirigió el primer episodio, nos ha descrito todo lo que tenemos que saber de su protagonista. Podemos extrapolar que es un ratón de biblioteca con dificultad para socializar o disgusto por hacerlo de la manera en la que lo hacen los demás y busca siempre ver más allá. Sin embargo, conoce a una chica, que es marcadamente diferente a él en materia amorosa, pero se da una conexión llena de pasión. Nos da una idea sobre lo que realmente quiere el personaje, tal vez desea destacar tanto que es tímido por la presión que siente en cuanto a los demás lo cuál le da una motivación muy personal para sacar cualquier proyecto laboral adelante.

El tercer personaje es una psicóloga que trata de unirse a este grupo, Wendy Carr (Ana Torv) . La misma que organiza de una manera un poco más fría y calculada esta tarea de ir y entrevistar asesinos para sacar un perfil psicológico. Gracias a ella se crea una tensión interesante entre los dos amigos policías, pero también se logra organizar lo mejor de ambos. Ya la habíamos visto antes en la serie «Fringe», aquí Ana Torv genera un personaje bastante matizado con capas de emociones muy complejas. Es una gran adición al equipo tanto a nivel argumental como actoral.

A través de la primera temporada vemos cómo este grupo va creciendo y cómo se oponen a ellos tanto los representante de la ley, como los asesinos u sospechosos que entrevistan y sus agendas personales. Esto nos genera una tensión que es evidente en cada uno de los actores principales. Si bien la trama no nos dice cuál es la solución, nos dice que hay un camino que recorrer.

Las escenas de los asesinos contando sus crímenes te dejan los pelos de punta y vas viendo cómo se efectúa la creación de diferentes tipos de villano en esta serie, la creación de un personaje que no se asume como malo sino que para él tiene razones justificadas para hacer lo que hace, los que mienten sin más y el psicópata que simplemente se asume como un monstruo y no le importa. Incluso Holden lentamente y por momentos va aparentando ser más como los asesinos que conoce mientras los investiga. De hecho si no fuese porque tenemos el insight de los asesinos ya atrapados no sería tan perturbador entender a los casos que están investigando y que aún no tienen resolución.  

Esta es una de las ventajas de esta serie, la cual juega con los códigos del cine de David Fincher en «Seven» y otras tantas historias. Dos compañeros que juegan con la mente de un criminal y se van perdiendo en este lugar sin salidas para atrapar a otros. Una de esas historias que tienen mucho de humanidad en su núcleo y que apela a la persona como interrogante y protagonista del conflicto. No es poco decir que algunos hechos, tanto como los personajes protagonistas, están basados en situaciones reales. El final de la primera temporada nos dejó una de las escenas mejor logradas en una serie de suspenso y va a ser difícil de superar ese tipo de clímax con un asesino abrazándote literalmente hasta el punto de un ataque de pánico.

Pronto veremos cómo se mueven estos personajes a nuevos dilemas e historias, ya que para mediados de este año está programado el estreno de su segunda temporada. Esta serie con un nivel de realización prácticamente cinematográfico es altamente recomendada para su visionado.

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2 respuestas

  1. […] Bellavista 531), se organizará la conferencia “¿Quién es criminal? Identidad y exclusión en Mindhunter”, una lectura filosófica de Joan Caravedo sobre la conocida serie de Netflix. Ingreso […]

  2. […] Una serie original de Netflix y producida por David Fincher, uno de los directores más interesantes y prolíficos de los últimos años en EE UU, «Mindhunters» es un tributo a las obsesiones narrativas de Fincher y a la historia de los thrillers de asesinos del siglo 20. Esta serie nos atrapa gracias a que describe no solo lo retorcido e interesante de la psicología de los delincuentes, sino por cómo baila con la psicología de los detectives que tratan de entenderlos. Leer más… […]

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