[Crítica] «Toy Story 4», digna secuela a una trilogía perfecta


Existe una buena razón por la que muchas sagas terminan con la tercera entrega. Una trilogía maneja la misma estructura narrativa que una película o novela (es decir, una historia): la primera entrega es como una introducción, la segunda película representa el conflicto principal (y muchas veces termina con un cliffhanger, o al menos, con los protagonistas envueltos en una situación muy peligrosa), y la tercera es la conclusión. Es por esto, también, que muchas cuartas partes terminan sintiéndose como una coda innecesaria, como una extensión gratuita de una historia que ya había culminado en la cinta anterior. Pregúntenle, sino, a los responsables de filmes como “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal”, o “Alien Resurrección”.

El caso de la saga de “Toy Story” es incluso más complicado. Después de todo, “Toy Story 3” culminó de la manera más emotiva posible, cerrando de manera extremadamente satisfactoria la historia de Woody y su niño, Andy. Se sintió como un desenlace prácticamente perfecto, pero para ciertos fanáticos (y para Pixar, obviamente), también como un nuevo comienzo. De hecho, se produjeron varios cortos y especiales de televisión luego del estreno de la tercera película, como para mantener entretenidos a los fanáticos, pero claramente no fue suficiente. Tuvieron que pasar nueve años para volver a ver a Woody y sus amigos en una nueva aventura cinematográfica, la cual tenía como objetivo principal justificar su existencia. Esta cuarta entrega no podía ser un nuevo “Alien Resurrección”. No podía sentirse como un epílogo innecesario. Tenía que ser algo más.

Y Pixar siendo Pixar, lo lograron. ¿A alguien le sorprende? Se trata de una de las casas productoras más exitosas de la historia, con un historial prácticamente perfecto (si es que uno no toma en cuenta “Cars 2”, al menos) y una capacidad impresionante para superar expectativas. “Toy Story 4” no es solamente una gran secuela, sino también una emotiva e hilarante película, la cual, al igual que las entregas anteriores, no tiene miedo de manejar temas complejos sin dejar de lado a los miembros más pequeños del público. Se trata de una balance entre contenido para adultos y contenido para niños que no todas las productoras de cine familiar logran manejar, pero que Pixar ha convertido de una de sus características más importantes (y consistentes). Si tenían temores de ver esta película, quédense tranquilos: “Toy Story 4” justifica su existencia sin mayores problemas, apelando tanto a los fanáticos de la saga, como a los neófitos.

La película comienza con un breve prólogo, en el que nos enteramos como fue exactamente que Bo Peep (voz de Annie Pots), la gran amiga de Woody (Tom Hanks), desapareció de la casa de Andy poco antes de los eventos de la tercera película. Nueve años después, vemos al vaquero viviendo en la casa de la niña Bonnie (Madeleine McGraw) junto con sus amigos: el astronauta Buzz Lightyear (Tim Allen), la vaquera Jessie (Joan Cusack), Rex (Wallace Shawn), Hamm (John Ratzenberg), y todos los demás. Pero no todo es color de rosa: Bonnie parece haber olvidado un poco a Woody, lo cual lo deja confundido y sin un propósito claro en la vida.

Pero es precisamente por eso que decide acompañarla a su primer día de Kindergarten, el cual, sorprendentemente, sale bastante bien. De hecho, ambos regresan a casa con un nuevo amigo: Forky (Tony Hale), un nuevo “juguete” que Bonnie hizo a partir de un spork (spoon+fork, o sea cuchara+tenedor), algo de tela y palitos. Pero este nuevo personaje no está muy convencido de que tiene que ser un juguete, razón por la cual decide escaparse de la van de Bonnie y su familia cuando se encuentran en medio de un viaje. Empeñado en traer de vuelta al mejor amigo de su niña, Woody se embarca en una nueva aventura, la cual lo llevará a conocer a juguetes perdidos como Bunny (Jordan Peele), Ducky (Keegan-Michael Key) o Duke Caboom (el maestro Keanu Reeves), y por qué no, a reencontrarse con una renovada Bo Peep.

Si “Toy Story 3” obligaba a sus protagonistas a seguir adelante y aceptar el cambio, “Toy Story 4” continua con dichos temas, concentrándose específicamente en el personaje de Woody y su travesía personal. Sí, personajes como Buzz (quien ahora está tratando de escuchar a su “voz interior”) y Jessie siguen siendo importantes, pero los verdaderos protagonistas de la cinta son Woody y, sorprendentemente, Bo Peep. Esta última ha sido transformada en un personaje importante, tanto para la historia como para los temas que los cineastas están tratando de transmitir: Bo Peep representa los miedos de Woody, sí, pero también la manera en que estos pueden ser usados para crear una vida distinta pero muy satisfactoria. La presencia de Bo en la vida de Woody significa un cambio muy grande para él, tanto en su modo de pensar, como en el futuro que le depara.

Después de todo, uno de los temas más importantes en las cuatro películas ha sido el del abandono y la falta de propósito. En la primera entrega, Woody tenía miedo de ser reemplazado por Buzz, quedándose sin niño y sin vida. En la segunda, se enfrentó a su propia mortalidad, dándose cuenta que había un destino para los juguetes fuera de la vida con un niño: el de objeto de colección para adultos. En la tercera, el miedo a la muerte se hizo más evidente, especialmente durante la emotiva escena del horno para basura. Y en “Toy Story 4”, lo que tenemos es a un Woody que cree haber encontrado un nuevo propósito, pero que poco a poco, se va dando cuenta que hay otras opciones fuera de la vida con un niño o una niña, igual de satisfactorias y felices. Es ahí donde Bo entra a tallar: en teoría, es un juguete perdido, pero eventualmente, Woody se da cuenta que el que estaba perdido era él.

Hay que admitir que son temas bastante oscuros, pero para sorpresa de nadie, son tratados tanto con madurez como con ligereza por los magos de Pixar. Los adultos del público se darán cuenta de ellos —razón por la cual muchos de ellos terminarán llorando; creanme, me sucedió—, pero los niños se distraerán con las emocionantes escenas de acción y los momentos de humor. Porque a pesar de ser una de las entregas más emotivas de la saga, “Toy Story 4” también es una de las más graciosas. Woody tiene el arco de personaje más importante, pero personajes como Buzz, Bunny y Ducky (para sorpresa de nadie, Key y Peele son hilarantes) y hasta Forky protagonizan algunos de los momentos más divertidos de la película. De manera similar a filmes previos de Pixar, “Toy Story 4” nos entrega una intensa mezcla de emociones, como para que uno salga profundamente afectado de la sala de cine. Por más que algunos le encuentren más defectos que su servidor, no se puede negar que “Toy Story 4” es una película difícil de olvidar.

Adicionalmente, “Toy Story 4” es un gran ejemplo de las mejoras técnicas que Pixar ha logrado a través de los años. Las diferencias visuales entre la primera cinta y la cuarta son abismales, obviamente, pero incluso en comparación a “Toy Story 3”, este filme es verdaderamente impresionante. Hay planos que lucen absolutamente reales (especialmente las tomas aéreas), tanto así que por momentos dudaba que estuviese viendo animación en 3D. Pero muchos de los planos macro también me sorprendieron, haciendo un gran uso de diferentes lentes (virtuales, por supuesto), cambios de foco y fondos desenfocados. La animación de cada personaje es absolutamente sublime y está llena de carácter, y cada detalle, cada poro luce totalmente convincente. Es muy fácil perderse en los encuadres de “Toy Story 4”; por ejemplo en las escenas en la tienda de antigüedades, en donde uno puede observar esquinas llenas de polvo, gatos ridículamente realistas, y un magistral uso de la luz. Estoy convencido de que, en pocos años, Pixar logrará llegar al más absoluto realismo con sus películas; al menos en lo que se refiere a locaciones y objetos inanimados. Al parecer, sus protagonistas seguirán manejando un look caricaturesco. Mejor que sea así.

Luego del final casi perfecto de “Toy Story 3”, es entendible que muchos dudaran de la calidad de “Toy Story 4”. Y aunque sigo prefiriendo la tercera entrega, no hay duda de que esta cuarta parte es una digna secuela para una de las sagas más reconocibles del mundo de la animación occidental. Sí, la trama se va un poco por las ramas durante el segundo acto, y sí, algunos de los personajes “clásicos” (como Hamm, los Cara de Papa, o Slinky) no tienen roles muy importantes, pero no son defectos que lleguen a malograr el producto final. “Toy Story 4” es el desenlace perfecto para la serie —estoy seguro que más de un miembro del público saldrá lagrimeando de la sala de cine, melancólico por lo que acaba de ver, pero a la vez, muy satisfecho (las escenas poscréditos, al menos, ayudan a que uno se sienta menos triste). Es impresionante cómo una película como “Toy Story 4”, inicialmente percibida como una producción innecesaria, ha terminado siendo una de las entregas más sólidas de la saga. Definitivamente ya no existen razones para subestimar a Pixar (a menos que se trate de una nueva película de “Cars”…)

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