Festival de Lima: «La Pampa» (2022), de Dorian Fernández-Moris

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El tópico de las desapariciones ya es un recurrente en la filmografía de Dorian Fernández-Moris. Lo ha orientado hacia el terror (Cementerio general, 2013), así como al thriller de acción (Desaparecer, 2015). Ambos argumentos, de alguna forma se ven asociados al imaginario mitológico de la selva. Son historias que explotan un lado entre exótico y fantástico propio de las fábulas que emergen de dicho escenario. La Pampa (2022), por el contrario, se deslinda de cualquier recurso legendario o maravilloso para en su lugar apuntar a una problemática real. Fernández-Moris decide así emprender un drama de línea social al representar lo que sería un ejemplo de la multitud de casos de secuestros a mujeres, muchas menores, confinadas en los campamentos mineros del Amazonas para fines de explotación sexual. Por un lado, se hace una exploración física y sistemática de la cruel factoría a vista general; por otro lado, nos cuenta un relato sobre una redención personal. 

Juan (Fernando Bacilio) conocerá por casualidad a una adolescente que acaba de huir de “La Pampa”. Este encuentro resultará para el protagonista su oportunidad para reivindicarse. Es un reclamo íntimo, pero que también tiene una conexión social comprometida. Este acercamiento fortuito es de paso un reconocimiento mutuo entre dos personas sin identidad. Pero hay más de un “NN” en el largo de la película. Este circuito de la selva se define como un lugar de paso, para el exilio o el cautiverio. Se entiende entonces por qué tanta informalidad o desarraigo. Este es un espacio que se presenta como paradero de migrantes, prófugos o secuestrados.

Si hubiera que valorar algo de La Pampa, sería el esfuerzo por diseñar planos secuencias como el de su introducción. Lástima que eso no se repite en sus siguientes intentos y, por el contrario, recalcan ciertos aprietos para el movimiento de cámara. Argumentalmente, Dorian Fernández-Moris erra nuevamente al apostar por una trama agotada y sin ánimo de arriesgar.


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