Cinencuentro

[Festival de Sundance] “Heroico” (México, 2023)

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En Mano de obra (2019), el director David Zonana parece darnos a entender que la corrupción no es una asignatura exclusiva de cierta clase social. En esa historia vemos pues cómo los poderosos se aprovechan de la mano trabajadora y luego estos hacen lo mismo e incluso se aprovechan de sus iguales. Es una estupenda manera de retratar a una sociedad degenerada sin hacer una representación gráfica de la violencia, tópico que es una constante en el cine mexicano actual. En Heroico (2023), su segundo largometraje, el director hace un nuevo aporte a ese catálogo de historias que atienden a la violencia, aunque sigue abrazando el tema de la corrupción. A propósito, el vínculo entre estos dos tópicos es a veces necesario a fin de generar una aproximación a cómo es que se origina la violencia y, de paso, no caer en el efecto irracional. Pienso en películas como Heli (2013), de Amat Escalante, o Nuevo orden (2020), de Michel Franco, quien es productor de la película de Zonana. En los argumentos de los citados, vemos que la violencia es una consecuencia —y no una mera pulsión— en dichos casos, en donde la corrupción se ha generalizado en los bloques de defensa y, por tanto, estos, a partir de sus acciones abusivas, pervierten a los ciudadanos, algunos de ellos, figurados como personajes pasivos, casi ignorantes de la existencia de un crimen organizado engendrado y respaldado por los órganos del Estado.

Heroico narra la historia de Luis (Santiago Sandoval), un adolescente que decide inscribirse a la escuela militar. Un detalle importante es que la mayoría —o tal vez todos— de los inscritos observan esta carrera como una “asistencia social”, más allá de verlo como un núcleo vocacional que inculca o estimula las ideas de un sentimiento patrio. No es gratuito que más de uno de los novatos son miembros de comunidades indígenas y, por consecuencia, son personas de pocos recursos. Podríamos decir entonces que la escuela militar es un salvoconducto. Vital es el seguro médico como parte de los beneficios de ser un cadete, en especial para Luis que tiene una madre enferma en casa que demanda de atenciones médicas que generan gastos considerables. Junto a las características antes mencionadas, podemos percibir las disfuncionalidades que gravitan en el entorno del protagonista. Mantenerse en la escuela militar es una necesidad irrevocable. He ahí el drama de Heroico que desde el principio nos perfila un escenario autoritario y violento. Zonana hace un foco especial a los métodos humillantes que implica la ejercitación física y mental diaria de los cadetes, algo que también expone de manera concreta Heli. Los entrenamientos militares no están lejos a las rutinas de las correccionales de antes del siglo XX, aunque la idea no se reduce a castigar, sino a preservar esas rutinas. Hay un espíritu por hacer trascender los mecanismos de la violencia.

Es mediante ese marco que la corrupción se entiende como una constante. El degenerar está normalizado en dicho ámbito. En tanto, el novato Luis irá respondiendo con total resistencia a ese principio amoral que lo premia, lo privilegia, lo persuade, ello a propósito de una habilidad del muchacho. La denominación de “Heroico”, además de citar el nombre de dicha escuela militar, se percibe como un apelativo irónico y, por qué no, alude al temple del protagonista y de algún otro cadete que de igual manera repele a esa idea de aceptar como normal los hábitos violentos y humillantes que se propalan en la escuela militar. Es un valor heroico el que se hacen merecedores siendo su motivación un acto altruista. Luis resiste a la pesadilla del campo militar por su madre. Eso lo convierte en héroe. Y, a propósito de pesadillas, es que el director David Zonana se inclina por hacer de su protagonista un modelo de mártir, quien es incapaz de desfogar esa rabia, la que, obviamente, lo rebajaría a los circuitos de la violencia. De ahí esa frecuencia de malos sueños que padece el cadete. Ese es el único terreno en donde es capaz de expresar su rabia y enfrentar a sus demonios. En consecuencia, existe una posibilidad de que el final de esta historia sea también una expresión onírica y, por tanto, sea posible que el héroe esté destinado a ser cínico y cómplice de ese sistema violento y corrupto que vemos a través de la deformación del lente angular de la cámara. Es como si este escenario, por naturaleza, está deformado, es irreal, es una pesadilla.


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