Luego de comentar Fairyland y Other People’s Children, comparto mis críticas de “Joyland” y “Cassandro”, vistas en el Festival de Sundance 2023.
Joyland (Pakistán, 2022)
Desde su estreno en Cannes, Joyland ha marcado varios hitos: fue la primera película pakistaní en ser parte de la selección oficial de ese festival, donde ganó la Palma Queer y el Premio del Jurado de la sección Una cierta mirada. También es la primera producción pakistaní en quedar entre las 15 finalistas para el Óscar a la mejor película internacional. Méritos le sobran: es una obra cautivadora y envolvente que analiza las expectativas sociales sobre los roles de género en una sociedad sumamente conservadora.
En Lahore, vive la familia Rama, liderada por el patriarca (Salmaan Peerzada), junto a sus dos hijos, nueras y nietas. Mientras el hijo menor Haider (Ali Junejo) ha estado mucho tiempo desempleado y haciendo las tareas domésticas, su esposa Mumtaz (Rasti Farooq) labora en una peluquería. De pronto, Haider consigue trabajo como bailarín en un espectáculo de danzas exóticas, donde conoce a la bailarina trans Biba (Alina Khan) y siente una inmediata atracción hacia ella.
Este encuentro entre Haider y Biba causa una tormenta eléctrica en sus vidas, pero también en la de Mumtaz. Gradualmente se revela cómo los tres personajes deben adaptarse a las normas impuestas por el patriarcado, cómo la represión del deseo sexual es una camisa de fuerza que limita sus movimientos y cómo el hecho de desafiar los roles tradicionales asignados a cada género les acarrea miradas y acciones punitivas en su entorno.
El director Saim Sadiq y su coguionista Maggie Briggs nos ayudan a entender el complejo mundo interior de estos personajes, no solo a partir de lo que dicen, sino sobre todo de lo que callan, ya sea por vergüenza o miedo al rechazo. Para los tres protagonistas, la manifestación exterior de los deseos que nadan ocultos bajo la superficie los lleva por caminos distintos, ya sea de liberación, reafirmación de su identidad o hacia el derrumbe de su propia existencia, agobiada bajo el peso de todas esas prohibiciones y sanciones que se le aplican a quien se atreve a salirse del molde.
Cassandro (EE. UU., 2023)
El experimentado documentalista Roger Ross Williams (ganador del Oscar al mejor corto documental por Music by Prudence y nominado por Life, Animated) hace su debut en la ficción con Cassandro, biopic que narra la vida del luchador mexicano Saúl Armendáriz, más conocido como Cassandro, quien causó una revolución en el mundo de la lucha libre, armado de su vestuario colorido, su maquillaje femenino y sus piruetas imposibles, así como una contagiosa y descarada celebración de su propia excentricidad.
Saúl (Gael García Bernal) está cansado de perder y ser pifiado en los encuentros de lucha libre, donde siempre gana el contendiente más rudo, porque así se estipula previamente. Cuando se convierte en un “exótico” (un luchador vestido de drag), su suerte cambia y se convierte en una celebridad aclamada y admirada por el público.
Tal y como ocurría en La mala educación, en Cassandro Gael García Bernal vuelve a interpretar a un personaje gay que se desdobla en dos personalidades opuestas. Por un lado, está el tímido Saúl, que tiene una cercana relación con su madre (Perla De La Rosa) y un romance secreto con Gerardo (Raúl Castillo), un luchador que vive en el clóset. Toda su inhibición e inseguridad se disipan cuando Saúl se transforma en el extrovertido Cassandro, un personaje que le permite sentirse más libre, empoderado y aceptado. Es una de las mejores actuaciones en la carrera de García Bernal, al encontrar el balance adecuado entre la vulnerabilidad de la persona privada y la fortaleza del luchador.
Es cierto que Cassandro sigue varias convenciones de los biopics que narran una inspiradora historia de éxito, pero Williams y García Bernal sortean con éxitos las trampas de los clichés, para crear un relato feel good que se eleva potenciado por el dinamismo y el carisma de su protagonista. Es interesante y hasta emocionante ver cómo en su ascenso a la fama, Cassandro abraza con orgullo su identidad sexual y triunfa en un entorno machista, en el que cambia y subvierte las reglas del juego, para volverse un ícono que supo ganarse a un público intolerante.
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