[Festival de Cannes] «Creatura» (España, 2023), de Elena Martín

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Elena (Elena Martín) desea hacer el amor con su pareja, pero algo no está funcionando en ella. Está sintiendo ese mismo aturdimiento que ha venido padeciendo desde niña. Es algo que la frustra al punto de que reacciona sobando su vulva con violencia en espera de que “lo descompuesto” asuma su función biológica. Es un cuadro angustiante el ver cómo en el rostro de la mujer se dibuja una pugna entre el goce y el sufrimiento mientras se masturba. Es una búsqueda desesperada por alcanzar el clímax que le es imposible abrazar. Creatura (2023) es una historia sobre la descompostura entre una mujer y su órgano sexual. La directora española Elena Martín Gimeno (Barcelona, 1992), protagonista su propia película, no piensa en una situación de crisis. Este embargo no es un padecimiento temporal o repentino. Aunque suene paradójico, es casi congénito. Es una enfermedad con la que esta mujer de treinta años había tenido que convivir y no sabe cómo confrontarla. Esto ya lo veníamos sospechando a partir de la primera imagen en donde una menor lucha por reclamar eso que se supone merece sentir por naturaleza. Elena es una estigmatizada, una prohibida de experimentar un orgasmo. Obviamente, ello le ha generado un comportamiento agresivo e involuntario. No solo vemos a la mujer reaccionando con hostilidad emocional o física contra sus amantes, sino también contra sí misma. Incluso su mismo cuerpo reacciona agresivo mediante sarpullidos. La “ausencia” del órgano sexual está descomponiendo su ser, tanto física como mentalmente.

A partir de este retrato clínico podríamos decir que el caso de Elena es un deleite para los psicoanalistas, y Martín parece ser consciente de ello. No en vano la película es en gran medida retrospectiva, convoca sueños y muchos momentos de introspección. Elena ha llegado a un momento de madurez en su vida que ha decidido tomar conciencia de su condición. ¿Cómo y por qué padece ello? Entonces comienza a recordar. Rebusca en su memoria. Transita en su pasado a fin de revisar su historial sexual. La vemos de adolescente y de niña. Es como si ella misma hubiera decidido echarse en el diván y ser su propia terapeuta. Ahora, lo que queda como incógnita es si sus sesiones fluyen entre el sueño o el desvelo. Sea lo que sea, la mujer tiene una plena claridad de cuáles son esos escenarios al que debe prestar atención. Elena no solo rememora su intimidad sexual, sino también esos instantes en que dicho tema interactuó o dialogó con su escenario familiar. Atención a una escena de almuerzo familiar que parece repetirse solo que en diferentes tiempos. Este dato es clave para un psicoanálisis. Si queremos evaluar los conflictos sexuales de un sujeto, pues en algún momento tenemos que recurrir a los vínculos e instrucciones maternales y paternales. Creatura se convierte así en una pesquisa clínica que pone a prueba de que la frustración sexual no es natural, sino orientada.

Por otro lado, si bien Creatura hace un foco a un caso puramente femenino y, por qué no, una representación ficticia de las fracturas sexuales que un bloque del universo femenino ha padecido consecuencia de los tabúes que gravitan en torno a la sexualidad, esquematiza de paso un perfil clínico masculino. En esta historia, estamos tratando sobre relaciones heterosexuales. Dicho esto, la obstrucción sexual de Elena interactúa en más de una ocasión con el sexo masculino, lo que nos hace observadores del hombre reaccionando ante esa situación particular de una mujer urgida de sonsacar el clímax de su cuerpo. Ahí está la actual pareja de Elena y su padre, quien miraba aterrado los impulsos libidinosos de cuando su hija era una niña. La película de Elena Martín describe a una masculinidad frágil, vacilante, dudosa de su virilidad, autocompadeciéndose al no poder ayudar a explotar o dirigir el goce sexual de la pareja o hija cuando más bien el conflicto radicaba de la mujer misma. Indirectamente, el problema de Elena sensibiliza los complejos sexuales de una masculinidad que es dependiente de las respuestas sexuales femeninas en condiciones “normales”. Entendido de otra forma, vemos al amante y luego al padre víctimas de la frustración al ver cómo la complejidad sexual de Elena no encaja con los patrones o convenciones que definen o limitan las normativas sociales.


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