El cuarto largometraje realizado entre la peruana Mary Jiménez y la belga Bénédicte Liénard ofrece una historia cruda y verídica que representa a los hombres homosexuales perseguidos, torturados y asesinados en la selva peruana durante el conflicto armado interno. A diferencia del reciente documental de Juan Carlos Goicochea que aborda el mismo tema, Fuga (2024) se disfraza de ficción y presenta a sus diferentes testigos reales como personajes que interactúan con un protagonista andrógino que reflexiona sobre la vida de su amante trans asesinada por terroristas. Además de ofrecer un tratamiento audiovisual deslumbrante, su formato híbrido resulta convincente tanto para reivindicar a las víctimas marginalizadas del colectivo LGTBI como para humanizar sus afectos y vínculos en una sociedad todavía estigmatizante.
La cámara sigue de cerca los pasos de un joven anónimo (la artista plástica Saor Sax) mientras acompaña el féretro de su amante, Valentina (Valentina Linares González), cuyos familiares y amigos conocen como Pol. Si bien Valentina es una víctima mortal de Sendero Luminoso, el joven protagonista descubre a través de terceros que ella misma formó parte del grupo terrorista. Emprende así un recorrido por los espacios urbanos y rurales que Valentina recorrió en vida, intentando encontrar un sentido a su historia a la vez que es perturbardo por el recuerdo de su amor. Si bien ambos personajes principales son ficticios, las conversaciones de los amigos, familiares y antiguos amantes de Valentina contienen testimonios sobre el hostigamiento dirigido hacia las minorías sexuales por parte de los terroristas.
Jiménez y Liénard hilvanan realidad y ficción de manera efectiva al insertar los testimonios de las víctimas del conflicto como conversaciones espontáneas e íntimas con el protagonista. Si bien hacen referencia al personaje ficticio de Valentina, los diálogos constityuen una fuente valiosa de historia oral ya que describen las prácticas sádicas con las que Sendero hostigaba y castigaba a “soplones y maricones”. A diferencia de los testimonios ofrecidos mediante entrevistas en un documental convencional, la dramatización de los mismos permite que se sientan más cercanos al espectador, especialmente cuando vienen acompañados de una fuerte carga emocional. En algunos casos la interacción entre el protagonista y los otros personajes, potenciales víctimas reales, se asemeja a la de una sesión terapéutica en las que ambas partes intentan superar el trauma ocasionado por el terrorismo. La experiencia en ese sentido es comparable a aquella lograda por Joshua Oppenheimer respecto a otros crímenes de lesa humanidad en The Act of Killing (2012).
Fuga también es comparable con dicho documental por la notable calidad de su revestimiento audiovisual. La fotografía de Virginie Surdej no solo destaca la belleza de la amazonía sino que también enfatiza el desasosiego del protagonista a través de un enfoque superficial que distorsiona el fondo y se concentra en su vulnerable figura, especialmente cuando transmite sus pensamientos mediante voz en off. La cámara por veces se desplaza como si flotara, preservando una atmósfera sombría idónea para una historia de fantasma parcial en la que Valentina parece perseguir al protagonista anónimo mediante flashbacks. A lo largo del filme hay composiciones fascinantes como la que muestra al protagonista descansando en la cama de una cabaña. También destaca la iluminación de las escenas en el bar en el que Valentina canta “Dos gardenias” que se vuelve el leitmotiv del filme. La mezcla de audio del resto del metraje, como la que ocurre durante las peleas de gallos, logra transmitir la perturbación del protagonista en un entorno cultural todavía hostil para la comunidad LGBTI.
Pese a tratar una historia que evidencia la tortura y ejecución sufridas por dicha comunidad, el filme de Jiménez y Liénard no rehuye en incluir aspectos más positivos como la sensualidad y el afecto compartidos entre Valentina y el protagonista, la solidaridad entre los diversos personajes, y la resiliencia de toda esta comunidad frente a las adversidades del pasado y del presente. Fuga representa una exploración cuidadosa y necesaria sobre una perspectiva del conflicto armado interno largamente ignorada. Es asimismo una historia de amor y perdón que trasciende cualquier barrera cultural e ideológica, y una obra audiovisual honestamente deslumbrante. La interpretación protagónica de Saor Sax (a quien viéramos anteriormente en el documental Miss Amazonas del 2019) merece un reconocimiento aparte.
Nota del editor: Fuga, una coproducción entre Bélgica, Francia, Países Bajos y Perú, se estrena mundialmente en la competencia oficial del Edinburgh International Film Festival, y también tendrá una presentación especial en el Festival de Lima.
Esta entrada fue modificada por última vez en 12 de agosto de 2024 11:05
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