Días después del estreno mundial de Los inocentes (2025), ópera prima del cineasta peruano Germán Tejada Ortiz (Lima, 1985), tuve la oportunidad de entrevistarlo para conversar sobre su adaptación libre de la emblemática novela de Oswaldo Reynoso. La película, que acaba de ganar el premio de la sección Cine de Género en la 40ª edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, traslada la historia original a una Lima actual, marcada por contradicciones sociales, masculinidades en crisis y una juventud que busca pertenecer.
Durante esta charla, Germán, acompañado de José Miguel Chuman, uno de los actores protagonistas de la cinta, me habló de cómo entrelazó su propia experiencia con la del protagonista, en especial a través de una exploración de la identidad sexual que desafía el conservadurismo con el que aún se vive en gran parte del Perú. Me quedó claro que su necesidad de contar esta historia nace del deseo de visibilizar todo aquello que solemos esconder: el deseo, la fragilidad, la incomodidad de no encajar y la lucha constante por construirnos frente a una sociedad que no siempre está dispuesta a aceptar lo distinto.
Esta entrevista ha sido editada y resumida, por motivos de longitud y claridad.
Imagen de portada: José Miguel Chuman y Diego Cruchaga Ponce de León, protagonistas del film.

Giancarlo F. Ciprian: Germán, esta es tu ópera prima, luego de hacer un par de cortometrajes (El hueco y Retukiri Tukiri) y que sorprendió porque era una adaptación de un clásico de la literatura nacional trasladado a tiempos contemporáneos, donde el Centro de Lima, el corazón geográfico de la cinta, ha cambiado mucho. ¿Desde un inicio querías hacer este retrato de esta Lima distinta a la que vio en su tiempo Reynoso o sentiste que era más pertinente llevarla a este contexto?
Germán Tejada: En realidad, yo creo que se vuelve pertinente para mí cuando decido apoderarme del libro. Fue un libro que, por lo menos en mi caso, fue muy epifánico. Lo leí a los 14 años, más o menos, y claro, este libro te vuela la cabeza: es muy transversal, muy directo, muy duro. Habla de una Lima, como tú bien dices, de otra época. Sin embargo, siento que los centros de las ciudades se han quedado detenidos en el tiempo de alguna u otra manera. Llevo la historia a una Lima más contemporánea porque mezclo el libro con mi vida. Como tú mencionas, es una adaptación libre, más una película inspirada en el libro, pero en la que incorporo muchos episodios de mi propia experiencia, del mundito en el que yo me movía. En esa época yo era muy «quilquero» [se refiere al Jr. Quilca, conocido por su actividad cultural informal, subte], estaba un poco metido en la movida punk, y para mí era natural trasladar el libro a ese contexto. No solo lo sentía relevante porque el discurso del libro sigue siendo muy actual —el tema de la masculinidad, de los roles del hombre, de cómo nos han enseñado mal a ser hombres—, sino también porque traerlo a la contemporaneidad permitía que el público se acercara más a la película y la sintiera más cercana.
Giancarlo F. Ciprian: Querer pertenecer a un lugar siempre es una crisis muy fuerte para un joven, en este caso para Cara de Ángel que le das mayor peso en tu adaptación y su conflicto como eje interno de la historia. ¿Qué fue lo que te llevó a enfocar la película en su personaje y en su exploración de identidad sexual?
Germán Tejada: Yo me sentí un Cara de Ángel en aquel entonces. De hecho, fue con el personaje que más me identificaba. Creo que todos tenemos un poco de ese modelo de hombre, ¿no? También siento que es el personaje que habla mucho por Reynoso; esa siempre fue mi sensación al leer el libro: si algún personaje era el autor, definitivamente era Cara de Ángel. Hay una mirada y una fuerza en ese personaje que, para mí, lo vuelve un protagonista. De alguna manera, a los otros personajes también les puse un poquito de mí. Creo que todos representamos, o hemos convivido con, algún modelo de hombre. Cada uno de los personajes encarna un paradigma masculino: el líder, el violento, el criollo que todo lo sabe, el ‘rosquita’. Pero el que rompe ese statu quo es Cara de Ángel. Es más sensible, se permite explorar más libremente, y eso lo convierte en un blanco de cuestionamiento para los demás. Por eso me parecía muy pertinente, sobre todo en la exploración que estamos viviendo ahora, ponerlo como eje central de la película. También incorporé a Johnny, un personaje que solo se menciona una vez en el libro, y que decidí volver clave en la película. Él, junto con Cara de Ángel, representa una ruptura frente a estos modelos de masculinidad mucho más tajantes, normativos, que sirven a la norma. Esa fue otra forma de llevar la historia hacia una mirada más personal y contemporánea.
Giancarlo F. Ciprian: José Miguel, cuando te ofrecieron este papel y te dieron un nuevo personaje, por así decirlo, ya que Johnny no estaba tan explorado en el libro, ¿cómo llevaste este proceso con un personaje al que, imagino, tuviste que ayudar a crearle una personalidad? Un personaje que estaba en pañales básicamente y tenía como placer el universo de este libro.
José Miguel Chuman: De hecho, fueron varias semanas de casting intensivo y nos sirvieron mucho los ejercicios para encontrar las energías de cada personaje. Hubo un ejercicio en particular que es el ejercicio del animal que te ayuda sacar todos los conceptos que tienes de ti mismo y empezar a imaginarse cómo pensaría tu personaje si fuese un animal, que era como un lobo sigiloso, misterioso, medio ambiguo. De hecho el personaje viene a ser un poco el catalizador para Cara de Ángel, quien se está cuestionando si realmente tiene una admiración o una atracción hacia Johnny.

Giancarlo F. Ciprian: Germán, algo que también noté es el fuerte contexto que tiene la música local, sobre todo la de corte independiente que no suena en las radios, como si fuera otro personaje que cubre el ambiente de esta Lima alejada de los lujos. ¿Era importante para ti que el soundtrack de la película sea igual de importante que la historia?
Germán Tejada: Para mí, el soundtrack de Los Inocentes era tan importante como la historia. De hecho, la mayoría de las canciones ya estaban escritas en el guion, incluso con sus letras, porque me ayudaban a generar una atmósfera específica. Siento que, culturalmente, para los jóvenes la música se ha vuelto un catalizador: representa lo que uno vive y define una época. En este caso, el punk y el rock aportan una agresividad, una fuerza, que dialoga muy bien con el paradigma de la masculinidad que la película cuestiona. Sentía que ese género le iba perfecto al tono de la historia. Además, tiene un componente muy personal. Estoy muy metido en la música, he tenido una banda, y muchas de las bandas que aparecen en la película son de amigos míos [N.E.: Las bandas y artistas que aparecen en la película las componen Plug-Plug, Cuchillazo, Luis Guzmán, Dafne Castañeda, entre otros). Esta es una película muy visceral, muy hormonal, y la música funciona como un catalizador de esa energía. Desde el guion pensé en cómo las letras de las canciones podían resonar con lo que ocurre en escena; si te fijas bien, muchas de ellas comentan lo que está pasando en pantalla. Toda esa música —el punk, la urbana, la transgresora— tiene un filo, una crudeza, que refleja el mundo de los personajes. Como tú bien dices, es música de la movida independiente, de la que no suena en la radio. También era importante para mí que se volviera una plataforma para mostrar lo que se hace musicalmente a nivel local. Le dio muchísimo «power» a la película. Eso me emociona, porque siento que la música tiene un peso real dentro de la película, como otro personaje más.
Giancarlo F. Ciprian: Sobre el factor queer de la cinta, representado por Cara de Ángel, se reprime su sexualidad a través de su falsa búsqueda de mostrar hombría para no quedar excluido de su grupo ni de su pareja. Creo que este choque de intenciones queda claro tanto en sus decisiones como en la interpretación frágil de Diego Cruchaga. ¿Cómo fue tu proceso de dirección con él para que pese en toda la cinta, siendo su primer protagónico?
Germán Tejada: Para mí es importante partir desde una idea: yo siento que, en general, el despertar sexual es bisexual para todos. Todos nos hemos cuestionado en algún punto si nos gusta un chico o no. Uno se lo permite más, otro menos, y eso depende también del contexto en el que nos hemos formado y qué tan dispuestos estamos a abrirnos a esa exploración. Esa mirada está clara también en el personaje de Cara de Ángel: qué tanto hemos reprimido o no. En la búsqueda de construir a estos personajes con cierta ambigüedad, buscaba actores que tuvieran una sensibilidad más marcada en su energía. Para lograr eso, trabajamos un entrenamiento casi militar. Fue importante para mí construir esas capas que uno se pone para esconder su verdadera esencia. La personalidad está regida mucho por lo que los demás piensan de ti, y eso a veces termina definiéndote más que lo que realmente eres. Esas capas fueron las que construimos con Diego. Pero en su mirada había ambigüedad, suavidad, profundidad. Ese contraste fue clave para generar esa ambigüedad y construir un personaje con esa carga emocional. La combinación entre lo que él traía como actor y lo que buscábamos para el personaje fue lo que permitió esa profundidad. Con los demás personajes el trabajo fue más directo, porque representaban modelos de hombres más aceptados, más normativos. En cambio, con Diego el proceso fue más delicado, más sutil, más energético.

Giancarlo F. Ciprian: Para finalizar, quería saber si tienen otros proyectos en mente o ya están trabajando en alguna obra.
José Miguel Chuman: Bueno, el año pasado grabé otra película. Es una ópera prima, en coproducción con Reino Unido. [N.E.: Se trata de La grabadora, de Mikael Stornfelt, ganador del estímulo para la producción DAFO 2018]. Está en una primera etapa porque solo se ha grabado una parte, que es la del pasado [de la historia]. La parte actual se va a grabar en Londres y Nueva York. También quiero abrirme al mercado internacional. Espero que esta película me pueda dar el impulso que necesitaba, porque siento que a veces en Perú me encasillaban mucho por cómo me veo. Entonces esta película representa eso: que no solo puedo limitarme a ese tipo de personajes, sino que también puedo hacer lo que me pidan, porque en verdad soy un actor con bastante entrenamiento. Y esta película creo que es una gran manera de poder demostrarlo.
Germán Tejada: Por mi parte actualmente estoy trabajando en la primera versión de mi siguiente largometraje, que se va a titular Un año de mierda. Es un proyecto que sigue explorando la masculinidad, pero en otra etapa de la vida, y también desde un lugar muy personal. Está en proceso de desarrollo, así que ya iré contando más detalles. A la par, a principios del próximo año, voy a estrenar en México mi primera obra de teatro como director: Nada de esto me pertenece. Habla de la formación de la identidad, de estas capas que construimos —como las que hablamos antes— y de cómo la percepción de los otros termina formándote. Es una reflexión que también nace desde mi proceso de migración, porque ya llevo dos años y medio viviendo en México. Mi exploración creativa va muy por ahí: hacer cosas personales a partir de la experiencia, de lo que uno va viviendo, y a partir de eso poder compartirlo y universalizarlo. Es lo que he intentado hacer con Los inocentes, a partir de una obra que me marcó mucho y que luego vinculé con mi vida para llevarla al cine.
Giancarlo F. Ciprian: Bueno, felicidades por el estreno que tuvo en Guadalajara la película, y que imagino va a pasar por muchos más festivales, tanto internacionales como nacionales. Muchas gracias por tu tiempo.
Germán y José Miguel: Gracias a ti también.
Entrevista realizada el 13 de junio del 2025, Guadalajara, México.
Bonus: Recomendamos ver estos dos cortometrajes también inspirados en los cuentos de Oswaldo Reynoso, El Príncipe (1978) de Pili Flores-Guerra, y Los inocentes: Cara de Ángel (2018), de Ángel de la Cruz.
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