Entrevista con Diego Céspedes, director de «La misteriosa mirada del flamenco» (Chile, 2025)


“El corazón de los personajes es un corazón que yo ya conozco”

El director chileno Diego Céspedes nos habla sobre su ópera prima La misteriosa mirada del flamenco, una fábula íntima sobre el amor, el prejuicio y la resistencia, ganadora del Premio FIPRESCI a Mejor ópera prima en el Festival de Bruselas. Tuve el placer de conversar con el director a continuación:

Tu película mezcla lo poético y lo político. ¿Cómo nace esa mirada?

La mirada es algo muy importante en la película. Hoy, mirarnos a los ojos y hablar es algo que la tecnología y los nuevos modos de comunicación nos han quitado. Pero para mí, ese es el primer paso para tener un vínculo humano.

En la película exploras distintos tipos de mirada, especialmente en lo amoroso y familiar. ¿Qué querías transmitir con eso?

Justamente habla sobre todos los tipos de mirada en el espectro amoroso y familiar. Cómo es mirar realmente a una persona.
Hay muchos puntos de vista a través de esa sola mirada. El personaje del flamenco cree que transmite una enfermedad, pero también transmite mucho amor. Ese misterio que esconde su mirada, esa ternura, me interesa mucho hablarla personalmente.

Diego Céspedes en el estreno de La misteriosa mirada del flamenco, en el BRIFF 2025.

¿Cómo lograste escribir un guion tan maduro sin haber vivido necesariamente esas experiencias?

Para mí no importa la edad ni el contexto. Lo importante es conocer realmente a los personajes.Muchos de los personajes los inspiré en personas cercanas. Por ejemplo, la relación entre Lidia y el flamenco tiene mucho de mis hermanos. Mi hermana pequeña tiene la personalidad de mi hermano mayor. Ella no tiene la personalidad de ninguno de mis padres. Es como que tomó algo distinto. Escribir esos personajes me salía muy natural, incluso si todo es ficción, porque cuento con la historia de sus corazones. El corazón de esos personajes es un corazón que yo ya conozco.

¿Cómo fue el estreno en Cannes? ¿Qué recuerdas de ese momento?

Me acuerdo del día del estreno, cuando terminó la función, miré hacia atrás y ahí estaba mi equipo, todos en la primera fila… llorando. Después salí y vi que otras personas del público, que no conocía, también estaban muy emocionadas. Ahí dije: guau, hay una buena recepción.

Últimamente hay un resurgimiento de películas que hablan del SIDA, la discriminación y los discursos de odio. ¿Qué te motivó a tocar estos temas?

En Cannes justo estaban la película de Julia Ducournau y la de Carla Simón, y me acuerdo que Le Monde sacó un reportaje sobre las tres películas que hablaban de esto. Creo que tiene que ver con este regreso a la violencia que estamos viviendo. Pensábamos que muchos derechos ya estaban ganados, pero ahora vemos que ciertos discursos de odio ya no se juzgan como hace cinco años. Después de la pandemia hubo un regreso a la discriminación, a la no comunicación, a la falta de amabilidad y de empatía.

¿Crees que tu película habla más del virus o de lo que viene con él?

Más que del SIDA en sí mismo, la película habla de los prejuicios. Eso que venía con la enfermedad —el rechazo, la resistencia, el miedo— vuelve a ser relevante hoy. Lo que se está viviendo ahora no es algo nuevo. Ya lo vivieron antes nuestras comunidades, y ahora toca contar cómo se sobrevivió.

¿Qué esperas que el público se lleve de tu película?

Que si logras mirar al otro a los ojos, quizás no encuentres el prejuicio que tenías. Y que quizás puedan surgir cosas bellas. Como las partes negativas están muy presentes, la luminosidad también es una posibilidad.

La autora de este artículo, Sofía Alvarez, junto al director chileno Diego Céspedes.

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