[Crítica] «Corazón silencioso», intenso drama dirigido por Billie August


Corazón silencioso (Stille hjerte, 2014) es un drama danés del director Bille August, responsable de películas como la adaptación de «La casa de los espíritus», o «Los miserables», con Liam Neeson y Uma Thurman. Desgarradora, realista, pero jamás manipuladora, «Silent Heart» es un filme que maneja temas complejos y que está protagonizado por personajes amables, cariñosos, amorosos, pero profundamente dañados, hasta rotos.

Lo que hace August es reunir a una familia danesa de clase media-alta, ponerlos en una sola locación (la casa de la abuela) e introducirlos en una situación difícil, a la que cada uno reacciona de diferente manera. Tenemos, por supuesto, a la abuela, Esther (Ghita Nørby), quien sufre de una enfermedad degenerativa, y al abuelo, Poul (Morten Grunwald), un hombre de pocas palabras. A su casa cerca a un lago llegan la hermana mayor, Heidi (Paprika Steen), severa y algo estricta, y su esposo, Michael (Jens Albinus); la hermana menor, Sanne (Danica Curcic), joven e emocionalmente inestable, y su novio Dennis (Pilou Asbæk, de «Game of Thrones», y la serie danesa «Borgen»); y la mejor amiga de Esther, Lisbeth (Jens Albinus).

Poul, un médico jubilado, ha determinado que la enfermedad de su esposa no tiene cura, por lo que han decidido juntos, a lo largo de varios meses, terminar con su vida. La idea es darle una sobredosis de pastillas en la tarde de un domingo, por lo que han invitado a la familia a pasar el fin de semana, para que se puedan despedir de Esther antes de que se vaya para siempre. Inicialmente, Heidi está de acuerdo con el plan y Sanne planea hacer algo para evitarlo, pero a lo largo de estos dos días, sus opiniones irán cambiando, y algunos secretos se irán revelando, lo cual resultará en momentos muy emotivos entre cada miembro de la familia.

Silent Heart

Considerando que la película aborda el tema de la eutanasia, delicado e incluso controvertido para algunos, muy bien hubiese podido hacerlo de manera sensacionalista, exagerada. Felizmente, ese no es el caso. Uno jamás tiene la sensación de que August y compañía están siendo objetivos —queda claro, desde un primer momento, que el plan de Esther y Poul es el ideal—, pero presentan la historia y el conflicto entre los miembros de la familia de manera tan realista y emotiva, y argumentan tan bien el caso de Esther, que resulta casi imposible oponerse a lo que quieren hacer.

Sabemos que si no muere de inmediato, la vida de la abuela será sufrimiento puro, tanto así que eventualmente no podrá ni respirar por sí misma. ¿Qué clase de vida es esa? ¿Realmente puede uno llamar a eso vida, cuando ni siquiera podrá hacer lo más básico por sí sola, cuándo ni siquiera podrá moverse ni hablar ni utilizar sus extremidades? Y no es que las hijas o el esposo estén decidiendo por ella —queda claro que es ella quien ha tomado la decisión, y que está preparada desde hace años. Ha vivido una buena vida, ha sido feliz, y está lista para dejarlo todo atrás.

Sanne cree que su madre tiene todavía tiempo, que tiene mucho por enseñarle a ella, mucho por decirle —es una perspectiva egoísta, pero entendible, considerando los problemas que ha tenido la chica en los últimos años (incluyendo su propio intento de suicidio). Heidi, por otra parte, hace un descubrimiento que pone en duda la validez de la relación entre Esther y Paul, y Dennis, el más relajado de todos, le otorga un momento de diversión a los dos abuelos, algo que desesperadamente necesitan en esta situación tan triste y particular, pero que ninguna de sus hijas parece ser capaz de hacer.

El tratamiento visual del filme es simple pero efectivo; la cámara no se mueve demasiado y está casi siempre en trípode. Acá la idea no es otorgarle un estilo vistoso a la película, si no más bien resaltar las actuaciones de cada protagonista; sus rostros, sus movimientos. Es una propuesta realista; la película depende mucho de la luz natural, tanto en exteriores, como la que entra por las ventanas de la casa en interiores, haciendo un uso limitado de luz artificial. Es casi como si uno se hubiese metido, momentáneamente, en la vida de estas personas, como viéndolas de cerca sin que se den cuenta. Considerando su relativa sencillez —una sola locación, escenas largas, mucho diálogo— fácilmente hubiese podido ser una obra de teatro.

Silent Heart

Cada una de las actuaciones es perfecta para lo que la película necesita. Ghita Nørby le otorga mucha humanidad a Esther; es una persona sencilla que ha vivido mucho, que se niega sufrir —a pesar de que su brazo izquierdo ya no sirve y su brazo derecho ha comenzado a debilitarse, no le gusta depender de los demás— y que está decidida a irse de este mundo. La Heidi de Paprika Steen es la típica hermana mayor estricta, pero que es capaz de demostrar un lado más suave en las circunstancias correctas. Danica Curcic tiene el rol más complejo —Sanne es una mujer en medio de un tratamiento psiquiátrico que a pesar de ser mayor de edad, todavía depende de los demás. Está con Dennis porque es sencillo, casi un niño, y no quiere estar sola; no quiere que su madre se vaya porque ella la necesita, y se pelea con su hermana porque le dice sus verdades y se niega a aceptarlas. Es un personaje que fácilmente hubiese podido resultar irritante, pero que gracias al trabajo de Curcic, causa empatía.

La genialidad de «Corazón Silencioso» está en su aparente simpleza. El guión tiene una estructura básica —premisa, conflicto, obstáculos muy claros— que es exprimida al máximo, lo cual resulta en una narrativa muy clara y emocionalmente poderosa. Cada personaje está desarrollado a la perfección, desde los complejos protagonistas, hasta los secundarios arquetípicos (incluyendo al nieto adolescente, enamoradizo y siempre pegado a su iPad), y aunque el desenlace es previsible, lo interesante de la historia no está en el destino, si no en el camino. Uno ya sabe que la abuela va a morir; lo intrigante está en lo que pasará antes, en cómo los personajes reaccionarán a esto, en cómo tratarán de aceptarlo o evitarlo, en cómo sus relaciones serán reparadas o rotas o sacrificadas.

No es necesario decir que los últimos quince minutos del filme son desgarradores. Ver el final de una vida, especialmente la de alguien tan tierna como Esther, le rompe a uno el corazón. Pero la película no se siente manipuladora en estos últimos momentos porque se sienten merecidos, porque todas las escenas anteriores estuvieron bien construidas y actuadas, y porque a lo largo de ochenta minutos llegamos a encariñarnos con la abuela y su esposa y sus hijas y sus parejas y su nieto. Aunque es un suceso muy triste, podemos encontrar comfort al saber que Esther no sufrirá más, en que Poul no quedará solo, y en que, de una manera u otra, sus hijas han encontrado algún tipo de paz interior.

«Corazón Silencioso» es un drama poderoso, triste cuando tiene que serlo, pero sorprendentemente gracioso por momentos (casi siempre gracias al personaje de Dennis). La dinámica familiar que presenta es una con la que muchos se podrán identificar —los conflictos entre hermanas, entre parejas, entre padres e hijas se sienten honestos, y el tratamiento del tema de la eutanasia, aunque subjetivo, es delicado y jamás manipulador. Excelentemente actuada y emotiva, «Corazón Silencioso» es una película que recomiendo ver; a veces, todo lo que uno necesita es ocho personajes y una locación para llegar al corazón del público.


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