Perteneciente a una familia pobre, de una sociedad marcada por la guerra, el joven realizador encontraría su camino en las escuelas de cine y teatro de Lodz, prestigiosa casa de estudios que albergó al también realizador, Roman Polanski.
Piotr Jaxa-Kwiatkowski, compañero de clases, cuenta de su amigo recuerdos gratamente guardados, una perspectiva única del quien es, tal vez, considerado, un mito en el cine de autor. Kieslowski a su temprana edad mostraba una madurez excepcional, quizás las marcas que su vida llevaba era lo que hicieron de él lo que conocimos a través de sus películas. Su padre, un ingeniero, falleció de tuberculosis frente a las privaciones médicas de la guerra y su madre, una oficinista, encontró su final en un trágico accidente de tránsito. Frente a todo eso, podría ser que entendamos aunque sea un mínimo de las emociones del artista.
Entonces estamos frente a la formación de un autor, del cineasta que busca separarse de los demás, del que se queja que en el cine todos se educan para hacer películas y no para ser diferentes. El mundo cambiaba y los sellos personales pasaron a ser reemplazados por marcas de fábricas, películas empaquetas y realizadores escogidos.
Entre trabajos en el teatro y los estudios, consiguió un diploma en pintura escenográfica y posteriormente se gradúa con un documental titulado Ciudad de Lodz (1968). Localmente empieza a trabajar en más proyectos, su primer motor como director fueron los documentales, como el de La fábrica (1971), que fue postergado en exhibición debido a las ideas contrarias al proletariado. Luego vendrían cortometrajes como Primer amor (1974), ganador del Dragón de Oro en el Festival Internacional de Cracovia, el telefilme El personal (1976), primer premio del festival alemán de Mannheim. Los años transcurrían a medida que sus trabajos iban siendo realizados, eso no lo desligó del teatro, en el cual también tuvo participación activa en varios montajes.
Debido a lo difícil de la situación económica en su lado de la cortina de hierro, la mayor parte de sus películas se verían forjadas en Europa Occidental, sobretodo en Francia, donde nacerían La doble vida de Verónica (1991) y la trilogía que llevó a Kieslowski al mito, Azul, Blanco y Rojo.
Tal vez el mito no nace con su obra, si no con su persona, Kieslowski siempre supo mantenerse humano ante todo y ese mito parte de la admiración. No es un dios de la creación, no es el dios de su decálogo, tan sólo fue un hombre que supo comunicar con el lenguaje más básico y universal, el de las imágenes. Supo decir aquello que nosotros guardamos al cerrar la puerta y mirarnos en el espejo.
Una aproximación al cine de Kieslowski (Parte 2)
Ana Karina Junes
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buen trabajo
Me gusto mucho el texto, solo una correccion. Además de Heaven que fue dirigida por Tykwer, se llevo al cine el guion de Infierno (L'Enfer)y fue dirigida por Danis Tanovic
Hace poco hubo un especial sobre su filmografía en EuropaEuropa. Qué gusto que lo hallas rescatado con este buen texto.
Saludos.