Genealogía de King Kong


Este 2 de marzo se cumplieron 75 años del estreno de uno de los iconos más rocambolescos y formidables de la historia del cine. El rey Kong hizo su aparición gracias a la imaginación de los aventureros Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. El resultado de tantas fantasías alimentadas por libros y viajes, quedó registrado en los andares imponentes de la gran bestia que provoca el caos entre sus asombrados espectadores. Queremos compartir con ustedes una pequeña remembranza del super simio y sus pasos a lo largo del tiempo:

King Kong (1933)
. La primera película estrenada en 1933 sentó el modelo: la ambición de unos exploradores (cineastas para el caso) que se encontraban cara a cara con lo insólito. Para calmar a la bestia nada mejor que su némesis, representado por la bella Fay Wray. Una historia de extraña atracción que, como consecuencia de tanto deseo desbocado, tiene la furia digna de un disidente, destruyéndolo todo a su paso con una apariencia de niño juguetón. Mírenlo chocando trenes, agarrando su muñeca y tratando de alcanzar avioncitos en el aire.

Son of Kong (1933). Tras el descomunal suceso de la primera película, los realizadores se animaron por sacar esta secuela casi de inmediato. En este caso la historia nos trae de vuelta a la isla perdida donde Carl Denham (el cineasta de la primera expedición) haya lo «inesperado»: el hijo de Kong mucho menos robusto pero igual de mortífero. Muchos no recuerdan la existencia de esta continuación y tal vez no valga la pena hacerlo tampoco, salvo por representar el típico caso de progresiva deformación del modelo, el cual todavía estaría por conocer mayores extravagancias.

King Kong vs. Godzilla (1962). Tras algunos años de anonimato, el gorilón regresó pero al otro lado del mundo. Los estudios Toho de Japón, ávidos por crear nuevos filmes apocalípticos con cartón piedra (la alargada moda de esos años por allá), contrataron a nuestro amigo peludo para que se agarre en el ring urbano con el monstruo y orgullo nacional: Godzilla. En esta película todo vale para los protagonistas, hasta las borracheras o los juegos con descargas eléctricas.

King Kong Escapes (1967). Sobreviviendo de milagro a su prueba anterior, nuestro héroe tuvo que enfrentar a una amenaza mayor revestida de las modas y psicodelias de la época. No sólo habían criaturas antediluvianas a las cuales sacudir, sino también un ser de sofisticaciones modernas: el MechaKong. Un pariente robótico al que pondrá a prueba en todo, incluso con sus clásicos gritos de guerra. Ahora esta película puede ser vista como un más claro antecedente de las aventuras de Ultrasiete y compañía.

King Kong (1976). Pasado el fervor nipón, los propios estudios de Hollywood decidieron traer de vuelta a casa a Kong, animados por la fiebre de cine catástrofe de la cual el rey gigante podía resultar el corolario. Apuesta que concluyó en un melodrama arrojado directamente al fracaso y que dejó en evidencia las debilidades del subgénero. Ahora sólo vale por la presencia irresistible de la entonces debutante Jessica Lange, que no tenía mucho parecido con Fay Wray pero igual la sustituye espléndidamente.

King Kong Lives (1986). A pesar de la experiencia anterior, a algún genio se le ocurrió perpetrar una secuela encargada nuevamente al director John Guillermin. Lástima por Kong que ahora sólo se recuerde este filme dentro de la antología de las peores películas. Ni Linda Hamilton, ni su historia de amor junto a su Queen Kong hicieron méritos para concederle algo más a su larga trayectoria.

King Kong Lives

King Kong (2005). Sólo alguien del talento del neozelandés Peter Jackson pudo haber asumido el reto de revivir a la criatura con tanto lujo e impresionante despliegue. Al rey del mundo perdido no le importa que su director se tome muchas libertades creativas en este remake, si al lado tiene a su Ann Darrow revivida a la perfección: Naomi Watts. Un espectáculo notable de tres horas en las que el monstruo puede quedarse contento, eternizado en una esencia digital.

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