Dir. Robert Redford | 88 min. | EEUU
Intérpretes: Robert Redford (Profesor Stephen Malley), Meryl Streep (Janine Roth), Tom Cruise (Senador Jasper Irving), Michael Peña (Ernest Rodriguez), Andrew Garfield ( Todd Hayes), Peter Berg (Lt. Col. Falco), Kevin Dunn (Howard, Editor de ANX ), Derek Luke (Arian Finch)
Estreno en Perú: 15 de Noviembre de 2007
Compartiendo lugar en la trinchera con otros colegas suyos, el demócrata Redford aporta su cuota en la batalla, aunque ya no esté para brindar el servicio. Esta película está imaginada como una gran tesis sobre la realidad sociopolítica que tiene dividida a la nación en estos años del “nuevo Vietnam”. La película se encuentra estructurada como una narración alternada. En cada uno de esos espacios que desenvuelven sus acciones al mismo tiempo vemos representados los más diversos ángulos de la problemática. Para el caso este ping pong narrativo tiende, por propia convicción, a alargarse en esos conflictos de posiciones hasta perder de vista su apariencia e intención narrativa.
Compartiendo lugar en la trinchera con otros colegas suyos, el demócrata Redford aporta su cuota en la batalla, aunque ya no esté para brindar el servicio. Esta película está imaginada como una gran tesis sobre la realidad sociopolítica que tiene dividida a la nación en estos años del «nuevo Vietnam». Un tratado o una reflexión sobre las postrimerías de la era Bush mucho más concentrado que algún reportaje de 20/20 o un documental de Michael Moore. El actor-director no parece estar tan interesado por las posibles cualidades estéticas de su filme como por las intenciones concientizadoras, apuntando especialmente a la poderosa pero también paradójicamente frágil juventud, esa gran mayoría en la que se definen líneas y credos. El resultado es una película extraña, más que fiel a los principios de esa ala liberal en Hollywood, donde figuran también Meryl Streep y Tom Cruise, quienes han apoyado este proyecto a pesar de lo resbaloso.
La película se encuentra estructurada como una narración alternada. En cada uno de los espacios que desenvuelven sus acciones, al mismo tiempo vemos representados los más diversos ángulos de la problemática. Mecanismo que en el papel luce idéntico a los esfuerzos de Soderbergh y Gaghan en Traffic o Syriana. Por un lado, está el gobierno personificado por el senador Irving (Cruise), haciendo alarde de sus estrategias contra el terror frente a la reportera Roth (Streep); por otro se encuentra el profesor Malley (Redford), viéndoselas con el descuidado pero inteligente alumno Hayes, representante de esa juventud -californiano para colmo- desatenta al transcurrir de los hechos importantes del mundo de hoy en día; y finalmente tenemos a la parte sacrificada en este contexto: los jóvenes que optan por las armas, los corderos del título sometidos a las decisiones más allá de sus voluntades y que los llevan a una operación inesperadamente interrumpida en las montañas afganas.
Para el caso este ping pong narrativo tiende, por propia convicción, a alargarse en esos conflictos de posiciones hasta perder de vista su apariencia e intención narrativa. No es entonces de extrañar que rápidamente gane una apariencia deslucida a la vista del espectador quien se encuentra a la expectativa por todo un despliegue alrededor de la intriga. Intriga que no es tal más que en las meras afirmaciones o puntos de discusión que directamente entablan los personajes. En cierto momento Redford parece convencido que un tema tan serio no puede ser tratado a la sazón de una ficción hasta el punto de la evasión. Su cámara registra declaraciones de principios o puntos de vista más que situaciones dramáticas. La pequeña dosis de ficción se limita básicamente a que se tenga un personaje en frente a quien vomitarle todo antes que hacerlo de frente a nosotros. Propuesta arriesgada a la luz de términos de producción con los que trabaja, y que pese a su lánguida apariencia no deja de tener la solvencia y seguridad de todo un veterano como él.
Tal vez el aspecto más discutible pero paradójicamente el más llamativo a la vista sea el episodio de los sacrificados soldados (para redondear la mirada demócrata son un negro y un latino), situación espectacular que rompe con el planteamiento del resto del film aunque se los justifique vía flashbacks como parte de esa juventud que resignadamente despide el profesor Malley. Para Redford representan la tragedia sin sentido de una sociedad trastornada, espíritus voluntariosos y tercamente fieles al ideal. Esos verdaderos héroes, que merecerían cuando menos un aplauso, son los primeros en subir los escalones rumbo al cadalso como si fuesen criminales a quien hay que exterminar de entre la nación. Son los leones por corderos a los que alude el título, y que pasan por el trance tal vez con la secreta esperanza de que entre los que queden se dibuje la faz concentrada del pensamiento como la de Hayes contemplando ensimismado el programa de show business que deja entrever entre líneas la tan mentada iniciativa armamentista del senador. El mensaje queda perfecto en ese solo instante, acaso lo mejor del film.
Esta entrada fue modificada por última vez en 4 de marzo de 2008 10:46
Esta web usa cookies.
Ver comentarios
De hecho, odio "Leones por corderos" debido a que arturo jr. (jiron) se robó a mickey (rol de ruben cerda), es por eso que odio a Tom Cruise, no me gusta live action salvo "Kamen Rider" y "Metal Heroes".