Nico, uno de los personajes más populares que habitan en la selvática metrópoli, es conocido como “El Cortadito” (apelativo que no tiene nada de irrespetuoso, sobre todo si es que el protagonista lo usa como signo de distinción). Su pronunciada discapacidad – fruto de esas azarosas infamias del destino que nadie quisiera enfrentar – no le ha impedido agenciarse de unos buenos soles fungiendo de animador frenético de informales espectáculos al aire libre, en los cuales demuestra su talento innato para el baile. Aunque suene increíble, Nico ha despuntado entre decenas de diferentes actores de la calle, debido a sus extraordinarias dotes para moverse al ritmo de los diferentes ritmos musicales, en particular los que se encuentran de moda. No puede pasar desapercibido. Su entusiasmo contagia, alegra y genera admiración. Siguiéndolo, detrás de él, en su diario trajinar, o en la búsqueda de reencontrarse con su mujer y su hijo, una cámara oficia de mudo pero omnipresente testigo. He ahí como se empieza a dar un rostro diferente a uno de los símbolos de la bizarra cosmogonía urbana iquiteña.
El renacimiento del cine amazónico ha adquirido un agresivo entusiasmo. La compañía Audiovisual Films pretende exhibir a finales de este año el primer largometraje de ficción producido y financiado con fondos y logística local desde Bajo el sol de Loreto (dirigida por Antonio Wong Rengifo en 1936). Sin embargo, marcando una pauta, dentro de muy breve se estrenará Amazónico Soy, un documental de 90 minutos que retrata vivamente personajes y lugares de Iquitos, desde la mirada de un grupo de niños y adolescentes que se dedican a la realización de reportajes, cada cual con sus particulares vivencias e ilusiones.
De la admiración por la Amazonía, precisamente, surgió el interés de José María “Chema” Salcedo, periodista de larga trayectoria a nivel nacional, por dirigir este documental. Chema ha seguido minuciosamente la trayectoria de muchos artistas loretanos y en esta oportunidad los pone en escena, optando, además, por el formato audiovisual para expresar su creatividad (actualmente mantiene a la expectativa la filmación de un largometraje de ficción llamado Asháninka, rodado en varios escenarios de la selva central).
Los protagonistas del documental, de origen bastante modesto, cercados quizás por problemas de exposición al peligro, conflictos con sus padres y carencias varias, conforman el taller de producción audiovisual de la asociación La Restinga, que se encarga de recuperar menores en situación de riesgo a través del arte y la cultura, son el hilo conductor de esta historia, que transita por diversos espacios sociales, culturales y personales de la variada y compleja cosmovisión iquiteña.
El equipo de producción, de Inkari Digital Films, tiene como su mayor exponente a Carlos García en la dirección de fotografía, pero también incluye elementos locales, como el editor asistente Leo Ramírez, joven líder del taller de video de La Restinga. Las escenas han sido filmadas en cámaras de formato digital HDV. La música original ha sido compuesta por el destacado compositor Abraham Padilla, quien ha trabajado con varias sinfónicas nacionales, además de haber logrado un importante galardón en Chile. La melodía principal es de la muy popular agrupación “Explosión” y tendrá nombre homónimo al del documental.
“No sé qué voy a hacer con tantos personajes, todos tienen tanto qué decir y todos son tan atractivos que voy a tener un problemón en el momento de la edición”, señala Salcedo, mientras las imágenes de Iquitos se multiplican de mil maneras. Mil colores que transitan del verde intenso al amarillo mortuorio, pasando por el fucsia apasionado y el ocre autónomo y étnico. Bajo esa mirada, el tráfico de Iquitos nocturno atraviesa como una caótica romería de luces sin orientación. Los amaneceres y atardeceres son intensos, deslumbrantes, infinitos.
Aunque Salcedo cree que el documental esté listo para finales de julio, se tiene como fecha tentativa de estreno la primera semana de setiembre. “La calidad no está en discusión”, indica Vásquez, con mesurado optimismo. “Chema”, entusiasta, en un alto de las filmaciones, mientras se toma un refresco con amigos, habla sobre la música que se usará en el documental. Alrededor de él, la gente al mirarlo, lo reconoce, lo saluda, le muestra cariño. “Usted es más gringo de lo que parece en la televisión”, le indica un transeúnte. Todos reímos con facilidad. Alguien recuerda a Raúl Vásquez, el monstruo de la canción loretana, y el “Chema” salta. Quiere poner Natacha como acompañamiento de alguna escena. Recuerda su reciente visita a “El Refugio”, el paraíso de los infieles. Se ríe. Vuelve a hacer cuentas, se entusiasma con la idea de entrevistar a Raúl como una figura estelar, saca cuentas, agita las manos, levanta la voz, se carcajea. Los ojos le brillan. Está inspirado, no cabe duda. La Amazonía lo ha envuelto con su manto. Con ella, una nueva oportunidad para descubrir a través de la pantalla grande las más intensas manifestaciones de la pasión tropical y la cultura amazónica se abren de par en par.
Entrevista en video: Francisco Bardales
Cámara: Henry Pilares
Edición: Luis Ramos
Fotos: Equipo de producción del documental y María Panta
Esta entrada fue modificada por última vez en 28 de junio de 2008 13:10
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